El estruendo del motor de un automóvil, rugiendo a toda velocidad, rompía la tranquilidad de la noche en aquella carretera normalmente poco transitada.
Otro conductor avanzaba en dirección contraria, ajeno al peligro que acechaba, hasta que los dos vehículos colisionaron en un instante fatídico.La visión fue tan repentina que resultó imposible tomar alguna medida, no hubo tiempo para reaccionar, esquivar la colisión no era una opción.Si los ocupantes de aquellos automóviles hubieran sido otras personas, tal vez el accidente no habría sido descubierto hasta el día siguiente debido al escaso tráfico en esa carretera.Sin embargo, se trataba de dos familias prominentes en la ciudad, una mucho más influyente que la otra.Ambas contaban con dispositivos de localización GPS y sistemas de envío de señales instantáneas a la policía en caso de accidente.Poco tiempo después, las ambulancias llegaron velozmente al hospital donde la familia aguardaba ansiosa.— Su padre falleció en el acto — informó el médico de urgencias al recibir a la familia del difunto y responder a sus preguntas sobre su estado.— Noooo…Julia y su madre se abrazaron en un abismo de dolor, llorando desconsoladamente por la trágica noticia.Unos pasos atrás, el esposo de Julia, Víctor Johnson, pareció esbozar una sutil sonrisa, aunque esta desapareció en cuestión de segundos.Al médico le recorrió un escalofrío al ver esa expresión en el rostro de alguien tras la pérdida de un ser querido.¿Cómo podía alguien mostrar tal gesto en momentos tan lúgubres?Víctor se acercó a su esposa y a su suegra, envolviéndolas en un abrazo.Ahora, finalmente, obtendría lo que siempre anheló: el control absoluto sobre la empresa de su suegro.Ya no tendría que humillarse ni lamer botas para mantener su posición.Ahora él era el que mandaba.Mientras Víctor se preparaba para pronunciar algunas palabras de consuelo a las dos mujeres, una señora mayor, se acercó a ellos, haciéndolo callar justo antes de abrir la boca.Víctor supo de inmediato quién era. Después de todo, la familia Costello prácticamente gobernaba la ciudad, e incluso sus negocios se extendían mucho más allá de sus límites.— ¡Por su culpa, por culpa de su padre mi nieto está al borde de la muerte! — exclamó la señora entre lágrimas. El mayor anhelo de Alicia Costello era convertirse en bisabuela, y ahora no solo se vería privada de ese sueño, sino que también perdería a su nieto antes de tiempo.Víctor sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.Aquella situación se estaba volviendo más complicada de lo que esperaba.Ciro Costello, uno de los hombres más conocidos y temidos del país.No podía permitirse una enemistad con los poderosos Costello, y mucho menos ignorar las demandas de aquella mujer desesperada.Trató de calmar a la señora.— No pienso calmarme — dijo la mujer con determinación, señalando a Julia con rabia. — Usted debe compensarme. Tiene la obligación de casarse con mi hijo y darme un nieto antes de que él muera. Es su deber asumir la responsabilidad de los actos de su padre y cumplir con mis deseos antes de que mi hijo nos abandone.La cara de Julia reflejaba incredulidad y dolor.Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras lloraba la pérdida de su padre, y ahora se encontraba confrontada con las exigencias de esta mujer.No podía creer que alguien pudiera ser tan insensible en medio de su sufrimiento.— Eso no es posible, señora, yo... — intentó decir Julia, pero la mujer no le permitió continuar hablando.— No me importa qué excusa vaya a utilizar. Su padre mató a mi nieto, por lo tanto, usted me dará un hijo de él. Y, por supuesto, no será un bastardo.Unas horas más tardeVíctor se encontraba inmerso en una tormenta de pensamientos mientras caminaba junto a Julia y su suegra.Sabía que no podía permitir que aquella situación se prolongara indefinidamente, y tenía que encontrar una solución que satisficiera las demandas de la señora Costello aunque significara sacrificar por completo la vida de Julia.Era consciente de que el deseo de la señora Costello de tener un heredero y convertirse en bisabuela se desvanecería si Ciro fallecía o quedaba en estado vegetativo, él no podía permitirlo sería el padrastro de ese niño y se quedaría con la fortuna de los Costello.Decidido a tomar cartas en el asunto, Víctor preparó los papeles del divorcio.— ¿Qué es esto, Víctor? — preguntó Julia, sin entender por qué él decidía abandonarla justo en ese momento, apenas unos días después de la muerte de su padre.— ¿No te das cuenta de que este es el negocio más grande que haremos nunca? — preguntó el hombre mientras le entregaba un bolígrafo a su esposa.— ¿Divorciarnos es un negocio?