Julia sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Ni siquiera su esposo deseaba su compañía. No quería ser una carga y estaba dispuesta a acatar las peticiones de Ciro. Sobre todo no podía soportar saber que su esposo invalidaba de esa manera su sentir, de esa manera tan beligerante.
Cuando la chica se acercó a la puerta, Alice la sujetó del brazo impidiéndole salir y negó con la cabeza.—Lo siento, pero eso no será posible — afirmó la abuela, una mujer supersticiosa y arraigada a las tradiciones, convencida de que la presencia de Julia había logrado despertar a su nieto.Y quizás ninguno de los dos se daba cuenta, pero Julia le hacía bien a Ciro. Por esa razón, Alice no permitiría que se marchara. Sabía que era lo mejor para él.—Ella es tu esposa, y no solo eso. Espero que aceptes que se convierta en madre de tus hijos.Ciro estaba desconcertado, creía que su abuela había perdido por completo la razón al decir eso. El no quería hijos y mucho menos con esa mujer.—No, eso no es posible. Ninguno de los dos eligió este matrimonio. ¿Por qué querríamos tener un hijo? — dijo Ciro confundido.—Aun así, sucedió todo lo que yo creía. Sabía que tu esposa lograría despertarte y también que necesitas un heredero. ¿O quieres que tu primo Luka se quede con todo si llegas a faltar? ¿Quién mejor que un hijo tuyo, sangre de tu sangre? —respondió la abuela con convicción.Ciro observó a su abuela pensativo y luego dirigió la mirada hacia Julia, reflexionando sobre las palabras que acababa de escuchar, era cierto que no podía dejar que su legado fuera absorbido por el imbécil de su primo, pero él podía buscar a una mujer que le diera un hijo y no tener que convencer a esa que ni siquiera parecía complacida con la idea de ser la madre del que se convertiría en un gran heredero, además de una mujer débil sólo podía esperar hijos débiles.Julia comenzó a expresar sus sentimientos, dejando en claro sus preocupaciones y miedos.—Sé que acepté esa condición cuando accedí a casarme con él —comenzó a hablar la chica con voz temblorosa—, pero Ciro me odia. No quiero traer un hijo al mundo con alguien que me odia.La verdad era que, solo un mes atrás, Julia anhelaba ser madre junto a su exmarido, pero ahora las circunstancias habían cambiado drásticamente. Si estuviera embarazada en ese momento, tanto ella como su hijo sufrirían considerablemente. Su reloj biológico le susurraba el deseo de ser madre, pero temía que un ser tan pequeño y vulnerable sufriera a causa de su decisión.—No puedo exponer a un hijo a este matrimonio. Él lo ha dejado claro, me odia y desea alejarme. ¿Cómo puedo evitar tener miedo de que en el futuro trate a mi propio hijo de la misma manera?Alice Costello agarró suavemente el brazo de la esposa de su nieto y la condujo fuera de la habitación. No había razón para alterar más a Ciro en ese momento, pero lo único que tenía claro era que había un acuerdo entre ellas y esa mujer debía cumplirlo.— Accediste a darme un bisnieto, y ahora no puedes echarte atrás. Ciro necesita un heredero — declaró Alice con firmeza.— Pero las cosas han cambiado. Ciro estaba al borde de la muerte, no iba a despertar. Además, ni siquiera le caigo bien. ¿Cómo esperas que tenga un hijo con un hombre así?— las palabras de Julia estaban llenas de frustración y duda.— Es tu obligación, eres su esposa. Además, esto era parte del trato que hicimos.— Aseguró Alice.Julia se encontraba en una encrucijada, sin saber cómo explicarle a Alice que las circunstancias habían cambiado drásticamente desde que Ciro comenzó a recuperarse.— No quiero ser responsable del sufrimiento de otra persona de mi familia — respondió Julia con determinación. — Especialmente si se trata de mi propio hijo. ¿Cómo puedo exponer a un bebé inocente al maltrato de ese hombre?— Ciro no va a maltratar a su hijo — aseguró Alice, intentando convencer a Julia. — Él es alguien bueno en el fondo. Ha pasado demasiado tiempo actuando como un hombre frío para ganarse el respeto de los demás, pero estoy segura de que con un hijo se ablandará.Julia siempre había anhelado ser madre. Cuando se casó, ese era su mayor sueño. Había dejado de lado su prometedora carrera profesional para convertirse en una buena esposa y madre. Sin embargo, su esposo siempre encontraba excusas para posponerlo, diciendo que no era el momento adecuado, mientras la apartaba lentamente del negocio familiar y se apoderaba de él.Había sacrificado todo por él: sus dos maestrías y un futuro brillante. Víctor supo engañarla a la perfección, y ella fue ingenua al confiar en él.Luego llegó el accidente de su padre y su vida se trastornó por completo. Su esposo se adueñó del negocio de su padre, aprovechándose de que ella se había dedicado únicamente a servirle y permitirle que se adueñara de todo. Julia incluso sospechaba que Víctor podía ser responsable de lo sucedido a su padre, pero no tenía forma de investigarlo ni de probarlo.