— ¿Qué le ha pasado a tu madre? — preguntó Alice, consciente de que sus acciones habían perjudicado a todos más de lo que había ayudado. Sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su objetivo de asegurar un heredero para su nieto. Si algo le sucedía a Julia, Ciro no podía quedarse sin un heredero.
— Mi ex marido la tiene secuestrada en mi antigua casa. Si no hago todo lo que él me pide, la matará — confesó Julia, causando que Alice se llevara las manos a la boca en señal de consternación.— Te prometo que eso no va a suceder. Voy a evitarlo. Voy a salvar a tu madre, pero solo si accedes a darme un bisnieto — afirmó Alice, decidida a ayudar a Julia.— Está bien... Lo haré, pero será a través de fecundación in vitro. No pienso acostarme con ese hombre — accedió Julia, firme en su decisión.Alice aceptó la condición de Julia, aunque en realidad ya lo tenía previsto. De hecho, nadie esperaba que su nieto despertara, por eso era precisamente lo que iba a suceder. Ciro tenía muestras congeladas de su esperma, preparadas años atrás por insistencia de Alice, quien no quería quedarse sin herederos legítimos y su nieto no parecía interesado en casarse.— Mira, cariño, parece que tu ex esposa no tuvo tan mala suerte al final — comentó la amante de Víctor contenta, mirando las últimas noticias de la alta sociedad en su teléfono móvil al fin y al cabo sabía de las intenciones de Víctor volver a casarse con ella una vez enviudara — El moribundo ha despertado y dicen que es posible que se recupere.— ¡Eso no puede ser! — exclamó Víctor, moviéndose rápidamente para agarrar el teléfono de su amante y comprobar si lo que decía era cierto.En ese momento, Víctor Johnson sintió celos pero sobre todo miedo. Ciro Costello era un hombre poderoso y se decía que era cruel e implacable con sus enemigos. Víctor tragó saliva, temiendo que una investigación sobre el accidente de su suegro pudiera llevarlo hasta él, al fin y al cabo el era el causante de esa muerte.Eso era algo que definitivamente no le interesaba.Aunque rápidamente pensó en el lado positivo de la situación, Víctor Johnson consideró que podría manipular a su exesposa. Siempre había sido hábil en ese aspecto, ella estaba enamorada de él, y si lograba formar parte del círculo íntimo de Ciro, podría obtener cualquier cosa que deseara. Los Costello eran las personas más influyentes que conocía, y estar cerca de ellos le abriría puertas inimaginables.Por fin, Julia había accedido a tener ese bebé, el heredero de los Costello. Sin embargo, su motivación no era la fama ni el dinero. Tenía razones poderosas para querer tener a ese bebé. En primer lugar, quería salvar a su madre de las garras de su exesposo, por quien ella misma la había entregado. En segundo lugar, tenía una razón mucho más personal: Julia anhelaba tener un hijo, alguien que la amara y a quien amar incondicionalmente.Lo que había creído que era amor había resultado ser una mentira, por lo que ahora ansiaba experimentar el verdadero amor, el que se experimenta al ser madre.Esa era la razón por la que Julia se encontraba aquel día en una de las clínicas privadas más prestigiosas y costosas de la ciudad. Había pasado por un exhaustivo chequeo médico para evaluar su estado y ahora se disponía a escuchar las indicaciones del médico respecto a la fecundación in vitro.Tras recibir buenas noticias sobre su salud, Julia salió de la consulta con buen ánimo. Sin embargo, ese estado de ánimo se desvaneció rápidamente cuando se encontró cara a cara con su exmarido. Aún le dolía ver a Víctor, y resultaba muy difícil aceptar lo ingenua que había sido al confiar en él. Intentó girarse para caminar por otro pasillo, pero él se movió rápidamente en su dirección, como si supiera que estaría allí y la hubiera estado buscando.— Tenía muchas ganas de verte — dijo él hipócritamente, tratando de tocarla, tomar su mano. Pero ella lo apartó bruscamente.— No me toques.— No deberías tratarme así. Gracias a mí, estás casada con el hombre más influyente del país. Solo quiero lo mejor para ti, incluso por encima de mis propios intereses. Eso es lo que significa amar — Víctor sabía que tenía que ganarse su favor para obtener beneficios de su familia política y la parte más débil y a la vez accesible de su antigua esposa era el corazón.Julia sintió un fuerte malestar en el estómago en ese preciso instante, incluso antes de estar embarazada ya tenía náuseas. Le repugnaba la forma en que su exmarido intentaba ganarse su favor. ¿Cómo podía ser tan falso?— Eres despreciable, Víctor — dijo ella, sintiéndose muy molesta. Tenía ganas de golpearlo, pero sabía que no podía permitirse un escándalo en medio del hospital.