— Sí, porque te vas a casar con Ciro Costello.Julia sabía perfectamente quién era Ciro Costello y conocía su estado de salud desde el accidente que involucró a su difunto padre.La visita de aquella señora había dejado una profunda impresión en ella, haciéndola sentir culpable por lo sucedido.Pero ¿casarse con el moribundo? ¿Realmente era eso lo que debía hacer?— ¿De verdad quieres divorciarte de mí para que me case con otro? — al pronunciar esas palabras, Julia sintió cómo su corazón se rompía en pedazos.— Hazlo — insistió Víctor —. El tipo está medio muerto. Pronto serás viuda y cuando le des un hijo, el bebé heredará todo. Tú y yo podremos volver a casarnos y aumentar nuestra fortuna. ¿No querías tener un hijo? Mejor uno que sea inmensamente rico.— ¿A costa de nuestro matrimonio? — preguntó ella, confusa, mientras tomaba el bolígrafo que su esposo le ofrecía para firmar los papeles del divorcio.— A costa de lo que sea.— ¿Harías cualquier cosa por dinero, verdad? ¿Cómo no me di cuenta antes del tipo de hombre que eras?Julia no necesitó nada más para estampar su firma y luego se dio la vuelta para marcharse.Necesitaba llorar, pero no pensaba hacerlo frente al hombre que le había destrozado el corazón.Sin embargo, él no estaba dispuesto a dejarla ir tan fácilmente.— Le diré a la señora Costello que aceptas casarte con su nieto.Julia se giró y enfrentó a su exmarido con lágrimas en los ojos, su voz temblaba de indignación.— Acepté divorciarme de ti.¿Para estar con alguien que comercia con su propia esposa? — dio un par de pasos, acercándose a él — Pero no pienso casarme con nadie, y tú te vas largando de mi casa y de la de mi madre.Víctor negó con la cabeza y colocó dos dedos en el mentón de la mujer que hasta hacía unos minutos todavía era su esposa.— No pienso marcharme a ningún lugar, esta es mi casa — aseguró con determinación, sin aceptar ninguna réplica.Aunque él se negó a irse, tampoco permitió que su exmujer lo hiciera. Desde ese día, mantuvo a Julia y a su madre secuestradas, encerradas en contra de su voluntad. Ninguna de las dos saldría de allí hasta que Julia aceptara convertirse en la esposa de Ciro Costello. Víctor jugaba con su esposa, permitiéndole creer que podría liberarse, solo para detenerla en el momento preciso cuando la libertad parecía al alcance de sus dedos. En una de esas ocasiones, cuando Julia estaba a punto de saltar la valla trasera de la propiedad, Víctor la detuvo una vez más. — Esto deja de ser divertido — afirmó Víctor, mostrando su frustración. Sin embargo, en lugar de simplemente detenerla, Víctor tomó la mano de Julia y la tiró con fuerza, haciéndola caer al suelo.Julia gruñó de dolor mientras estaba tendida en el suelo.Víctor se agachó frente a ella, agarrándola bruscamente del cabello y obligándola a mirarlo.— Estás poniéndome de los nervios — dijo con voz amenazante — ¿Sabes qué sucederá si p
— No me toques. Estoy haciendo lo que quieres, así que déjame en paz y vete con... — se detuvo a tiempo para no pronunciar una palabra ofensiva. Odiaba maldecir en voz alta, pero su desprecio hacia Víctor era evidente.— Cariño, si tenemos que fingir una separación real, debemos hacerlo bien. ¿Realmente crees que si ese hombre estuviera consciente permitiría que te cases con él? No, mi amor, tú eres mi esposa, yo no permitiré que ningún otro hombre te toque, aunque ya no esté escrito en los papeles, eres mia, lo volverás a ser cuando esto termine — dijo Víctor, mostrando su falta de sinceridad y egoísmo al intentar manipularla.— Eres despreciable, ni siquiera eres capaz de ser honesto y admitir que solo te importas a ti mismo — respondió Julia con desdén.— Ahora mismo no puedes comprenderlo, pero más adelante me agradecerás lo que estoy haciendo. Estoy actuando en beneficio de los dos, así que sé una buena chica y ve a ganarte el favor de tu futura familia política. Y más te vale ha
—¿Estás despierto? — preguntó levantándose de un salto del sillón para pararse frente a él y observarlo detenidamente—. Sí, estás despierto.La sonrisa de Julia se dibujó en su rostro, haciéndose presente después de mucho tiempo. Desde aquel fatídico día en el que perdió a su padre y sucedió el accidente que involucró a su esposo reciente, no recordaba haber sonreído, todo fueron lágrimas, miedo y soledad.Podía observar cómo la mano del hombre buscaba algo, y ella siguió su movimiento. Estaba intentando presionar un botón en la mesita de noche. Con delicadeza, Julia tomó la mano de Ciro entre la suya y lo ayudó a alcanzar el botón, presionándolo junto a él.En el instante en que sus manos se tocaron, una extraña corriente eléctrica los atravesó haciendo que lo que ese instante pareciera mucho más extenso en el tiempo, que sus miradas se buscaran y conectarán de una forma inexplicable y sus corazones demostrarán que existían al alborotarse.Era una sensación tan inusual que, después
