Kayla y Tarek

Para entender los motivos por la cual esta muchacha quería marcharse de este sitio, debemos remontarnos hasta más de una década atrás.

Los años de la pequeña Kayla de 5 años viviendo en el búnker bajo tierra, encerrada con miedo de la contaminación y conociendo la luz del sol solo a través de un gran cristal en el techo del domo, despertaron en ella la curiosidad de saber cómo era el mundo exterior.

Este interés aumentaría cuando hace unos 7 años los primeros humanos salían a explorar la superficie durante las protestas contra la ciudad central, pero la oportunidad de Kayla llegaría recién hace unos 5 años, cuando su abuela fallece. Junto a Tarek, en el día de su cumpleaños, deciden salir por la noche, siguiendo a los demás adultos mayores quienes pretendían formar el asentamiento de "Nueva Esperanza".

Al día siguiente por la mañana, al despertar y salir de su refugio, Kayla quedaría completamente maravillada por lo que veían sus ojos. Nunca había visto un terreno tan extenso y totalmente cubierto por la luz; nunca había sentido ese calor abrazador ni ese viento refrescante que no venía de ningún aparato refrigerador, y nunca antes había caminado por terrenos tan extensos que parecían no tener fin.

De inmediato su ambición creció más y su curiosidad se enfocaría también en la gran ciudad, aquella de la que oyó hablar tantas veces por parte de los ancianos.

Entonces un día partió hacia esa colosal construcción , llevando de la mano a Tarek, quien tenía 10 años en ese entonces. Se colaron por una toma de aire artificial que era muy conocida por los niños que llevaban mucho tiempo en la superficie y se adentraron a un espacio estrecho contenido dentro del muro que rodeaba la gran ciudad. Desde ahí pudieron ver, a través de unas rejas al ras del suelo, como era la vida en este extraño lugar.

Ya de regreso, Kayla pasaría por un vertedero donde vería a unos chicos más grandes trabajar, y uno de ellos le regalaría un libro cuando la veia interesarse en el oficio. Este libro contenía información valiosa del mundo con unos paisajes que no creía existir. Kayla entonces alimentaría aun más sus ganas de explorar lo que había más allá de lo que sus ojos podían ver.

Su intención de marcharse se pudo cumplir desde esa vez, pues creía tener todo listo para partir junto a Tarek, pero la vida le enseñaría que nunca algo es suficiente, que nunca se está listo del todo. La partida de su abuela los había dejado desamparados y los recursos que les había heredado se iban acabando. Entonces Kayla se propuso trabajar y ahorrar todo lo que podía, como su abuela lo hacía, pero con el paso del tiempo se daría cuenta de que no era tan fácil como pensaba.

Pasado un par de años, las esperanzas se habían agotado, pues lo ahorros se iban como venian y Tarek parecía a disfrutar más de la convivencia con sus amigos en estas tierras. Siempre se negaba a dejar esta aldea cada vez que Kayla le preguntaba si tenía ganas de explorar el mundo como ella.

Todo parecía estar acabado para los sueño de Kayla, de hecho, ya casi no soñaba con ello, hasta que, un día, el nuevo líder de la aldea aperturó el programa de "nuevos líderes" que prometía salir a explorar el mundo, buscando y aprendiendo nuevas tecnologías. Estas expediciones serían cubiertas por los fondos del pueblo y duraría algunos meses, y cuando se regrese, los exploradores tomarán nuevos cargos o serian ascendidos con la capacidad de postular al cargo de líder de la aldea.

Kayla vio esto como una gran oportunidad y sabía que no podía desperdiciarla. Entonces, regresaron en ella las ganas y el sentido de vivir. Se preparó cada día durante 3 meses, pero su intento de engañar sobre su edad la descalificó, teniendo como próxima oportunidad el año que venía.