— No puedo permitir que alguien más sufra por mi culpa — afirmó Julia, con firmeza en su voz.— La verdad es que el accidente de Ciro no fue tu culpa, fue culpa de tu padre — explicó la abuela, tratando de consolar a Julia. — Y tal vez ni siquiera fue culpa de nadie en particular, tal vez solo fueron las circunstancias o lo que debía suceder para que te casaras con mi hijo. A veces, lo que parece una desgracia termina siendo una bendición.Julia se quedó perpleja ante esas palabras. Era extraño pensar que todas las desgracias que habían sufrido ambas familias podrían tener algún sentido en el futuro y convertirse en algo bueno.— No lo creo, señora Costello — respondió Julia, con tristeza en su voz. — Mi padre está muerto y mi madre es prisionera de mi exmarido, eso no puede ser jamás una bendición.Alice quedó impactada al enterarse de eso. Aunque Víctor Johnson le había dicho que había persuadido a su exesposa para que aceptara el trato, nunca imaginó que las cosas habían llegado a ese extremo.— ¿Qué le ha pasado a tu madre? — preguntó Alice, consciente de que sus acciones habían perjudicado a todos más de lo que había ayudado. Sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su objetivo de asegurar un heredero para su nieto. Si algo le sucedía a Julia, Ciro no podía quedarse sin un heredero.— Mi ex marido la tiene secuestrada en mi antigua casa. Si no hago todo lo que él me pide, la matará — confesó Julia, causando que Alice se llevara las manos a la boca en señal de consternación.— Te prometo que eso no va a suceder. Voy a evitarlo. Voy a salvar a tu madre, pero solo si accedes a darme un bisnieto — afirmó Alice, decidida a ayudar a Julia.— Está bien... Lo haré, pero será a través de fecundación in vitro. No pienso acostarme con ese hombre — accedió Julia, firme en su decisión.Alice aceptó la condición de Julia, aunque en realidad ya lo tenía previsto. De hecho, nadie esperaba que su nieto despertara, por eso era precisamente lo que iba a suceder. Ciro tenía muestras co
Julia hacía todo lo posible por estar presente y acompañar a su esposo, pero para Ciro era más bien una tortura tenerla cerca todo el tiempo. Cuando no estaba llorando, parecía sumida en una profunda depresión, y cuando no, apenas tenía algo de conversación.¿Por qué seguía a su lado entonces? ¿Por qué demonios había aceptado casarse con él? Sabía que venía de una familia adinerada y con un negocio próspero, por lo que no podía atribuirse a necesidad alguna.Estar con ella solo le recordaba todas las desgracias que habían ocurrido. Solo veía en los ojos tristes de esa mujer el gran infortunio que había supuesto convertirse en su esposa. Entonces, ¿por qué lo había hecho? ¿O acaso la verdadera desgracia era no ser viudo todavía?Él, que siempre había tenido a las mujeres rendidas a sus pies, ahora se veía obligado a soportar la depresión de una chica que no solo parecía profundamente infeliz con su matrimonio, sino que además era la hija del hombre que casi lo había matado en un accide
— Supuestamente soy tu esposa y es mi responsabilidad cuidarte — respondió Julia.— Por poco tiempo — murmuró Ciro entre dientes.— Perdona, ¿dijiste algo? — preguntó Julia, incapaz de escuchar las últimas palabras pronunciadas por él.— Que vengas aquí y traigas mis medicamentos — exigió él de mal humor.Julia se puso nerviosa y mientras caminaba hasta su cama se tropezó con sus propios pies y es que se volvía muy patosa cuando los nervios la ganaban.Las pastillas cayeron al suelo y Julia las pisó sin querer convirtiéndolas en poco más que polvo de distintos colores.— Es que eres una inútil — dijo Ciro muy molesto — no solo una interesada sino también una inútil que no puede hacer las cosas más simples. Siempre te estás equivocando, el otro día me tiraste el café caliente encima y el otro ni siquiera pude dormir a causa de tus llantos de niña pequeña¿Es que no te cansas nunca de llorar?La voz de Ciro se escuchaba más allá de la habitación, cada vez gritaba más alto haciendo que Ju
