—¿Estás despierto? — preguntó levantándose de un salto del sillón para pararse frente a él y observarlo detenidamente—. Sí, estás despierto.La sonrisa de Julia se dibujó en su rostro, haciéndose presente después de mucho tiempo. Desde aquel fatídico día en el que perdió a su padre y sucedió el accidente que involucró a su esposo reciente, no recordaba haber sonreído, todo fueron lágrimas, miedo y soledad.Podía observar cómo la mano del hombre buscaba algo, y ella siguió su movimiento. Estaba intentando presionar un botón en la mesita de noche. Con delicadeza, Julia tomó la mano de Ciro entre la suya y lo ayudó a alcanzar el botón, presionándolo junto a él.En el instante en que sus manos se tocaron, una extraña corriente eléctrica los atravesó haciendo que lo que ese instante pareciera mucho más extenso en el tiempo, que sus miradas se buscaran y conectarán de una forma inexplicable y sus corazones demostrarán que existían al alborotarse.Era una sensación tan inusual que, después
Julia sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Ni siquiera su esposo deseaba su compañía. No quería ser una carga y estaba dispuesta a acatar las peticiones de Ciro. Sobre todo no podía soportar saber que su esposo invalidaba de esa manera su sentir, de esa manera tan beligerante.Cuando la chica se acercó a la puerta, Alice la sujetó del brazo impidiéndole salir y negó con la cabeza.—Lo siento, pero eso no será posible — afirmó la abuela, una mujer supersticiosa y arraigada a las tradiciones, convencida de que la presencia de Julia había logrado despertar a su nieto.Y quizás ninguno de los dos se daba cuenta, pero Julia le hacía bien a Ciro. Por esa razón, Alice no permitiría que se marchara. Sabía que era lo mejor para él.—Ella es tu esposa, y no solo eso. Espero que aceptes que se convierta en madre de tus hijos.Ciro estaba desconcertado, creía que su abuela había perdido por completo la razón al decir eso. El no quería hijos y mucho menos con esa mujer.—No, eso no es pos
— ¿Qué le ha pasado a tu madre? — preguntó Alice, consciente de que sus acciones habían perjudicado a todos más de lo que había ayudado. Sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su objetivo de asegurar un heredero para su nieto. Si algo le sucedía a Julia, Ciro no podía quedarse sin un heredero.— Mi ex marido la tiene secuestrada en mi antigua casa. Si no hago todo lo que él me pide, la matará — confesó Julia, causando que Alice se llevara las manos a la boca en señal de consternación.— Te prometo que eso no va a suceder. Voy a evitarlo. Voy a salvar a tu madre, pero solo si accedes a darme un bisnieto — afirmó Alice, decidida a ayudar a Julia.— Está bien... Lo haré, pero será a través de fecundación in vitro. No pienso acostarme con ese hombre — accedió Julia, firme en su decisión.Alice aceptó la condición de Julia, aunque en realidad ya lo tenía previsto. De hecho, nadie esperaba que su nieto despertara, por eso era precisamente lo que iba a suceder. Ciro tenía muestras co
Julia hacía todo lo posible por estar presente y acompañar a su esposo, pero para Ciro era más bien una tortura tenerla cerca todo el tiempo. Cuando no estaba llorando, parecía sumida en una profunda depresión, y cuando no, apenas tenía algo de conversación.¿Por qué seguía a su lado entonces? ¿Por qué demonios había aceptado casarse con él? Sabía que venía de una familia adinerada y con un negocio próspero, por lo que no podía atribuirse a necesidad alguna.Estar con ella solo le recordaba todas las desgracias que habían ocurrido. Solo veía en los ojos tristes de esa mujer el gran infortunio que había supuesto convertirse en su esposa. Entonces, ¿por qué lo había hecho? ¿O acaso la verdadera desgracia era no ser viudo todavía?Él, que siempre había tenido a las mujeres rendidas a sus pies, ahora se veía obligado a soportar la depresión de una chica que no solo parecía profundamente infeliz con su matrimonio, sino que además era la hija del hombre que casi lo había matado en un accide
