Capítulo 54

Una punzada en el estómago llevó a Estela a pedirle a su esposo que llamara al doctor o la llevara al hospital de inmediato.

Iván Urriaga optó por la primera opción. La noticia que acababa de recibir lo dejó pálido y con la boca seca: su hijo mayor estaba encerrado tras las rejas, acusado de soborno a policías y disturbios en las calles.

—Voy a marcarle al abogado.

—¿Qué? Tienes que comunicarte primero con el doctor —le reclamó Estela, con la respiración entrecortada.

Urriaga le dijo con voz firme que ella también tenía celular y podía llamar al médico sin problema. Además, insinuó que las razones por las cuales le llamaba al doctor eran cada vez más absurdas.

—Me siento mal —bramó la mujer—. Es tu hijo a quien llevo en mi vientre.p

—Es mi hijo quien pasó la noche en prisión. Pudieron pasar mil cosas; sé que te sientes mal, que la noticia te alteró los nervios, pero piensa un poco en cómo me encuentro. —Su mano temblaba y, con el teléfono en el oído, explicó de la manera más rápida qu
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