¿Cómo se puede vivir con un dolor tan grande? Y no hablo de un dolor físico, de esos que se curan con una pastilla o manteniendo reposo, hablo de ese dolor mental, ese dolor que te hace querer tirarte de un puente, de ese que ni yendo a especialistas de quita.
Un dolor que no puedes evadir por mucho que quieras, porque siempre tendrás esas voces que te digan: «naciste para esto, para sufrir, para vivir en tu oscura realidad», y, ¿cómo quitar esas voces? Cada día se hacían más grandes, más fuertes, más altas.
Era imposible.
Con la llegada del hijo mayor de la familia Ortega, Mesen supo que nunca podría quitarse ese dolor, que por mucho que le costara entender esa era su realidad, vivir con una familia qué; la odiaba, menospreciaba y humillaba cada vez que podían.
Mesen quería huir de ahí, irse lejos ¿dónde iría? No tenía donde caerse muerta y por muchos planes que hiciera en su cabeza esas voces le decían: «No lo hagas, te saldrá mal, todo te sale mal».
Los ojos color verde de esa muchacha estaban llenos de dolor, siempre estaban rojos o manchados de lágrimas. Su cabello castaño siempre caía en cascada sobre sus hombros, sus labios estaban resecos de tanto llorar o de mordérselos por los nervios, sus uñas eran muy cortas ya que se las mordía, su ropa estaba sucia -no le daban nada para cambiarse- las únicas zapatillas que tenía ya empezaban a romperse.
Que injusta podía ser la vida con algunas personas. La felicidad o el amor nunca formó parte de Mesen, nunca se sintió querida o amada, al revés, todo lo que ella recibía desde muy pequeña eran malos tratos.
«No vales nada»
«Naciste para complacer a otros»
«Deberías quitarte del medio»
Ella intentaba quitar todos esos pensamientos tan dolorosos e hirientes.
«Lo conseguiré, saldré de esta vida»
Se repetía una y otra vez para quedarse tranquila y vivir con menos miedo.
¿Pero sería así? ¿Saldría de toda esa m****a? ¿Viviría feliz o tan solo quedaría en el intento? ¿El hijo de la familia tendría algo que ver con su felicidad o su amargura?
La vida puede dar muchos giros inesperados.
Algunos son buenos...
Otros...
Muy malos...
Un año antes.Casa de la familia Ortega.18:00 de la tarde.—Eres una hija de puta —espetó molesto mientras daba otra patada a mi vientre —. Deberías desaparecer y no molestar —otra patada.Este era mi día a día. Ya no tenía fuerzas para poder defenderme o tan siquiera suplicar que dejara de pegarme golpes.Si lo hacía me daban más, así era Rupert Ortega, el marido de la señora Adelina Ortega."Mi familia".—Si te digo que hagas algo lo haces, y cuando acabes te encierras -me cogió del cabello haciendo que lo mirase —. ¿Has entendido? —Asentí —Respóndeme.—Si —respondí muy débil debido al dolor y al nudo en mi garganta.—¿Sí, qué?—Sí señor.
La gotas de la lluvia caían sobre la luna del coche, el ruido de los truenos le daba ese toque de terror a la noche. Dejaba rodar mis lágrimas por las mejillas, solo miraba por la ventana preguntándome una y otra vez que había hecho mal, que había hecho para merecer eso que estaba viviendo. No encontraba respuesta, solo dolor.La familia Ortega sonreía con malicia cuando me miraban por el retrovisor, bajaba la mirada del miedo, me pegué mucho más a la puerta al tener a Alonso muy cerca de mí.Una idea muy loca pasó por mi cabeza, pero esa idea fue borrada al ver la mano de la mujer pulsar el botón automático para cerrar con seguro la puerta. Grité por dentro de la rabia. Nunca podré escapar de esta realidad tan asquerosa que me toca vivir.Tras casi una hora de viaje llegamos al aeropuerto. La familia salió para darle la bienvenida a su hijo mayor dejándome a mí sola en el coche.Intenté abrir la puerta para escapar pero estaba cerrada. Di un golp
La comida estaba pasando en silencio absoluto, la señora María se había ido hacia otra parte, él y yo estábamos mirando hacia un punto fijo.La comida estaba riquísima, una tortilla de patatas—una típica comida de España—. Sentí la mirada de Roberto en mí, por un momento dejé de comer y miré la mesa.—¿Por qué dejas de comer?—¿Por qué me miras?—Lo escuché reír. Giré la cabeza y sonreí falsamente.—Bien —susurró y desvió la mirada —hoy por la noche te quiero en mi habitación, es la puerta a la izquierda de donde está la tuya —dijo para después levantarse e irse.Las ganas de comer se me habían quitado, el miedo comenzó a recorrer cada centímetro de mi cuerpo, me
