Cuando salí de las instalaciones de Transportes Imperio no logré encontrar a Gabriela. Seguramente había salido corriendo después de la tremenda humillación a la que Ana Laura la había sometido. El investigador privado que había contratado estaba discretamente oculto en una esquina, cerca de la empresa, y caminé hacia él. — ¿Qué sucedió? — le pregunté — . ¿Para dónde se fue Gabriela? — Tomó un taxi unos segundos antes de que usted saliera — me respondió.Me despeiné el cabello con frustración. No había querido esperarme. Tomé rápidamente mi auto y me dirigí a casa. Seguramente iría para allá, no tenía dónde más ir… O probablemente se fuera donde sus padres, pero hoy, primero a casa.Llegué, abrí la puerta con las llaves y lo primero que encontré fueron los ojos azules de Yeison, que me observaban desde la sala. — Señor Alexander, ¿cómo está? — me preguntó.Tenía un computador sobre las piernas y me sonrió con alegría. — Muchas gracias por lo de la universidad. Es algo impresionant
Xavier siempre había sido un hombre calculador y metódico. No había nada que lograra escaparse de su radar.Con sus ojos verdes bien puestos en su objetivo, era capaz de alcanzar las metas más surrealistas que alguien pudiese imaginar.No en vano había logrado convertirse en uno de los modelos masculinos más exitosos de su país y había podido llevarse a la cama a los hombres más atractivos que el mundo había dado a luz.Pero, a pesar de tan increíble talento y tanta determinación, seguía sintiendo que algo le faltaba, que le faltaba un pedazo a su vida.Por eso había regresado a Colombia, después de tantos años en el extranjero. No solo por la enfermedad y la muerte de su madre, sino porque creyó que tal vez, solo tal vez, regresando al lugar que lo había visto nacer, Xavier encontraría lo que estaba buscando.Pero, al parecer, aquel vacío en su pecho seguía creciendo cada día más. No le quedó más que resignación y pensaba en que, tal vez, muy probablemente tendría que vivir con eso p
Xavier se envió las manos a la boca, sorprendido y aterrado por las imágenes que estaba viendo. Raúl había decidido darles intimidad y estaba unos metros más allá, observando por la ventana. Pero incluso para él, que no estaba viendo las imágenes, supo que algo malo estaba pasando. — Regréselo — le pidió Xavier al hombre que estaba controlando el video.Su madre subía por las escaleras despacio, sujeta del pasamanos. Llegó al final del pasillo y abrió la puerta con fuerza.Dijo algo, pero la cámara no tenía sonido. Y cuando vio algo... cuando vio a Gabriela dentro de la habitación, se sorprendió tanto que dio un paso hacia atrás, agarrándose con fuerza el pecho, y luego cayó al suelo.Gabriela salió de la habitación, estaba desnuda, cubierta únicamente por las sábanas de la cama. Se arrodilló junto a su madre y le tocó el cuello para comprobar si seguía viva. Luego volteó a mirar hacia adentro.Entonces la cámara de seguridad enfocó a un hombre, pero el punto ciego comenzaba en su pe
Con las fotografías en las manos, entré a la estación de policía. Sentía una extraña sensación de pérdida, como si la muerte de mi hermana hubiese sucedido hacía muy poco tiempo.Era como si aquella herida ya abierta en el corazón se reabriera de golpe. Pero no era solo eso. Rememorar su muerte, la terrible escena que encontré al llegar a casa, y ahora descubrir que Alexander tenía que ver en eso, hacía que el dolor volviera con fuerza. Con las manos temblorosas y el corazón latiendo confuso, me senté en la silla frente al policía, que me miraba con los ojos entrecerrados. — Quiero que reabran un caso: el de la muerte de mi hermana. Puse sobre su escritorio todos los archivos que habían reunido. En ellos se determinó que su muerte fue un intento de robo, pero el testimonio de mi abuelo y el frío que sentía en mi interior eran más que suficientes para sospechar.Sabía que reabrir este caso podría traer problemas, especialmente porque mi abuelo había ocultado parte de la verdad.
