Cuando la soledad dentro del salón me pareció demasiado abrumadora, logré regresar nuevamente a mí misma.Había estado abstraída por lo menos media hora, ahí de pie, en medio del salón, completamente sola. Alexander me odiaba. Me odiaba porque no entendía el contexto de mi venganza, porque no sabía que Gabriela había hecho lo mismo conmigo.Ella había comenzado este juego macabro, y yo lo había terminado. Pero ahora él me odiaba, me odiaba de verdad. Y me odiaría aún más, estaba segura de eso.Yo quería quitarlo de la presidencia de la naviera Idilio como parte de mi venganza, pero no lo pude conseguir. Ahora no sabía qué haría en su contra, pero tenía que arrancarme la espina, tenía que hacerlo porque la extraña sensación en mi pecho no se iba. Estaba muy claro: había iniciado con las humillaciones, con el dolor. Cada vez que las recordaba, aquella sensación punzante en el pecho me atenazaba el corazón.Creí que, al vengarme de Gabriela, aquello comenzaría a desaparecer, pero no
El abuelo notó de inmediato que algo había pasado. Caminó hacia mí y, con cuidado, recogió las fotografías del suelo. Las observó detalladamente. Yo me quedé ahí, paralizada, observándolo. Su expresión no cambió; permaneció serio, imperturbable. — ¿Qué es esto? — pregunté con rabia, con una sensación agobiante en el pecho — . Abuelo, por favor, dime qué está pasando — le pedí, aunque sabía que él no tenía la respuesta. — No lo sé — me dijo — ¿Él es Alexander? — preguntó mi abuelo. Nunca lo había visto en persona. Entendí entonces que no tenía el contexto de aquellas imágenes. — Lo es — le aseguré. Tomé nuevamente las fotografías, con las manos temblorosas, con el corazón latiéndome en los oídos con fuerza. ¿Alexander había tenido una relación con mi hermana? ¿En qué momento...?— Sabía que este día llegaría — dijo mi abuelo. Entonces lo miré. —¿A qué te refieres con eso? Mi abuelo tomó asiento frente al mueble, en una pequeña banquita, y se quedó observando un punt
Cuando salí de las instalaciones de Transportes Imperio no logré encontrar a Gabriela. Seguramente había salido corriendo después de la tremenda humillación a la que Ana Laura la había sometido. El investigador privado que había contratado estaba discretamente oculto en una esquina, cerca de la empresa, y caminé hacia él. — ¿Qué sucedió? — le pregunté — . ¿Para dónde se fue Gabriela? — Tomó un taxi unos segundos antes de que usted saliera — me respondió.Me despeiné el cabello con frustración. No había querido esperarme. Tomé rápidamente mi auto y me dirigí a casa. Seguramente iría para allá, no tenía dónde más ir… O probablemente se fuera donde sus padres, pero hoy, primero a casa.Llegué, abrí la puerta con las llaves y lo primero que encontré fueron los ojos azules de Yeison, que me observaban desde la sala. — Señor Alexander, ¿cómo está? — me preguntó.Tenía un computador sobre las piernas y me sonrió con alegría. — Muchas gracias por lo de la universidad. Es algo impresionant
Xavier siempre había sido un hombre calculador y metódico. No había nada que lograra escaparse de su radar.Con sus ojos verdes bien puestos en su objetivo, era capaz de alcanzar las metas más surrealistas que alguien pudiese imaginar.No en vano había logrado convertirse en uno de los modelos masculinos más exitosos de su país y había podido llevarse a la cama a los hombres más atractivos que el mundo había dado a luz.Pero, a pesar de tan increíble talento y tanta determinación, seguía sintiendo que algo le faltaba, que le faltaba un pedazo a su vida.Por eso había regresado a Colombia, después de tantos años en el extranjero. No solo por la enfermedad y la muerte de su madre, sino porque creyó que tal vez, solo tal vez, regresando al lugar que lo había visto nacer, Xavier encontraría lo que estaba buscando.Pero, al parecer, aquel vacío en su pecho seguía creciendo cada día más. No le quedó más que resignación y pensaba en que, tal vez, muy probablemente tendría que vivir con eso p