Ciro asintió malhumorado y le hizo un gesto con la mano para que se alejara.— Pues espero que al menos te alejes de mi y no deba aguantar tú presencia, esta casa es lo suficientemente grande como para no encontrarnos.Ella quería decirle que era un desgraciado por tratarla así, pero no pudo hacer otra cosa que morderse la lengua, asentir y salir de ahí cuanto antes para no envenenarse con su propio veneno, el que estaba acumulando por culpa de ese hombre.A pesar de que aquella noche Julia durmió en una cómoda cama, por primera vez en mucho tiempo, no pudo descansar, pero no era la única en vela en esa casa. Ciro no podía dejar de pensar en ella. Habían pasado mucho tiempo juntos y se le hacía extraño volver a dormir solo, aunque lo que realmente lo mantenía en vela, era esa incertidumbre¿Por qué esa mujer quería quedarse si sabía de sobra que lo detestaba tanto como él a ella?—Mierda — dijo cuando un pensamiento llegó a su mente provocandole terror — ¿Y si está embarazada?Recorda
Aquella mañana Julia tenía cita en el ginecólogo, por suerte su esposo había salido temprano y no tendría que inventarse una excusa para salir sin escolta ni acompañante.Está vez, a diferencia de la otra, el médico, la hizo desnudarse y ponerse una bata para luego tumbarse en una camilla.— Voy a hacerle un ultrasonido, no creo que veamos mucho pero si que escucharemos, ya debe haber latido.Julia estaba segura de que el médico se refería al latido del corazón del bebé, pero en ese instante, ella sintió como el suyo se aceleraba, escucharía a su pequeña o pequeña por primera vez.— Tal y como le decía aún es pronto para que veamos algo realmente interesante — el médico le mostró en la pantalla una extraña masa indescriptible, aún así, era extraño y curioso pensar que aquello era su bebé iniciando su vida.— Pero si aumentamos el volumen…De repente un rápido sonido de latidos empezó a sonar a través de los altavoces, ella no era capaz de creer lo que ese simple sonido le provocaba, la
— No quiero hacerlo, yo creo en el matrimonio.Ciro estaba decidido a hacer que esa mujer quisiera divorciarse de él y ella misma terminara por querer alejarse de él así tuviera que convertirse en un hombre cruel y detestable.Se acercó a ella hasta tenerla acorralada entre su cuerpo y la pared, Ciro ya apenas cojeaba y hacía días que había dejado de necesitar el bastón.— O es que en realidad si te gusto, porque si crees en el matrimonio hay algo muy importante que dos personas casadas hacen a menudo.Aseguró él deslizando la nariz por el cuello de la mujer y embriagándose con su aroma, olía realmente bien, maldita sea, ahora estaba duro y muy molesto consigo mismo porque al intentar intimidarla había acabado por perjudicarse a si mismo.— Ciro yo…— la chica jadeó por el atrevimiento de su esposo, por la forma en que su cuerpo parecía reaccionar a ese acercamiento, por la humedad que empezaba a sentir entre sus piernas.— ¿Eso es lo que sucede Julia, deseas acostarte conmigo? — Pregu
Ciro se dio cuenta, si había algo que sabía era leer a las mujeres y no le pasó desapercibida la manera en que ella desvió la vista de sus ojos a su boca, por lo que aprovechando que la tenía tan cerca, pasó un brazo alrededor de su cintura y la atrajo contra su cuerpo.La respiración de Julia se aceleró al sentir el fuerte agarre del hombre, su cuerpo contra el de ella, Julia se quedó callada de repente mientras él fijaba esos penetrantes ojos verdes en los de ella, completamente en silencio mirándose el uno al otro, con sus bocas calentando la otra boca con su aliento, eran apenas unos milímetros lo que necesitaban moverse para besarse.— Solo necesito hacer esto y te tengo urgida y necesitada, apuesto que podría follarte en ese escritorio y luego seguir tratandote mal y seguirías abriéndome las piernas ¿Tanto te interesa mi dinero? No necesitabas casarte conmigo, te habría pagado gustoso por tus servicios.Todas las ganas que tenía de probar su boca se esfumaron de repente, fue com
—Lo siento…— murmuraba Ciro Costello contra el cuerpo de su esposa, llenándola de besos y mimos. Saboreando cada rincón de su piel como si la estuviera adorando.Un gemido escapó de los labios de Julia en el instante en que sintió su respiración en la zona más baja de su vientre, todavía plano, porque ahí se albergaba una vida, el hijo de los dos.Los dedos de ella se entrelazaron entre las hebras del cabello de él, esperando con anticipación lo que vendría.Pero Ciro solo levantó la vista y comenzó a reír a carcajadas.— ¿Lo ves? Solo eres una perra en celo, dispuesta a abrirme las piernas cuando yo lo desee.Él seguía riendo sonoramente, y ella se quedó completamente bloqueada, sin saber cómo reaccionar o cómo apartarlo de allí. Su corazón parecía romperse en ese instante, incluso le pareció escuchar el doloroso sonido de su corazón partiéndose, y ese sonido fue lo que la despertó. Sudorosa y sola, se encontraba en medio de su cama. Solo había sido una pesadilla.El corazón de Julia