Al día siguiente...Me da asco pensar que Roberto lo único que quiere de mí es lo que todos nos imaginamos. Usarme para su beneficio sexual y dejarme a un lado.El lado bueno de toda esta oscuridad es que no me ha obligado, en ese aspecto es mucho mejor que su hermano.Estar en esta casa me ha hecho reflexionar muchísimo. Y es que, por mucho dinero que tengas, aunque seas muy millonario, sigues estando solo, siguen viviendo en un mundo donde al soledad inunda cada parte de tu casa y tu vida.Ese es el caso de Roberto Ortega, un chico muy millonario, con todos los lujos que quiera, pero está solo. Según he escuchado Roberto no se lleva muy bien con sus padres ni con su hermano, solo se ven de muy vez en cuando y cuando lo hacen siempre terminan discutiendo. Roberto a estado solo durante muchísimo tiempo. No sé la razón, y tampoco me importa saberla.—Hija —la voz de Rina me sacó de mis p
Como me había dicho Rina, ahí me encontraba, esperándola en la habitación, estaba todo a oscuras y solo podía ver la poca luz que había por el pasillo.Escuché los ruidos de unos zapatos, pero no eran de mujer, eran de hombre. Me escondí en una esquina, no entró, siguió de largo.La habitación del teléfono...Escuché la voz de Roberto.Roberto: Dame los resultados sin rodeos.¿Qué quieres decir con eso?¿Estoy loco?No entiendo nada.¿Paranoide?Bien, hablaremos mañana.Miré hacia el suelo desconcertada. ¿Estaba loco? ¿Cómo qué estaba loco? No entendía nada. Los pasos se volvieron a escuchar pero esta vez se iban alejando. Estuve esperando a Rina pero en ningún momento apareció. Salí de la habitación para adentrarme en la mía, justo antes de entrar Roberto apareció asustado.—¿Dónde
Una semana... Llevo aquí una semana y ha sido muy difícil. Roberto sigue pidiéndome que le toque, intento no hacerlo...Pero algo dentro de mi quiere hacerlo, desde que vi a Roberto me llamó la atención, hay algo en él que me gusta, pero hay algo más que me da miedo.He estado intentando descubrir cual es el problema que tiene, eso que no puede controlar pero no consigo nada. Rina me dice que me lo contará pero nunca lo hace, cuando le pregunto siempre evade el tema y me pregunta otra cosa.Damián, el mejor amigo de Roberto y yo nos hemos empezado a llevar bien. Es buen hombre comparado con su amigo, siempre que Roberto se me acerca pone alguna excusa para alejarme de él... Se lo agradezco.Ya son bastantes excusas las que a puesto a lo largo de la semana y Roberto comienza a cansarse. Algo que es muy diferente ahora, es que, al menos veo la televisión más de seguido, veo pelíc
Hay un momento justo en la vida donde te das cuenta de que muchas de las cosas que has vivido se te han olvidado, o que no han sido suficiente buenas como para recordarlas, también puede pasar justo al contrario, has vivido tantas cosas malas que por mucho que quieras no se te pueden olvidar, tu mente estará torturándote día tras día con esas situaciones tan macabras que has vivido.—Tienes que limpiar.Patada en el estómago.—Cuando yo te lo digo.Otra más.—Si no me obedeces te echaré a la calle.Otra más.La sangre salía de mi boca, mi cuerpo temblaba por el dolor. Ni siquiera salía una lagrima de mis ojos, mis manos estaban echas puños, clavando así las uñas en la palma. La vista la tenía nublada y no por las lágrimas. Comencé a temblar más y más, las siguientes patadas ya no las sentía, no sentía dolor y eso me gustaba demasiado.Ese día
Damián.La historia de Masen me parece asquerosa. No entiendo como las personas pueden llegar a ser tan insensibles, y con tan poco corazón. Hacer sufrir a una persona día tras día solo porque te gusta, es de estar muy mal mentalmente.Los padres de Roberto no tienen perdón y él tampoco, las guarradas que le ha hecho a la chica a mi lado no tienen perdón de dios.Tenía pensado viajar hasta Italia, serían bastantes horas de viaje, pero contra más lejos mejor. Estoy seguro de que Roberto nos buscaría hasta debajo de las piedras.Llevó conduciendo dieciséis horas solo faltaban cuatro horas para llegar. Allí tenía un departamento, nadie sabía de él, ni siquiera Roberto, era mi lugar de escapada para cuando me encontraba mal y me iba a pasar semanas allí.Llevo hablando con Masen una semana, y simplemente me parece una mujer muy interesante, muy buena persona.