Seguía ahí, con las fotografías en las manos, cuando alguien tocó a la puerta.Yeison era un chico tranquilo y modesto. Sabía que algo había pasado, pero tuvo la decencia de no preguntar, de no decir nada al respecto; simplemente guardó silencio y siguió llenando su solicitud para la universidad, que yo le había pedido que hiciera.A pesar de mis manos temblorosas y mi rostro, muy posiblemente, pálido, se puso de pie y abrió la puerta. Mi hermano Xavier apareció. Tenía una extraña sonrisa en el rostro, pero en cuanto me vio, se borró por completo. — ¿Malas noticias? — me preguntó. — Yeison, ¿podrías dejarnos solos? El joven asintió, tomó el computador y desapareció por la puerta. Mi hermano se sentó a mi lado, tomó las fotografías que estaban en mis manos y las observó detenidamente. — ¿Quién es ella? Mírate, eres tú. Mucho más joven. Eras lindo. ¿Qué significa esto? — Es... ella era la hermana de Ana Laura — titubeé al hablar. Mi hermano me miró detenidamente al rostr
71El agotamiento que tenía en el cuerpo fue demasiado en ese momento. Así que ahí me dejé caer en el mueble a mi lado. Mi hermano se puso de pie y me quitó el teléfono para revisar qué era lo que había llegado, y cuando vio la citación de la policía, se despeinó su largo cabello. — ¿Crees que sea una denuncia? — me preguntó — . ¿La persona que te envió la fotografía hizo la denuncia? Me quedé pensando. — No, no es una denuncia, solo una citación para declarar, no una denuncia como tal. Si hubiese sido una denuncia, tendría que haber venido la policía personalmente, o algo así. No lo sé. — ¿Cuándo tienes que ir? — preguntó, y me apreté las sienes; el dolor en mi cabeza comenzaba a crecer. — No lo sé. Lo haré ya mismo. Necesito salir de esto lo antes posible. Tengo que comenzar a solucionar mis problemas, hermano, voy a volverme loco... sinceramente, voy a volverme loco — grité. Xavier se acercó a mí, me abrazó con fuerza y yo le devolví el abrazo. Solo los brazos de mi
Los ojos del señor Bob se posaron en mí. Yo sentí cómo un enorme peso me caía encima. Él tenía razón: yo había arruinado y desgraciado la vida de sus dos nietas. Ultrajado.Por mi culpa, Jessica estaba muerta y Ana Laura, muerta en vida. Por eso estaba ardida en venganza y en dolor.Retrocedí hasta que tropecé con el mueble y caí sentado sobre él. De no ser por mi familia, hubiese buscado la ventana más alta en ese momento y me hubiese lanzado por ella. Estaba tan cansado de todo. La última semana, mi vida entera se había venido abajo. — Lo siento — dije después de un rato — . La verdad no sabe cuánto lo siento. Yo no quise hacerles daño, yo solo... ni siquiera sé qué era lo que quería. Lo de Jessica, de verdad lo siento. Yo solo quería que saliera de ese mundo. — Yo lo entiendo — me cortó el señor Bob — . Lo de Jessica lo entiendo, entiendo por qué lo hiciste y cómo lo hiciste. Créeme que me duele más que a cualquiera, me duele cómo terminaron las cosas para ella. Pero de todos tus
— No aquí no — le dije a Alexander. Mis manos estaban temblando — . No frente a mis hijos.No quería hablar con él. No quería que sus mentiras me envolvieran nuevamente. Sabía cómo era, ya lo conocía. Siempre tenía una excusa para todo, una buena historia, una gran explicación.Ya no me importaba, ya no quería, ya no quería saber nada de él, ni para bien ni para mal. Solo quería sentirme en paz, quería sentirme en paz de una vez por todas. Pero no era capaz de hacerlo, no lograba conseguirlo.Le di la espalda y salí por la puerta de la cocina que daba a la sala principal. Podía sentir los pasos de Alexander detrás de los míos. Entramos al pequeño estudio que tenía la casa y cerré la puerta sin volverme a mirarlo. — No quiero escucharte. No me importan las mentiras que tengas que decir. El pasado es el pasado, déjalo así. — Claro que no — dijo él, con seguridad — . Tengo que explicarte esto, tengo que contarte cómo sucedieron las cosas.Pero yo negué con vehemencia. — No quiero que