— Verás cómo con el tiempo me lo agradecerás.Julia se acercó a su exmarido, quedando a escasos centímetros de su boca, aguantando las náuseas que le provocaba tenerlo tan cerca.— En eso tienes mucha razón. Cualquier cosa es mejor que seguir casada contigo y ser engañada por ti — dijo con determinación. Luego se giró y salió rápidamente en dirección a la consulta que le habían indicado. Lo que tenía por delante era mucho más importante que perder un segundo más con ese imbécil.Finalmente logró alejarse de él. No podía entender cómo se había dejado engañar de esa manera. ¿Cómo había sido tan ingenua como para enamorarse y dejarse manipular por un hombre como él? No solo la había vendido, sino que ahora intentaba acercarse a ella solo para sacar provecho.No tuvo tiempo de deshacerse del mal humor cuando llegó a la consulta y la hicieron pasar de inmediato.Julia se encontraba en uno de los peores estados de ánimo posibles mientras yacía en la camilla, esperando a que la anestesia hiciera efecto antes de someterse a la extracción de óvulos para su posterior fecundación.Nunca debería haber llegado a esta situación, nadie debería traer a un bebé al mundo bajo estas circunstancias. Se sentía indignada por el trato impuesto por su exmarido que la obligaba a pasar por esto. Odiaba cada aspecto de esta situación, pero haría todo lo posible por ser una buena madre para el futuro hijo o hija que nacería. Estaba decidida a convertirse en una persona mejor por el bienestar de su futuro hijo.Julia hacía todo lo posible por estar presente y acompañar a su esposo, pero para Ciro era más bien una tortura tenerla cerca todo el tiempo. Cuando no estaba llorando, parecía sumida en una profunda depresión, y cuando no, apenas tenía algo de conversación.¿Por qué seguía a su lado entonces? ¿Por qué demonios había aceptado casarse con él? Sabía que venía de una familia adinerada y con un negocio próspero, por lo que no podía atribuirse a necesidad alguna.Estar con ella solo le recordaba todas las desgracias que habían ocurrido. Solo veía en los ojos tristes de esa mujer el gran infortunio que había supuesto convertirse en su esposa. Entonces, ¿por qué lo había hecho? ¿O acaso la verdadera desgracia era no ser viudo todavía?Él, que siempre había tenido a las mujeres rendidas a sus pies, ahora se veía obligado a soportar la depresión de una chica que no solo parecía profundamente infeliz con su matrimonio, sino que además era la hija del hombre que casi lo había matado en un accide
— Supuestamente soy tu esposa y es mi responsabilidad cuidarte — respondió Julia.— Por poco tiempo — murmuró Ciro entre dientes.— Perdona, ¿dijiste algo? — preguntó Julia, incapaz de escuchar las últimas palabras pronunciadas por él.— Que vengas aquí y traigas mis medicamentos — exigió él de mal humor.Julia se puso nerviosa y mientras caminaba hasta su cama se tropezó con sus propios pies y es que se volvía muy patosa cuando los nervios la ganaban.Las pastillas cayeron al suelo y Julia las pisó sin querer convirtiéndolas en poco más que polvo de distintos colores.— Es que eres una inútil — dijo Ciro muy molesto — no solo una interesada sino también una inútil que no puede hacer las cosas más simples. Siempre te estás equivocando, el otro día me tiraste el café caliente encima y el otro ni siquiera pude dormir a causa de tus llantos de niña pequeña¿Es que no te cansas nunca de llorar?La voz de Ciro se escuchaba más allá de la habitación, cada vez gritaba más alto haciendo que Ju
Ciro asintió malhumorado y le hizo un gesto con la mano para que se alejara.— Pues espero que al menos te alejes de mi y no deba aguantar tú presencia, esta casa es lo suficientemente grande como para no encontrarnos.Ella quería decirle que era un desgraciado por tratarla así, pero no pudo hacer otra cosa que morderse la lengua, asentir y salir de ahí cuanto antes para no envenenarse con su propio veneno, el que estaba acumulando por culpa de ese hombre.A pesar de que aquella noche Julia durmió en una cómoda cama, por primera vez en mucho tiempo, no pudo descansar, pero no era la única en vela en esa casa. Ciro no podía dejar de pensar en ella. Habían pasado mucho tiempo juntos y se le hacía extraño volver a dormir solo, aunque lo que realmente lo mantenía en vela, era esa incertidumbre¿Por qué esa mujer quería quedarse si sabía de sobra que lo detestaba tanto como él a ella?—Mierda — dijo cuando un pensamiento llegó a su mente provocandole terror — ¿Y si está embarazada?Recorda
