Ciro se vio tentado a ser quien diera un paso hacia atrás al verla acercarse y encararlo. Aún recordaba la forma en la que su mano había cobrado vida propia golpeando a la mujer frente a él. Pero no. No le daría la satisfacción de verlo retroceder. En cambio sonrió, no era una sonrisa amable, era una sonrisa sarcástica de un hombre que sabe cómo herir y lo haría. La tomó por la cintura pegandola a su cuerpo.Julia acababa de darse cuenta de que aquello había sido una mala idea en el instante en que sintió ese brazo rodeándola y el calor del cuerpo de su esposo contra el suyo que hacía que casi quisiera ponerse de puntillas y besarlo mientras sentía su pectoral fuerte bajo la mano.— ¿Crees que no tengo un corazón, solo por qué no late por ti? No me hagas reír por supuesto que tengo un corazón, pero jamás se rebajaría a latir por alguien como tú — su voz estaba cargada de intensidad y de veneno —, una oportunista, una arrabalera, jamás haría que un corazón como el mío latiera por ella.
Fue en ese instante que sus mirada volvieron a encontrarse, que él pareció salir de su letargo, su mirada llena de pasión se convirtió en una gélida, alejándose de ella como si fuera un isótopo radiactivo.—No, no voy a caer. Tú no serás la madre de mi hijo — sentenció Ciro — no me dejaré seducir por ti. La única razón por la cual he venido es para decirte que mañana iremos a una fiesta es hora de que todos sepan que Ciro Costello ha vuelto. Así que arréglate muy bien. No voy a permitir que me humilles.Pudo verlo alejarse y acomodarse la ropa dejándola frustrada y sin saber que decir. No quería que fuera la madre de su hijo, resistió el impulso de llevarse la mano al vientre para que él no la descubriera. Era tarde, su heredero ya crecía en sus entrañas y está vez no fue capaz de evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.— Márchate — murmuró muy bajito secándose las lágrimas con rabia — ¡Que te vayas dije!¡Lárgate de mi habitación!— exigió tirándole una almohada para lueg
El ambiente de la fiesta era elegante y sofisticado, pero para Ciro, la noche se había tornado en un torbellino de emociones. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Julia, su esposa, bailando con Antuan, el enigmático playboy de la ciudad.Los celos arremetían en su interior y la reputación de Antuan no hacía más que alimentar sus nervios. Sabía que el hombre no se detendría ante nada para conquistar a cualquier mujer que le interesara, y su hermosa Julia no era la excepción.Mónica, una atractiva mujer que había notado el cambio de ánimo en Ciro, se acercó a él con una sonrisa seductora. Pero aunque le prestó atención por un instante, su mirada rápidamente volvió a la pista donde Julia y Antuan parecían disfrutar del baile.—Ciro, te encuentras aquí — dijo Mónica, tratando de captar su atención una vez más.—Sí, estoy aquí — respondió Ciro, tomando un trago de su copa y dejándola vacía en una bandeja cercana, sin apartar la mirada de su esposa.—¿Así que ella es tu esposa? ¿Cómo
— ¿Así que tú eres la esposa de Ciro Costello? — dijo una hermosa mujer acercándose a Julia mientras la observaba de arriba a abajo sin ningún disimulo — Encantada, soy Mónica — extendió la mano en su dirección para estrecharla.—Oh, sí, claro, yo soy Julia Costello — respondió ella ignorando la mirada de la mujer. Era la misma que había visto antes bailando con su esposo, pero no se mostraría celosa. Le estrechó la mano y le obsequió una sonrisa amigable.—No entiendo por qué una mujer como tú necesita casarse con un hombre en su lecho de muerte para poder conseguir un esposo, eres bastante guapa — comentó Mónica, sin filtro en sus palabras.Julia se sorprendió por la audacia de Mónica y la falta de tacto en su comentario. Aunque por dentro, el comentario le molestaba, decidió mantener la compostura y responder con elegancia.— Ni mis razones ni las circunstancias son algo que tenga la obligación de explicarle a una desconocida — dijo Julia, tratando de mantener la calma —. Nuestro
