Capítulo 110

Ariadna imitó el gesto. Con la mano desocupada tocó la mejilla de Nathan.

—Como hayan sido las cosas, lo importante es que estamos aquí —le dijo.

Nathan ladeó la cabeza de tal manera que sus labios quedaron sobre su mano, y la besó.

—Te quiero —le susurró casi inaudible.

Ella escuchó a la perfección, pero se hizo la que no. Apartó su mano y volvió su rostro al frente y fingió prestar atención a los programas infantiles de su hijo.

Esa madrugada, ambos volvieron a unir sus cuerpos. Sin embargo, a diferencia del pasado, en esta ocasión el deseo ferviente de que eso fuera eterno los quemaba. Una parte los ponía ansiosos, y otra los llenaba de esperanza.

Las semanas pasaron. Adriel se había acostumbrado tanto a dormir y despertar entre sus papás.

Nathan tuvo que hablar con su padre e informarle que ya no utilizaría el departamento que le prestó. Urriaga lo miró como si se hubiera vuelto loco, le dijo que las rentas son caras y que, mientras se estabilizaba, era conveniente acep
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