Aquella mañana Julia tenía cita en el ginecólogo, por suerte su esposo había salido temprano y no tendría que inventarse una excusa para salir sin escolta ni acompañante.Está vez, a diferencia de la otra, el médico, la hizo desnudarse y ponerse una bata para luego tumbarse en una camilla.— Voy a hacerle un ultrasonido, no creo que veamos mucho pero si que escucharemos, ya debe haber latido.Julia estaba segura de que el médico se refería al latido del corazón del bebé, pero en ese instante, ella sintió como el suyo se aceleraba, escucharía a su pequeña o pequeña por primera vez.— Tal y como le decía aún es pronto para que veamos algo realmente interesante — el médico le mostró en la pantalla una extraña masa indescriptible, aún así, era extraño y curioso pensar que aquello era su bebé iniciando su vida.— Pero si aumentamos el volumen…De repente un rápido sonido de latidos empezó a sonar a través de los altavoces, ella no era capaz de creer lo que ese simple sonido le provocaba, la
— No quiero hacerlo, yo creo en el matrimonio.Ciro estaba decidido a hacer que esa mujer quisiera divorciarse de él y ella misma terminara por querer alejarse de él así tuviera que convertirse en un hombre cruel y detestable.Se acercó a ella hasta tenerla acorralada entre su cuerpo y la pared, Ciro ya apenas cojeaba y hacía días que había dejado de necesitar el bastón.— O es que en realidad si te gusto, porque si crees en el matrimonio hay algo muy importante que dos personas casadas hacen a menudo.Aseguró él deslizando la nariz por el cuello de la mujer y embriagándose con su aroma, olía realmente bien, maldita sea, ahora estaba duro y muy molesto consigo mismo porque al intentar intimidarla había acabado por perjudicarse a si mismo.— Ciro yo…— la chica jadeó por el atrevimiento de su esposo, por la forma en que su cuerpo parecía reaccionar a ese acercamiento, por la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas.— ¿Eso es lo que sucede Julia, deseas acostarte conmigo? — Pregu
Ciro se dio cuenta, si había algo que sabía era leer a las mujeres y no le pasó desapercibida la manera en que ella desvió la vista de sus ojos a su boca, por lo que aprovechando que la tenía tan cerca, pasó un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo.La respiración de Julia se aceleró al sentir el fuerte agarre del hombre, su cuerpo contra el de ella, Julia se quedó callada de repente mientras él fijaba esos penetrantes ojos verdes en los de ella, completamente en silencio mirándose el uno al otro, con sus bocas calentando la otra boca con su aliento, eran apenas unos milímetros lo que necesitaban moverse para besarse.— Solo necesito hacer esto y te tengo urgida y necesitada, apuesto que podría follarte en ese escritorio y luego seguir tratandote mal y seguirías abriéndome las piernas ¿Tanto te interesa mi dinero? No necesitabas casarte conmigo, te habría pagado gustoso por tus servicios.Todas las ganas que tenía de probar su boca se esfumaron de repente, fue com
—Lo siento…— murmuraba Ciro Costello contra el cuerpo de su esposa, llenándola de besos y mimos. Saboreando cada rincón de su piel como si la estuviera adorando.Un gemido escapó de los labios de Julia en el instante en que sintió su respiración en la zona más baja de su vientre, todavía plano, porque ahí se albergaba una vida, el hijo de los dos.Los dedos de ella se entrelazaron entre las hebras del cabello de él, esperando con anticipación lo que vendría.Pero Ciro solo levantó la vista y comenzó a reír a carcajadas.— ¿Lo ves? Solo eres una perra en celo, dispuesta a abrirme las piernas cuando yo lo desee.Él seguía riendo sonoramente, y ella se quedó completamente bloqueada, sin saber cómo reaccionar o cómo apartarlo de allí. Su corazón parecía romperse en ese instante, incluso le pareció escuchar el doloroso sonido de su corazón partiéndose, y ese sonido fue lo que la despertó. Sudorosa y sola, se encontraba en medio de su cama. Solo había sido una pesadilla.El corazón de Julia
Ciro se vio tentado a ser quien diera un paso hacia atrás al verla acercarse y encararlo. Aún recordaba la forma en la que su mano había cobrado vida propia golpeando a la mujer frente a él. Pero no. No le daría la satisfacción de verlo retroceder. En cambio sonrió, no era una sonrisa amable, era una sonrisa sarcástica de un hombre que sabe cómo herir y lo haría. La tomó por la cintura pegandola a su cuerpo.Julia acababa de darse cuenta de que aquello había sido una mala idea en el instante en que sintió ese brazo rodeándola y el calor del cuerpo de su esposo contra el suyo que hacía que casi quisiera ponerse de puntillas y besarlo mientras sentía su pectoral fuerte bajo la mano.— ¿Crees que no tengo un corazón, solo por qué no late por ti? No me hagas reír por supuesto que tengo un corazón, pero jamás se rebajaría a latir por alguien como tú — su voz estaba cargada de intensidad y de veneno —, una oportunista, una arrabalera, jamás haría que un corazón como el mío latiera por ella.