Xavier se envió las manos a la boca, sorprendido y aterrado por las imágenes que estaba viendo. Raúl había decidido darles intimidad y estaba unos metros más allá, observando por la ventana. Pero incluso para él, que no estaba viendo las imágenes, supo que algo malo estaba pasando. — Regréselo — le pidió Xavier al hombre que estaba controlando el video.Su madre subía por las escaleras despacio, sujeta del pasamanos. Llegó al final del pasillo y abrió la puerta con fuerza.Dijo algo, pero la cámara no tenía sonido. Y cuando vio algo... cuando vio a Gabriela dentro de la habitación, se sorprendió tanto que dio un paso hacia atrás, agarrándose con fuerza el pecho, y luego cayó al suelo.Gabriela salió de la habitación, estaba desnuda, cubierta únicamente por las sábanas de la cama. Se arrodilló junto a su madre y le tocó el cuello para comprobar si seguía viva. Luego volteó a mirar hacia adentro.Entonces la cámara de seguridad enfocó a un hombre, pero el punto ciego comenzaba en su pe
Con las fotografías en las manos, entré a la estación de policía. Sentía una extraña sensación de pérdida, como si la muerte de mi hermana hubiese sucedido hacía muy poco tiempo.Era como si aquella herida ya abierta en el corazón se reabriera de golpe. Pero no era solo eso. Rememorar su muerte, la terrible escena que encontré al llegar a casa, y ahora descubrir que Alexander tenía que ver en eso, hacía que el dolor volviera con fuerza. Con las manos temblorosas y el corazón latiendo confuso, me senté en la silla frente al policía, que me miraba con los ojos entrecerrados. — Quiero que reabran un caso: el de la muerte de mi hermana. Puse sobre su escritorio todos los archivos que habían reunido. En ellos se determinó que su muerte fue un intento de robo, pero el testimonio de mi abuelo y el frío que sentía en mi interior eran más que suficientes para sospechar.Sabía que reabrir este caso podría traer problemas, especialmente porque mi abuelo había ocultado parte de la verdad.
Seguía ahí, con las fotografías en las manos, cuando alguien tocó a la puerta.Yeison era un chico tranquilo y modesto. Sabía que algo había pasado, pero tuvo la decencia de no preguntar, de no decir nada al respecto; simplemente guardó silencio y siguió llenando su solicitud para la universidad, que yo le había pedido que hiciera.A pesar de mis manos temblorosas y mi rostro, muy posiblemente, pálido, se puso de pie y abrió la puerta. Mi hermano Xavier apareció. Tenía una extraña sonrisa en el rostro, pero en cuanto me vio, se borró por completo. — ¿Malas noticias? — me preguntó. — Yeison, ¿podrías dejarnos solos? El joven asintió, tomó el computador y desapareció por la puerta. Mi hermano se sentó a mi lado, tomó las fotografías que estaban en mis manos y las observó detenidamente. — ¿Quién es ella? Mírate, eres tú. Mucho más joven. Eras lindo. ¿Qué significa esto? — Es... ella era la hermana de Ana Laura — titubeé al hablar. Mi hermano me miró detenidamente al rostr
71El agotamiento que tenía en el cuerpo fue demasiado en ese momento. Así que ahí me dejé caer en el mueble a mi lado. Mi hermano se puso de pie y me quitó el teléfono para revisar qué era lo que había llegado, y cuando vio la citación de la policía, se despeinó su largo cabello. — ¿Crees que sea una denuncia? — me preguntó — . ¿La persona que te envió la fotografía hizo la denuncia? Me quedé pensando. — No, no es una denuncia, solo una citación para declarar, no una denuncia como tal. Si hubiese sido una denuncia, tendría que haber venido la policía personalmente, o algo así. No lo sé. — ¿Cuándo tienes que ir? — preguntó, y me apreté las sienes; el dolor en mi cabeza comenzaba a crecer. — No lo sé. Lo haré ya mismo. Necesito salir de esto lo antes posible. Tengo que comenzar a solucionar mis problemas, hermano, voy a volverme loco... sinceramente, voy a volverme loco — grité. Xavier se acercó a mí, me abrazó con fuerza y yo le devolví el abrazo. Solo los brazos de mi