82: Qué tortura

Cuando su madre se enteró del asunto del "rubí de la discordia", estuvo a punto de arrancarle la cabeza.

—¿Cómo es eso de que estás en los tabloides de chismes? ¡¿Para eso te crié?! ¡¿Para eso fuiste tan brillante?! ¡Para que te volvieras la comidilla de la farándula!

—Ma, estás exagerando un poquito.

—¡Es que no tienes límites, Genevieve! —le había gritado Agatha con fuerza, sacudiendo los brazos. Su madre se había convertido en un torbellino rojizo por toda la sala del apartamento compartido con Carla, ya que allí no estaba Leonardo, y era mejor tratar el asunto a solas con Agatha—. Fíjate nada más en lo que sucedió. Lo que sucederá. ¿Cómo fuiste tan descuidada? ¡Por favor!

—No fui exactamente descuidada —murmuró la pelirroja cuidadosamente, porque okey, no fue su culpa por completo. Sí, se equivocó el día que aceptó ir a esa gala benéfica en compañía de Le Roux, fue el día en que todo empezó, cuando la tomó de la cintura; lo del rubí y los rumores. El resto fue un efecto dominó que
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