Era como si el tiempo pasara muy lento para Julia, sintió el miedo apoderándose de ella mientras los hombres se acercaban más. Su corazón latía con fuerza en su pecho, pero se negaba a rendirse sin luchar, no quería que ellos la tocaran.Intentó alejarse retrocediendo unos pasos, pero la acorralaron, bloqueando cualquier posible escape. Cada uno de los hombres llevaba una sonrisa siniestra en el rostro, y Julia sabía que se encontraba en peligro.—No te preocupes, cariño, solo queremos divertirnos un poco contigo, ya te lo hemos dicho— dijo uno de ellos, acercándose aún más y atreviéndose a agarrarla del trasero — Te va a gustar.Ella se giró y sin ningún tipo de miedo golpeó al hombre con la mano abierta, girándole el rostro por el impacto y dejando la marca rojiza de sus dedos en la mejilla.— ¡No me toque! — exclamó ella mientras los otros reían, pero el que había sido golpeado se sentía tan herido en el ego que ya ni recordaba las órdenes, solo quería someter a esa mujer y hacerle
Ella se asustó, ya había comprobado hasta qué punto su esposo podía enfurecer.— Ya te dije que yo no quería y mi vestido no tiene nada que ver, puedo vestirme como quiera — intentó encararlo ella.El corazón de Ciro latía con fuerza dentro de su pecho, mezclando la ira, la preocupación y el deseo que sentía en ese instante por Julia. No podía evitar sentirse enfadado por la situación en la que se había puesto, por no decir que él había hecho posible, pero también estaba aterrado por lo que pudo haber ocurrido y la necesidad de protegerla.—No sabes lo furioso que estaba al verte en peligro, rodeada de esos hombres — susurró con voz entrecortada mientras la acercaba a él, su boca apenas a centímetros de sus labios, antes de que finalmente la besara apasionadamente, apretándola con fuerza contra su cuerpo. En ese momento, todas las palabras sobraban, solo quería asegurarse de que ella estuviera a salvo.— Ciro a mí no me interesa ningún otro hombre.Ella solo era capaz de notar su alie
De un instante a otro había pasado de sentirse feliz a sentirse usada, había estado tan viva entre sus brazos, solo había sido algo rápido, sobre el capó de su coche pero él le negó notar el calor de su semilla en el interior, era su esposa, le acababa de decir que quería que funcionará y demostraba todo lo contrario.— Ciro… debemos volver a casa.Fue lo único que dijo escabulléndose de debajo de su cuerpo¿Cómo podría contarle que esperaban un hijo si ni siquiera había querido terminar en su interior?Se levantó y acomodó la ropa y sin decir nada más abrió la puerta del copiloto y se subió a su coche dándole muchas vueltas a todo lo ocurrido esa noche, necesitaba pensar.Ciro en ese momento se encontraba luchando con los sentimientos encontrados que parecían haberse desatado tras estar con Julia.La forma que su cuerpo había actuado, la forma que sus cuerpos se fundieron, él luchando contra el mismo y su deseo de terminar en su interior, para después acabar afuera de ella.La dejó es
Aquella mañana, Julia no quería presentarse al desayuno, pero sabía que si no lo hacía antes de que él tuviera que irse a trabajar, solo complicaría aún más las cosas. A regañadientes, se preparó y bajó a la cocina. Ciro ya estaba sentado en la mesa, leyendo el periódico con expresión seria.Julia intentó ignorar su presencia mientras se servía una taza de café. El silencio era incómodo y pesado, pero ninguno de los dos parecía dispuesto a romperlo. Pero al final ella cedió.— Buenos días — dijo Julia en voz baja sintiendo que si no lo hacía no podría tragar siquiera un poco de café.— Pensé que tendría que subir a buscarte para que bajaras a desayunar.Ciro apretó aún más el periódico en su mano, sintiendo cómo la ira se apoderaba nuevamente de él. Sabía que sus palabras eran provocadoras y que solo empeorarían las cosas, pero no podía evitarlo. Quería hacerla enfadar, quería que sintiera lo que él había sentido la noche anterior.Julia, por su parte, no se dejaba amedrentar. Su mira