— Supuestamente soy tu esposa y es mi responsabilidad cuidarte — respondió Julia.— Por poco tiempo — murmuró Ciro entre dientes.— Perdona, ¿dijiste algo? — preguntó Julia, incapaz de escuchar las últimas palabras pronunciadas por él.— Que vengas aquí y traigas mis medicamentos — exigió él de mal humor.Julia se puso nerviosa y mientras caminaba hasta su cama se tropezó con sus propios pies y es que se volvía muy patosa cuando los nervios la ganaban.Las pastillas cayeron al suelo y Julia las pisó sin querer convirtiéndolas en poco más que polvo de distintos colores.— Es que eres una inútil — dijo Ciro muy molesto — no solo una interesada sino también una inútil que no puede hacer las cosas más simples. Siempre te estás equivocando, el otro día me tiraste el café caliente encima y el otro ni siquiera pude dormir a causa de tus llantos de niña pequeña¿Es que no te cansas nunca de llorar?La voz de Ciro se escuchaba más allá de la habitación, cada vez gritaba más alto haciendo que Ju
Ciro asintió malhumorado y le hizo un gesto con la mano para que se alejara.— Pues espero que al menos te alejes de mi y no deba aguantar tú presencia, esta casa es lo suficientemente grande como para no encontrarnos.Ella quería decirle que era un desgraciado por tratarla así, pero no pudo hacer otra cosa que morderse la lengua, asentir y salir de ahí cuanto antes para no envenenarse con su propio veneno, el que estaba acumulando por culpa de ese hombre.A pesar de que aquella noche Julia durmió en una cómoda cama, por primera vez en mucho tiempo, no pudo descansar, pero no era la única en vela en esa casa. Ciro no podía dejar de pensar en ella. Habían pasado mucho tiempo juntos y se le hacía extraño volver a dormir solo, aunque lo que realmente lo mantenía en vela, era esa incertidumbre¿Por qué esa mujer quería quedarse si sabía de sobra que lo detestaba tanto como él a ella?—Mierda — dijo cuando un pensamiento llegó a su mente provocandole terror — ¿Y si está embarazada?Recorda
Aquella mañana Julia tenía cita en el ginecólogo, por suerte su esposo había salido temprano y no tendría que inventarse una excusa para salir sin escolta ni acompañante.Está vez, a diferencia de la otra, el médico, la hizo desnudarse y ponerse una bata para luego tumbarse en una camilla.— Voy a hacerle un ultrasonido, no creo que veamos mucho pero si que escucharemos, ya debe haber latido.Julia estaba segura de que el médico se refería al latido del corazón del bebé, pero en ese instante, ella sintió como el suyo se aceleraba, escucharía a su pequeña o pequeña por primera vez.— Tal y como le decía aún es pronto para que veamos algo realmente interesante — el médico le mostró en la pantalla una extraña masa indescriptible, aún así, era extraño y curioso pensar que aquello era su bebé iniciando su vida.— Pero si aumentamos el volumen…De repente un rápido sonido de latidos empezó a sonar a través de los altavoces, ella no era capaz de creer lo que ese simple sonido le provocaba, la
— No quiero hacerlo, yo creo en el matrimonio.Ciro estaba decidido a hacer que esa mujer quisiera divorciarse de él y ella misma terminara por querer alejarse de él así tuviera que convertirse en un hombre cruel y detestable.Se acercó a ella hasta tenerla acorralada entre su cuerpo y la pared, Ciro ya apenas cojeaba y hacía días que había dejado de necesitar el bastón.— O es que en realidad si te gusto, porque si crees en el matrimonio hay algo muy importante que dos personas casadas hacen a menudo.Aseguró él deslizando la nariz por el cuello de la mujer y embriagándose con su aroma, olía realmente bien, maldita sea, ahora estaba duro y muy molesto consigo mismo porque al intentar intimidarla había acabado por perjudicarse a si mismo.— Ciro yo…— la chica jadeó por el atrevimiento de su esposo, por la forma en que su cuerpo parecía reaccionar a ese acercamiento, por la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas.— ¿Eso es lo que sucede Julia, deseas acostarte conmigo? — Pregu
