127. Fin.
Llegaron al hospital y Ciro, con el recién nacido en brazos, ayudó a Julia a salir del coche. El personal del hospital, alertado por la llamada que Ciro había realizado durante el viaje, ya los esperaba en la entrada de la sala de emergencias. Una enfermera corrió hacia ellos con una silla de ruedas, y ayudó a Julia a sentarse.

—¡Bienvenidos! —dijo la enfermera con una cálida sonrisa—. Parece que ya han hecho la parte difícil. Vamos, los llevaré directamente a maternidad.

—Gracias —suspiró Ciro, todavía sosteniendo a su hijo con cuidado mientras seguía a la enfermera por el pasillo.

Al llegar a la sala de maternidad, fueron recibidos por un médico que los esperaba, listo para examinar al bebé y asegurarse de que tanto él como Julia estaban bien después del sorpresivo parto.

—Hola, soy el doctor Martínez. ¿Cómo están todos? —preguntó el médico con una voz calmada y profesional.

—Un poco sorprendidos, pero bien, creo —respondió Ciro, mientras Julia asentía, sonriendo débilmente al médic
Sunflowerfield

Al llegar a estas últimas líneas, no puedo más que detenerme un momento a emitir un cálido y profundo agradecimiento a cada una de ustedes que ha estado acompañándome a lo largo de esta maravillosa travesía. Es un viaje que hemos compartido página a página, entre la tinta y las palabras que dieron vida a un mundo lleno de emociones, algo de intriga pero sobre todo mucho amor. Cada comentario, cada mensaje y cada muestra de apoyo ha sido un faro de luz que ha iluminado el proceso creativo, haciendo que cada capítulo fluyera con más fuerza y pasión. Gracias por permitir compartir con ustedes la historia de Julia y Ciro, y sobre todo por su compañía en cada paso de este maravilloso viaje literario. Con todo mi cariño y gratitud, Sunflowerfield. P.D. No es un adiós, sino un hasta luego.

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