142: Un gran susto

Cuando Alessa despertó por segunda vez, lo hizo de golpe y en una camilla del mismo hospital en el que previamente estaba.

Su reacción agresiva causó que el personal médico la cogiera enseguida de los brazos y la obligara a recostarse, porque al verla de ese modo, alterada y jadeante, temieron lo peor.

—¡Señora Gold, por favor, es mejor que se calme!

—¿Dónde...? —La pelirroja los miró, parpadeando e intentando zafarse. Una leve punzada en el cerebro le recordó lo fuerte que le afectó la ansiedad.

—Mire la luz. Necesito que enfoque su vista —ordenó uno de ellos, quien le puso una pequeña linterna enfrente y le alzó un párpado—. Señora, siga la luz.

Alessa lo hizo sólo un segundo, pues apartó las manos del que parecía doctor y estaba dejándola ciega.

—¿Cuánto llevo... inconsciente? —exigió saber.

—Siete horas aproximadamente.

Alessa no estaba lo suficientemente estable para considerar aquello una exageración de tiempo. ¿Siete horas, por un ataque de ansiedad? Ahora entendió por qué su h
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