16

El sonido del teléfono vibrando en mi escritorio hizo que mi cuerpo se tensara de inmediato.

Era temprano aún, demasiado temprano para que algo importante llegara a mi bandeja de entrada, demasiado temprano para que alguien me buscara con urgencia.

Pero algo en el zumbido insistente, en la extraña sensación que se enroscó en mi estómago en el momento en que vi la notificación en la pantalla, me dijo que no era un mensaje cualquiera.

Deslicé el dedo con cautela, sintiendo cómo un escalofrío se deslizaba por mi espalda incluso antes de leerlo.

Número desconocido.

"Tu padre no estará en prisión para siempre."

El aire pareció abandonarme de golpe.

Mi piel se erizó y el teléfono tembló ligeramente en mi mano, como si el frío que ahora recorría mis venas pudiera transmitirse a

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