66| Alex.

Cuando salí de las instalaciones de Transportes Imperio no logré encontrar a Gabriela. Seguramente había salido corriendo después de la tremenda humillación a la que Ana Laura la había sometido. El investigador privado que había contratado estaba discretamente oculto en una esquina, cerca de la empresa, y caminé hacia él.

— ¿Qué sucedió? — le pregunté — . ¿Para dónde se fue Gabriela?

— Tomó un taxi unos segundos antes de que usted saliera — me respondió.

Me despeiné el cabello con frustración. No había querido esperarme. Tomé rápidamente mi auto y me dirigí a casa. Seguramente iría para allá, no tenía dónde más ir… O probablemente se fuera donde sus padres, pero hoy, primero a casa.

Llegué, abrí la puerta con las llaves y lo primero que encontré fueron los ojos azules de Yeison, que me observaban desde la sala.

— Señor Alexander, ¿cómo está? — me preguntó.

Tenía un computador sobre las piernas y me sonrió con alegría.

— Muchas gracias por lo de la universidad. Es algo impresionant
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