Aquella mañana Julia tenía cita en el ginecólogo, por suerte su esposo había salido temprano y no tendría que inventarse una excusa para salir sin escolta ni acompañante.Está vez, a diferencia de la otra, el médico, la hizo desnudarse y ponerse una bata para luego tumbarse en una camilla.— Voy a hacerle un ultrasonido, no creo que veamos mucho pero si que escucharemos, ya debe haber latido.Julia estaba segura de que el médico se refería al latido del corazón del bebé, pero en ese instante, ella sintió como el suyo se aceleraba, escucharía a su pequeña o pequeña por primera vez.— Tal y como le decía aún es pronto para que veamos algo realmente interesante — el médico le mostró en la pantalla una extraña masa indescriptible, aún así, era extraño y curioso pensar que aquello era su bebé iniciando su vida.— Pero si aumentamos el volumen…De repente un rápido sonido de latidos empezó a sonar a través de los altavoces, ella no era capaz de creer lo que ese simple sonido le provocaba, la
— No quiero hacerlo, yo creo en el matrimonio.Ciro estaba decidido a hacer que esa mujer quisiera divorciarse de él y ella misma terminara por querer alejarse de él así tuviera que convertirse en un hombre cruel y detestable.Se acercó a ella hasta tenerla acorralada entre su cuerpo y la pared, Ciro ya apenas cojeaba y hacía días que había dejado de necesitar el bastón.— O es que en realidad si te gusto, porque si crees en el matrimonio hay algo muy importante que dos personas casadas hacen a menudo.Aseguró él deslizando la nariz por el cuello de la mujer y embriagándose con su aroma, olía realmente bien, maldita sea, ahora estaba duro y muy molesto consigo mismo porque al intentar intimidarla había acabado por perjudicarse a si mismo.— Ciro yo…— la chica jadeó por el atrevimiento de su esposo, por la forma en que su cuerpo parecía reaccionar a ese acercamiento, por la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas.— ¿Eso es lo que sucede Julia, deseas acostarte conmigo? — Pregu
Ciro se dio cuenta, si había algo que sabía era leer a las mujeres y no le pasó desapercibida la manera en que ella desvió la vista de sus ojos a su boca, por lo que aprovechando que la tenía tan cerca, pasó un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo.La respiración de Julia se aceleró al sentir el fuerte agarre del hombre, su cuerpo contra el de ella, Julia se quedó callada de repente mientras él fijaba esos penetrantes ojos verdes en los de ella, completamente en silencio mirándose el uno al otro, con sus bocas calentando la otra boca con su aliento, eran apenas unos milímetros lo que necesitaban moverse para besarse.— Solo necesito hacer esto y te tengo urgida y necesitada, apuesto que podría follarte en ese escritorio y luego seguir tratandote mal y seguirías abriéndome las piernas ¿Tanto te interesa mi dinero? No necesitabas casarte conmigo, te habría pagado gustoso por tus servicios.Todas las ganas que tenía de probar su boca se esfumaron de repente, fue com
—Lo siento…— murmuraba Ciro Costello contra el cuerpo de su esposa, llenándola de besos y mimos. Saboreando cada rincón de su piel como si la estuviera adorando.Un gemido escapó de los labios de Julia en el instante en que sintió su respiración en la zona más baja de su vientre, todavía plano, porque ahí se albergaba una vida, el hijo de los dos.Los dedos de ella se entrelazaron entre las hebras del cabello de él, esperando con anticipación lo que vendría.Pero Ciro solo levantó la vista y comenzó a reír a carcajadas.— ¿Lo ves? Solo eres una perra en celo, dispuesta a abrirme las piernas cuando yo lo desee.Él seguía riendo sonoramente, y ella se quedó completamente bloqueada, sin saber cómo reaccionar o cómo apartarlo de allí. Su corazón parecía romperse en ese instante, incluso le pareció escuchar el doloroso sonido de su corazón partiéndose, y ese sonido fue lo que la despertó. Sudorosa y sola, se encontraba en medio de su cama. Solo había sido una pesadilla.El corazón de Julia
Ciro se vio tentado a ser quien diera un paso hacia atrás al verla acercarse y encararlo. Aún recordaba la forma en la que su mano había cobrado vida propia golpeando a la mujer frente a él. Pero no. No le daría la satisfacción de verlo retroceder. En cambio sonrió, no era una sonrisa amable, era una sonrisa sarcástica de un hombre que sabe cómo herir y lo haría. La tomó por la cintura pegandola a su cuerpo.Julia acababa de darse cuenta de que aquello había sido una mala idea en el instante en que sintió ese brazo rodeándola y el calor del cuerpo de su esposo contra el suyo que hacía que casi quisiera ponerse de puntillas y besarlo mientras sentía su pectoral fuerte bajo la mano.— ¿Crees que no tengo un corazón, solo por qué no late por ti? No me hagas reír por supuesto que tengo un corazón, pero jamás se rebajaría a latir por alguien como tú — su voz estaba cargada de intensidad y de veneno —, una oportunista, una arrabalera, jamás haría que un corazón como el mío latiera por ella.
