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Iniciando Una Nueva Vida

Los "hermanos" volvieron al refugio muy convencidos de la situación que les había tocado vivir. Una niña con habilidades extraordinarias estaba ahora bajo su responsabilidad, y el deseo que albergaba Kayla por protegerla era algo realmente especial.

Decidida a velar por la pequeña y dejando de lado su anhelo de independencia, Kayla sugirió a su "hermano" comenzar a vivir juntos a partir de ese día, para resguardar la seguridad de cada uno de los integrantes de esta nueva familia. Tarek se sintió emocionado ante la propuesta, pues la idea de tener más cerca a Kayla era algo que quizás nunca hubiera podido concretar por sí solo.

Esa misma noche, la joven madre trasladó su cama hasta la choza de Tarek, mientras él removía los objetos inservibles para hacer un espacio donde acomodarla. Una vez instalada, Kayla realizó algunos arreglos para darle un toque hogareño temporal y luego colocó una cortina al percatarse de que Tarek la observaba fijamente desde un rincón.

Tarek se acercó a Kayla para hacer saber su intención. La chica, al oír sus pasos aproximándose tras la cortina, lo interpeló:

—¿Qué deseas, Tarek? —preguntó Kayla con desconfianza.

—Solo quiero agradecerte que hayas vuelto aquí, que hayas confiado en mí para protegerlas —respondió Tarek con cierto nerviosismo.

Kayla soltó una risita tras escuchar las palabras de su buen amigo, "hermano" y pretendiente. —No necesitas pretender que lo harás todo tú solo. Yo también estoy aquí. Nos cuidaremos mutuamente—.

—Es mi deber ser el primero en pelear —afirmó Tarek con seguridad—. Tú cuida de nuestra... Tú cuida de la bebé—.

Kayla no pudo evitar reír de nuevo. —¿Estás tomándotelo demasiado en serio?... Vaya, eso es muy bueno—.

Tarek nuevamente sintió la burla de Kayla, como si ella minimizara sus aportes y, aunque no fuera su intención hacerlo sentir mal, percibía que su "hermana" no tenía mucha fe en él.

—Lo digo en serio, Kayla —insistió con determinación.

Al día siguiente, Tarek se despertó muy temprano y con lo ánimos a tope para salir a trabajar. Los cambios que surgieron durante la anterior noche lo habían dejado motivado a dar todo de sí. Al pasar por la cocina, vio de repente a Kayla llevar el desayuno y dejarlo sobre la mesa. Tarek la observó con curiosidad y ella levantó la mirada para verlo también. La joven mujer le regalaría una sonrisa y le ofrecería comer. Tarek quedó con un rostro incrédulo mientras se acercaba de a pocos hacia los manjares. Kayla no se movía y mantuvo su postura de chica servicial.

—¿Qué es esto?—preguntó Tarek sospechando algo.

—¿Qué es lo que ves?—respondió Kayla sonriendo.

Tarek sabía que la comida era para el, pero a la vez no podía creer que fuera para el—solo podría significar una broma de Kayla—pensó.

—¿Vas a comer o no?—dijo Kayla riendo.

—¿Y yo porque?—respondió Tarek cediendo de a pocos.

Kayla se acercó a Tarek y lo sujetó de la mano, acomodó la silla y lo hizo sentar con una sola ordenanza. —Ahora, come—dijo mientras se sentaba riendo al otro extremo de la mesa.

Tarek aún la seguía observando con una mezcla de sospecha y sonrisa, mientras Kayla intentaba ponerse seria sin poder lograrlo. La risa se la contagiaba el gesto incrédulo de Tarek.

Kayla, sin más remedio, se sentó junto a Tarek y le puso la cuchara con el alimento delante de la boca—come—.

Tarek, sin saber si sentirse afortunado o no, abrió tímidamente la boca con sus ojos puestos sobre los de Kayla y ella empujó el primer bocado. El chico se quedó con la boca abierta sin querer cerrarla, cosa que impacientó a su "hermana" y entre risas, exclamó —¡pero cierra la boca!—.

Tarek retuvo el alimento en la lengua por unos segundo, tratando de identificar qué ponía tan graciosa a esta chica pero, por más vueltas que le dio al bocado, no encontró sabor extraño.

—¿Que tal? ¿Te gustó?—dijo Kayla con una sonrisa.

Tarek asintió con la cabeza mientras la confianza hacia Kayla parecía volver a su corazón. Continuó comiendo cada vez con más ganas, pues el platillo hecho por la mujer que amaba no eran fáciles de conseguir ya que la cocina no era su afición.

Kayla miraba con atención a Tarek, con un mensaje retenido en sus labios, pues el bonito gesto servicial de hoy no era más que un indicio de qué algo en mente tenía.

—Parece que por ahora ese será mi rol—dijo Kayla con serenidad.

Tarek levantó su mirada hacia ella aun masticando el último bocado habido. En sus ojos se dejaban ver las interrogantes por el ceño fruncido que llevaba.

—¿Qué ocurre?—preguntó Tarek.

Con un gesto de culpabilidad, Kayla confesaría aquello que la tenía incómoda cada vez que pasaba por su mente.

—No puedo salir a trabajar, Tarek. Ahora que tenemos una niña, no será fácil para mi ir al vertedero y cuidar de ella a la vez—.

Tarek sonrió luego de oír lo dicho por su "hermana" y procedió a lamer los restos que habían sobrado en su plato. Kayla lo miró sintiendo un gesto de poca importancia en el chico y lo atribuyo a su poca madurez y desconocimiento de que lo significaba ser padres.

—¿Me estas escuchando?—reclamó kayla.

Tarek nuevamente le sonrió y, dejando su plato a un lado, respondió—no te preocupes. Dije que yo las cuidaría. Lo prometí desde un principio—.

Tarek dio las gracias y se dirigió hasta el espejo. Se empezó a peinar y arreglarse la ropa sin perder ese gesto de confianza expresado en su rostro. Kayla lo siguió con una sensación de vergüenza propia y ligera preocupación, pues entendía que tenía que dejar toda la seriedad y responsabilidad a un chico 2 años menor, quien muchas veces actuaba infantilmente. A pesar de que le creyó a Tarek cuando esté mencionó que podía sostener esta nueva familia, ahora parecía que la emoción de tener una bebé la había cegado y hecho ver el mundo desde la perspectiva de un soñador.

—¿Estas seguro de lo que haces, Tarek?—preguntó Kayla aun con preocupación.

—Claro que si ¿Cuantas veces tengo que decírtelo?—Tarek se giró colocándose delante de su hermana y estiró la palma de la mano—¿Me das la lista de compras?—.

Kayla observó con lástima a su "hermano", pero fue cambiando esa expresión en su rostro a medida que la sonrisa segura de Tarek la iba convirtiendo otra vez en soñadora. Entonces, con mucha fe en el joven muchacho, Kayla sacó de su bolsillo 2 papelitos con extraños dibujos hechos a lapicera. Eligió uno y se la puso en la mano a Tarek.

—Ajá—expresó Tarek al sentir esa confianza otorgada—¿Y el otro papelito?—preguntó refiriéndose a la segunda lista de compras.

—Esa es mi lista personal—dijo Kayla mientras se dirigía a su "habitación"—¿Acaso no sabes de chicas, Tarek?—. Concluyó con burla.

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