— Supuestamente soy tu esposa y es mi responsabilidad cuidarte — respondió Julia.— Por poco tiempo — murmuró Ciro entre dientes.— Perdona, ¿dijiste algo? — preguntó Julia, incapaz de escuchar las últimas palabras pronunciadas por él.— Que vengas aquí y traigas mis medicamentos — exigió él de mal humor.Julia se puso nerviosa y mientras caminaba hasta su cama se tropezó con sus propios pies y es que se volvía muy patosa cuando los nervios la ganaban.Las pastillas cayeron al suelo y Julia las pisó sin querer convirtiéndolas en poco más que polvo de distintos colores.— Es que eres una inútil — dijo Ciro muy molesto — no solo una interesada sino también una inútil que no puede hacer las cosas más simples. Siempre te estás equivocando, el otro día me tiraste el café caliente encima y el otro ni siquiera pude dormir a causa de tus llantos de niña pequeña¿Es que no te cansas nunca de llorar?La voz de Ciro se escuchaba más allá de la habitación, cada vez gritaba más alto haciendo que Ju
Ciro asintió malhumorado y le hizo un gesto con la mano para que se alejara.— Pues espero que al menos te alejes de mi y no deba aguantar tú presencia, esta casa es lo suficientemente grande como para no encontrarnos.Ella quería decirle que era un desgraciado por tratarla así, pero no pudo hacer otra cosa que morderse la lengua, asentir y salir de ahí cuanto antes para no envenenarse con su propio veneno, el que estaba acumulando por culpa de ese hombre.A pesar de que aquella noche Julia durmió en una cómoda cama, por primera vez en mucho tiempo, no pudo descansar, pero no era la única en vela en esa casa. Ciro no podía dejar de pensar en ella. Habían pasado mucho tiempo juntos y se le hacía extraño volver a dormir solo, aunque lo que realmente lo mantenía en vela, era esa incertidumbre¿Por qué esa mujer quería quedarse si sabía de sobra que lo detestaba tanto como él a ella?—Mierda — dijo cuando un pensamiento llegó a su mente provocandole terror — ¿Y si está embarazada?Recorda
Aquella mañana Julia tenía cita en el ginecólogo, por suerte su esposo había salido temprano y no tendría que inventarse una excusa para salir sin escolta ni acompañante.Está vez, a diferencia de la otra, el médico, la hizo desnudarse y ponerse una bata para luego tumbarse en una camilla.— Voy a hacerle un ultrasonido, no creo que veamos mucho pero si que escucharemos, ya debe haber latido.Julia estaba segura de que el médico se refería al latido del corazón del bebé, pero en ese instante, ella sintió como el suyo se aceleraba, escucharía a su pequeña o pequeña por primera vez.— Tal y como le decía aún es pronto para que veamos algo realmente interesante — el médico le mostró en la pantalla una extraña masa indescriptible, aún así, era extraño y curioso pensar que aquello era su bebé iniciando su vida.— Pero si aumentamos el volumen…De repente un rápido sonido de latidos empezó a sonar a través de los altavoces, ella no era capaz de creer lo que ese simple sonido le provocaba, la
— No quiero hacerlo, yo creo en el matrimonio.Ciro estaba decidido a hacer que esa mujer quisiera divorciarse de él y ella misma terminara por querer alejarse de él así tuviera que convertirse en un hombre cruel y detestable.Se acercó a ella hasta tenerla acorralada entre su cuerpo y la pared, Ciro ya apenas cojeaba y hacía días que había dejado de necesitar el bastón.— O es que en realidad si te gusto, porque si crees en el matrimonio hay algo muy importante que dos personas casadas hacen a menudo.Aseguró él deslizando la nariz por el cuello de la mujer y embriagándose con su aroma, olía realmente bien, maldita sea, ahora estaba duro y muy molesto consigo mismo porque al intentar intimidarla había acabado por perjudicarse a si mismo.— Ciro yo…— la chica jadeó por el atrevimiento de su esposo, por la forma en que su cuerpo parecía reaccionar a ese acercamiento, por la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas.— ¿Eso es lo que sucede Julia, deseas acostarte conmigo? — Pregu