Fue en ese instante que sus mirada volvieron a encontrarse, que él pareció salir de su letargo, su mirada llena de pasión se convirtió en una gélida, alejándose de ella como si fuera un isótopo radiactivo.—No, no voy a caer. Tú no serás la madre de mi hijo — sentenció Ciro — no me dejaré seducir por ti. La única razón por la cual he venido es para decirte que mañana iremos a una fiesta es hora de que todos sepan que Ciro Costello ha vuelto. Así que arréglate muy bien. No voy a permitir que me humilles.Pudo verlo alejarse y acomodarse la ropa dejándola frustrada y sin saber que decir. No quería que fuera la madre de su hijo, resistió el impulso de llevarse la mano al vientre para que él no la descubriera. Era tarde, su heredero ya crecía en sus entrañas y está vez no fue capaz de evitar que las lágrimas resbalaran por sus mejillas.— Márchate — murmuró muy bajito secándose las lágrimas con rabia — ¡Que te vayas dije!¡Lárgate de mi habitación!— exigió tirándole una almohada para lueg
El ambiente de la fiesta era elegante y sofisticado, pero para Ciro, la noche se había tornado en un torbellino de emociones. No podía quitarse de la cabeza la imagen de Julia, su esposa, bailando con Antuan, el enigmático playboy de la ciudad.Los celos arremetían en su interior y la reputación de Antuan no hacía más que alimentar sus nervios. Sabía que el hombre no se detendría ante nada para conquistar a cualquier mujer que le interesara, y su hermosa Julia no era la excepción.Mónica, una atractiva mujer que había notado el cambio de ánimo en Ciro, se acercó a él con una sonrisa seductora. Pero aunque le prestó atención por un instante, su mirada rápidamente volvió a la pista donde Julia y Antuan parecían disfrutar del baile.—Ciro, te encuentras aquí — dijo Mónica, tratando de captar su atención una vez más.—Sí, estoy aquí — respondió Ciro, tomando un trago de su copa y dejándola vacía en una bandeja cercana, sin apartar la mirada de su esposa.—¿Así que ella es tu esposa? ¿Cómo
— ¿Así que tú eres la esposa de Ciro Costello? — dijo una hermosa mujer acercándose a Julia mientras la observaba de arriba a abajo sin ningún disimulo — Encantada, soy Mónica — extendió la mano en su dirección para estrecharla.—Oh, sí, claro, yo soy Julia Costello — respondió ella ignorando la mirada de la mujer. Era la misma que había visto antes bailando con su esposo, pero no se mostraría celosa. Le estrechó la mano y le obsequió una sonrisa amigable.—No entiendo por qué una mujer como tú necesita casarse con un hombre en su lecho de muerte para poder conseguir un esposo, eres bastante guapa — comentó Mónica, sin filtro en sus palabras.Julia se sorprendió por la audacia de Mónica y la falta de tacto en su comentario. Aunque por dentro, el comentario le molestaba, decidió mantener la compostura y responder con elegancia.— Ni mis razones ni las circunstancias son algo que tenga la obligación de explicarle a una desconocida — dijo Julia, tratando de mantener la calma —. Nuestro