Obviamente fue chocante para ella, pero estaba convencida de que este año lo lograría, pues solo faltaban 30 días para la gran prueba y estaba más que lista. Pero este comportamiento raro y melancólico de Tarek hacia su plan la hacía sentir culpable, ya que, según Tarek, ella no planeaba volver más a la aldea.

El día que Tarek le dijo aquello, Kayla no supo como refutar, ya que era cierto que esa era su meta original.

Tarek, nada egoísta y con gran valor en su decisión, prometió no intervenir en el plan de vida de Kayla y tampoco ir con el chisme hasta donde los líderes, ya que era ilegal abandonar al grupo de expedición, aprovechándose de sus recursos limitados para cumplir objetivos egoístas.

Aunque ahora denotaba mucha buena vibra entre ellos, no se comparaba en nada al trato cercano que se tenían antes, pues ahora la convivencia de Tarek y Kayla era atípica. Se percibía un cierto alejamiento de ambos, cada quien luchando en silencio con el dolor de saber que no se volverían a ver nunca más.

Regresando al tiempo actual, siendo las 18:20 horas, Tarek se quedó unos minutos más en el vertedero, esperando a tener tanta suerte como ayer, cuando cayeron fresas del enorme tubo.

Las fresas no son un producto común en estas tierras. Únicamente las producen en los enormes invernaderos, los cuales están ubicados dentro de la gran ciudad. Son frutas que se comen en momentos especiales y tienen un gran costo al ser muy deliciosas y nutritivas. Solo los ricos la consumen y se dan el lujo de arrojar los desperdicios a la basura y estas terminan en las manos de Tarek en el vertedero 5.

Tarek espera siempre con muchas ansias los días festivos dentro de la gran ciudad, se sabe de memoria todas las fechas importantes. Las fresas qué siempre recolecta se las lleva a Kayla, ya que este es su alimento favorito y siempre la pone de buen humor comerlas.

Pero no siempre es así de fácil conseguirlas. Hoy se celebraba el cumpleaños de un político importante en la plaza principal y los agentes de seguridad estan desplazados por todo el muro que rodea la ciudad, en caso de que quieran atentar contra la vida del funcionario, como lo han intentado anteriormente "los hostiles" qué buscan venganza tras el arrebatamiento de la ciudad. Así que Tarek corría peligro de ser asesinado.

Por otro lado, Kayla llegaba a casa luego del trabajo, se disponía a tomar un baño y luego a cenar, pero pudo notar prontamente que en su mesa no había ningún alimento.

Las únicas veces que Tarek no dejaba alimentos eran por estar mal, estar enojado con Kayla o estar en el vertedero.

Al intentar ir a la choza de Tarek y averiguar qué pasaba, Kayla se encontró con un colega de trabajo suyo quien le advirtió que "su hermano" se había quedado en el vertedero, cosa que no era gran novedad. Este dato la dejó tranquila, ya que ella sabía por qué y para qué lo hacía.

Kayla regresaría sin preocupaciones a su hogar, pero de pronto, unos fuegos artificiales iluminaron el cielo de la gran ciudad. Ella se quedó contemplando la belleza del espectáculo y, justo antes de ingresar a su choza, unas luces de bengala fueron disparadas desde fuera hacia dentro de la fortaleza.

Kayla se quedó pensativa buscando una razón por la cual sucedía tal cosa, luego recordó que Tarek estaba en ese sitio y, de pronto, un vecino aparece por delante y apuntando a la ciudad, gritó:

—¡Son los rebeldes! ¡Intentan tomar la ciudad!—

Kayla se espantó al enterarse de lo que estaban intentando los rebeldes y más aún, creyendo que Tarek estaba colaborando con ellos. Se le erizó la piel con tan solo imaginarlo.

Los muchachos, con gritos y arengas, salieron de sus casas para dar apoyo a los rebeldes que luchaban por una causa que siempre habían esperado.

Kayla, por su parte, preocupada y sin saber que hacer al principio, sale corriendo en medio de la oscuridad en busqueda de Tarek.

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