Ciro se dio cuenta, si había algo que sabía era leer a las mujeres y no le pasó desapercibida la manera en que ella desvió la vista de sus ojos a su boca, por lo que aprovechando que la tenía tan cerca, pasó un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo.La respiración de Julia se aceleró al sentir el fuerte agarre del hombre, su cuerpo contra el de ella, Julia se quedó callada de repente mientras él fijaba esos penetrantes ojos verdes en los de ella, completamente en silencio mirándose el uno al otro, con sus bocas calentando la otra boca con su aliento, eran apenas unos milímetros lo que necesitaban moverse para besarse.— Solo necesito hacer esto y te tengo urgida y necesitada, apuesto que podría follarte en ese escritorio y luego seguir tratandote mal y seguirías abriéndome las piernas ¿Tanto te interesa mi dinero? No necesitabas casarte conmigo, te habría pagado gustoso por tus servicios.Todas las ganas que tenía de probar su boca se esfumaron de repente, fue com
—Lo siento…— murmuraba Ciro Costello contra el cuerpo de su esposa, llenándola de besos y mimos. Saboreando cada rincón de su piel como si la estuviera adorando.Un gemido escapó de los labios de Julia en el instante en que sintió su respiración en la zona más baja de su vientre, todavía plano, porque ahí se albergaba una vida, el hijo de los dos.Los dedos de ella se entrelazaron entre las hebras del cabello de él, esperando con anticipación lo que vendría.Pero Ciro solo levantó la vista y comenzó a reír a carcajadas.— ¿Lo ves? Solo eres una perra en celo, dispuesta a abrirme las piernas cuando yo lo desee.Él seguía riendo sonoramente, y ella se quedó completamente bloqueada, sin saber cómo reaccionar o cómo apartarlo de allí. Su corazón parecía romperse en ese instante, incluso le pareció escuchar el doloroso sonido de su corazón partiéndose, y ese sonido fue lo que la despertó. Sudorosa y sola, se encontraba en medio de su cama. Solo había sido una pesadilla.El corazón de Julia
Ciro se vio tentado a ser quien diera un paso hacia atrás al verla acercarse y encararlo. Aún recordaba la forma en la que su mano había cobrado vida propia golpeando a la mujer frente a él. Pero no. No le daría la satisfacción de verlo retroceder. En cambio sonrió, no era una sonrisa amable, era una sonrisa sarcástica de un hombre que sabe cómo herir y lo haría. La tomó por la cintura pegandola a su cuerpo.Julia acababa de darse cuenta de que aquello había sido una mala idea en el instante en que sintió ese brazo rodeándola y el calor del cuerpo de su esposo contra el suyo que hacía que casi quisiera ponerse de puntillas y besarlo mientras sentía su pectoral fuerte bajo la mano.— ¿Crees que no tengo un corazón, solo por qué no late por ti? No me hagas reír por supuesto que tengo un corazón, pero jamás se rebajaría a latir por alguien como tú — su voz estaba cargada de intensidad y de veneno —, una oportunista, una arrabalera, jamás haría que un corazón como el mío latiera por ella.
Fue en ese instante que sus mirada volvieron a encontrarse, que él pareció salir de su letargo, su mirada llena de pasión se convirtió en una gélida, alejándose de ella como si fuera un isótopo radiactivo.—No, no voy a caer. Tú no serás la madre de mi hijo — sentenció Ciro — no me dejaré seducir por ti. La única razón por la cual he venido es para decirte que mañana iremos a una fiesta es hora de que todos sepan que Ciro Costello ha vuelto. Así que arréglate muy bien. No voy a permitir que me humilles.Pudo verlo alejarse y acomodarse la ropa dejándola frustrada y sin saber que decir. No quería que fuera la madre de su hijo, resistió el impulso de llevarse la mano al vientre para que él no la descubriera. Era tarde, su heredero ya crecía en sus entrañas y está vez no fue capaz de evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.— Márchate — murmuró muy bajito secándose las lágrimas con rabia — ¡Que te vayas dije!¡Lárgate de mi habitación!— exigió tirándole una almohada para lueg