5. ¿Por qué querríamos tener un hijo?

Julia sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Ni siquiera su esposo deseaba su compañía. No quería ser una carga y estaba dispuesta a acatar las peticiones de Ciro. Sobre todo no podía soportar saber que su esposo invalidaba de esa manera su sentir, de esa manera tan beligerante.

Cuando la chica se acercó a la puerta, Alice la sujetó del brazo impidiéndole salir y negó con la cabeza.

—Lo siento, pero eso no será posible — afirmó la abuela, una mujer supersticiosa y arraigada a las tradiciones, convencida de que la presencia de Julia había logrado despertar a su nieto.

Y quizás ninguno de los dos se daba cuenta, pero Julia le hacía bien a Ciro. Por esa razón, Alice no permitiría que se marchara. Sabía que era lo mejor para él.

—Ella es tu esposa, y no solo eso. Espero que aceptes que se convierta en madre de tus hijos.

Ciro estaba desconcertado, creía que su abuela había perdido por completo la razón al decir eso. El no quería hijos y mucho menos con esa mujer.

—No, eso no es posible. Ninguno de los dos eligió este matrimonio. ¿Por qué querríamos tener un hijo? — dijo Ciro confundido.

—Aun así, sucedió todo lo que yo creía. Sabía que tu esposa lograría despertarte y también que necesitas un heredero. ¿O quieres que tu primo Luka se quede con todo si llegas a faltar? ¿Quién mejor que un hijo tuyo, sangre de tu sangre? —respondió la abuela con convicción.

Ciro observó a su abuela pensativo y luego dirigió la mirada hacia Julia, reflexionando sobre las palabras que acababa de escuchar, era cierto que no podía dejar que su legado fuera absorbido por el imbécil de su primo, pero él podía buscar a una mujer que le diera un hijo y no tener que convencer a esa que ni siquiera parecía complacida con la idea de ser la madre del que se convertiría en un gran heredero, además de una mujer débil sólo podía esperar hijos débiles.

Julia comenzó a expresar sus sentimientos, dejando en claro sus preocupaciones y miedos.

—Sé que acepté esa condición cuando accedí a casarme con él —comenzó a hablar la chica con voz temblorosa—, pero Ciro me odia. No quiero traer un hijo al mundo con alguien que me odia.

La verdad era que, solo un mes atrás, Julia anhelaba ser madre junto a su exmarido, pero ahora las circunstancias habían cambiado drásticamente. Si estuviera embarazada en ese momento, tanto ella como su hijo sufrirían considerablemente. Su reloj biológico le susurraba el deseo de ser madre, pero temía que un ser tan pequeño y vulnerable sufriera a causa de su decisión.

—No puedo exponer a un hijo a este matrimonio. Él lo ha dejado claro, me odia y desea alejarme. ¿Cómo puedo evitar tener miedo de que en el futuro trate a mi propio hijo de la misma manera?

Alice Costello agarró suavemente el brazo de la esposa de su nieto y la condujo fuera de la habitación. No había razón para alterar más a Ciro en ese momento, pero lo único que tenía claro era que había un acuerdo entre ellas y esa mujer debía cumplirlo.

— Accediste a darme un bisnieto, y ahora no puedes echarte atrás. Ciro necesita un heredero — declaró Alice con firmeza.

— Pero las cosas han cambiado. Ciro estaba al borde de la muerte, no iba a despertar. Además, ni siquiera le caigo bien. ¿Cómo esperas que tenga un hijo con un hombre así?— las palabras de Julia estaban llenas de frustración y duda.

— Es tu obligación, eres su esposa. Además, esto era parte del trato que hicimos.— Aseguró Alice.

Julia se encontraba en una encrucijada, sin saber cómo explicarle a Alice que las circunstancias habían cambiado drásticamente desde que Ciro comenzó a recuperarse.

— No quiero ser responsable del sufrimiento de otra persona de mi familia — respondió Julia con determinación. — Especialmente si se trata de mi propio hijo. ¿Cómo puedo exponer a un bebé inocente al maltrato de ese hombre?

— Ciro no va a maltratar a su hijo — aseguró Alice, intentando convencer a Julia. — Él es alguien bueno en el fondo. Ha pasado demasiado tiempo actuando como un hombre frío para ganarse el respeto de los demás, pero estoy segura de que con un hijo se ablandará.

Julia siempre había anhelado ser madre. Cuando se casó, ese era su mayor sueño. Había dejado de lado su prometedora carrera profesional para convertirse en una buena esposa y madre. Sin embargo, su esposo siempre encontraba excusas para posponerlo, diciendo que no era el momento adecuado, mientras la apartaba lentamente del negocio familiar y se apoderaba de él.

Había sacrificado todo por él: sus dos maestrías y un futuro brillante. Víctor supo engañarla a la perfección, y ella fue ingenua al confiar en él.

Luego llegó el accidente de su padre y su vida se trastornó por completo. Su esposo se adueñó del negocio de su padre, aprovechándose de que ella se había dedicado únicamente a servirle y permitirle que se adueñara de todo. Julia incluso sospechaba que Víctor podía ser responsable de lo sucedido a su padre, pero no tenía forma de investigarlo ni de probarlo.

— No puedo permitir que alguien más sufra por mi culpa — afirmó Julia, con firmeza en su voz.

— La verdad es que el accidente de Ciro no fue tu culpa, fue culpa de tu padre — explicó la abuela, tratando de consolar a Julia. — Y tal vez ni siquiera fue culpa de nadie en particular, tal vez solo fueron las circunstancias o lo que debía suceder para que te casaras con mi hijo. A veces, lo que parece una desgracia termina siendo una bendición.

Julia se quedó perpleja ante esas palabras. Era extraño pensar que todas las desgracias que habían sufrido ambas familias podrían tener algún sentido en el futuro y convertirse en algo bueno.

— No lo creo, señora Costello — respondió Julia, con tristeza en su voz. — Mi padre está muerto y mi madre es prisionera de mi exmarido, eso no puede ser jamás una bendición.

Alice quedó impactada al enterarse de eso. Aunque Víctor Johnson le había dicho que había persuadido a su exesposa para que aceptara el trato, nunca imaginó que las cosas habían llegado a ese extremo.

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