Julia sintió cómo su corazón se rompía un poco más. Ni siquiera su esposo deseaba su compañía. No quería ser una carga y estaba dispuesta a acatar las peticiones de Ciro. Sobre todo no podía soportar saber que su esposo invalidaba de esa manera su sentir, de esa manera tan beligerante.Cuando la chica se acercó a la puerta, Alice la sujetó del brazo impidiéndole salir y negó con la cabeza.—Lo siento, pero eso no será posible — afirmó la abuela, una mujer supersticiosa y arraigada a las tradiciones, convencida de que la presencia de Julia había logrado despertar a su nieto.Y quizás ninguno de los dos se daba cuenta, pero Julia le hacía bien a Ciro. Por esa razón, Alice no permitiría que se marchara. Sabía que era lo mejor para él.—Ella es tu esposa, y no solo eso. Espero que aceptes que se convierta en madre de tus hijos.Ciro estaba desconcertado, creía que su abuela había perdido por completo la razón al decir eso. El no quería hijos y mucho menos con esa mujer.—No, eso no es pos
— ¿Qué le ha pasado a tu madre? — preguntó Alice, consciente de que sus acciones habían perjudicado a todos más de lo que había ayudado. Sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su objetivo de asegurar un heredero para su nieto. Si algo le sucedía a Julia, Ciro no podía quedarse sin un heredero.— Mi ex marido la tiene secuestrada en mi antigua casa. Si no hago todo lo que él me pide, la matará — confesó Julia, causando que Alice se llevara las manos a la boca en señal de consternación.— Te prometo que eso no va a suceder. Voy a evitarlo. Voy a salvar a tu madre, pero solo si accedes a darme un bisnieto — afirmó Alice, decidida a ayudar a Julia.— Está bien... Lo haré, pero será a través de fecundación in vitro. No pienso acostarme con ese hombre — accedió Julia, firme en su decisión.Alice aceptó la condición de Julia, aunque en realidad ya lo tenía previsto. De hecho, nadie esperaba que su nieto despertara, por eso era precisamente lo que iba a suceder. Ciro tenía muestras co
Julia hacía todo lo posible por estar presente y acompañar a su esposo, pero para Ciro era más bien una tortura tenerla cerca todo el tiempo. Cuando no estaba llorando, parecía sumida en una profunda depresión, y cuando no, apenas tenía algo de conversación.¿Por qué seguía a su lado entonces? ¿Por qué demonios había aceptado casarse con él? Sabía que venía de una familia adinerada y con un negocio próspero, por lo que no podía atribuirse a necesidad alguna.Estar con ella solo le recordaba todas las desgracias que habían ocurrido. Solo veía en los ojos tristes de esa mujer el gran infortunio que había supuesto convertirse en su esposa. Entonces, ¿por qué lo había hecho? ¿O acaso la verdadera desgracia era no ser viudo todavía?Él, que siempre había tenido a las mujeres rendidas a sus pies, ahora se veía obligado a soportar la depresión de una chica que no solo parecía profundamente infeliz con su matrimonio, sino que además era la hija del hombre que casi lo había matado en un accide
— Supuestamente soy tu esposa y es mi responsabilidad cuidarte — respondió Julia.— Por poco tiempo — murmuró Ciro entre dientes.— Perdona, ¿dijiste algo? — preguntó Julia, incapaz de escuchar las últimas palabras pronunciadas por él.— Que vengas aquí y traigas mis medicamentos — exigió él de mal humor.Julia se puso nerviosa y mientras caminaba hasta su cama se tropezó con sus propios pies y es que se volvía muy patosa cuando los nervios la ganaban.Las pastillas cayeron al suelo y Julia las pisó sin querer convirtiéndolas en poco más que polvo de distintos colores.— Es que eres una inútil — dijo Ciro muy molesto — no solo una interesada sino también una inútil que no puede hacer las cosas más simples. Siempre te estás equivocando, el otro día me tiraste el café caliente encima y el otro ni siquiera pude dormir a causa de tus llantos de niña pequeña¿Es que no te cansas nunca de llorar?La voz de Ciro se escuchaba más allá de la habitación, cada vez gritaba más alto haciendo que Ju
Ciro asintió malhumorado y le hizo un gesto con la mano para que se alejara.— Pues espero que al menos te alejes de mi y no deba aguantar tú presencia, esta casa es lo suficientemente grande como para no encontrarnos.Ella quería decirle que era un desgraciado por tratarla así, pero no pudo hacer otra cosa que morderse la lengua, asentir y salir de ahí cuanto antes para no envenenarse con su propio veneno, el que estaba acumulando por culpa de ese hombre.A pesar de que aquella noche Julia durmió en una cómoda cama, por primera vez en mucho tiempo, no pudo descansar, pero no era la única en vela en esa casa. Ciro no podía dejar de pensar en ella. Habían pasado mucho tiempo juntos y se le hacía extraño volver a dormir solo, aunque lo que realmente lo mantenía en vela, era esa incertidumbre¿Por qué esa mujer quería quedarse si sabía de sobra que lo detestaba tanto como él a ella?—Mierda — dijo cuando un pensamiento llegó a su mente provocandole terror — ¿Y si está embarazada?Recorda