No tuve más remedio esa mañana de levantarme muy temprano para ir a la naviera. Tenías tanto trabajo acumulado que seguramente me tendría ocupado hasta la madrugada del siguiente día, pero ya no podía evadir mis responsabilidades. Ahora que Máximo ya no estaba, no teníamos ninguna amenaza directa sobre nosotros.El círculo bajo seguía teniendo enemigos, pero después de la muerte de Máximo comenzaba a extenderse como pólvora caliente por todo el mundo delictivo de la ciudad, posiblemente del país o del continente. Nadie se metería con nosotros un buen rato.Así que llegué temprano a las instalaciones de la naviera y, de igual modo, Ana Laura y los gemelos hicieron lo mismo. También tenían muchísimas cosas pendientes en Transportes Imperio, sobre todo los negocios que ambas empresas tenían.Había muchas cosas por hacer y me sentí tranquilo mientras las elaboraba. Aquello me distraía lo suficiente para no pensar más en la situación de m*** que estábamos viviendo. A pesar de que ya no ten
Cuando, después de un par de tonos, la llamada se descolgó al otro lado, yo sentí un nudo. — abuelo? — pregunté, conmocionada. — Aquí estoy, mi niña — la voz al otro lado me hizo emocionar.Mis ojos se llenaron de lágrimas. — ¿Abuelo, cómo estás? ¿Cómo están los trillizos? ¿Cómo están todos por allá? — Es un lugar hermoso — me dijo el abuelo — . No me permiten decir cuál es porque la llamada puede ser interceptada, pero te prometo que estamos bien. Los trillizos están bien, están extrañándote mucho.Yo me senté en la butaca que había a un lado de mi escritorio, sin fuerzas en las piernas. Escuchar su voz me traía de nuevo una energía que no sabía que había perdido. — Quiero… quiero hablar con ellos — le dije, pero el abuelo negó. — En este momento están jugando. Pero ahora que tendremos comunicación, te prometo que en un rato, cuando lleguen, llamaré de nuevo para que hables con ellos. te han extrañado mucho, te he extrañado mucho. — Yo también te he extrañado mucho, abuelito
De la mano de Ana Laura, cruzamos el enorme parqueadero de la dirección que papá me había dado. La verdad, no tenía ni idea de qué podría ser, pero lucía como un edificio grande e imponente.Desde la primera vez que supimos sobre la ubicación del círculo bajo, en aquella fábrica abandonada en medio de la jungla, pensé que no era más que una organización mediocre que se escondía en las sombras y en las alcantarillas. Pero ahora sabía que no. Ahora sabía que todo iba mucho más allá de eso, y el edificio en el que estábamos entrando lo demostraba.Papá dijo: — Ven a una de las sedes del círculo bajo.Ahí estábamos, en uno de los edificios más importantes de la ciudad. Un hombre alto y rubio, que estaba de pie en el ascensor, nos observó detenidamente antes de presionar el botón y dejarnos pasar.No tuvimos que decir una sola palabra; seguramente ya conocía perfectamente nuestro rostro. Así que avanzamos despacio, y en medio del elevador, en el espejo, Ana Laura me apretó con fuerza la m
— ¿Ese es el nombre del guardaespaldas que me enviaste esta mañana? — pregunté, más bien asustado. — No es el nombre del guardaespaldas — me dijo Ezequiel, poniéndose de pie y caminando por la oficina.Era grande y ostentosa, con un enorme candelabro en forma de araña que reflejaba las luces cálidas que rebotaban por todo el lugar. Papá podría ser lo que sea, pero siempre había tenido un gusto impecable. — Tronte es el programa. Esos guardaespaldas, como tú los llamas, son soldados de élite. No tienen nombres, no tienen vidas. Solo viven para proteger a la persona que se les fue encomendada. Entonces, cuando nos referimos a ellos… — Tronte — Le corté. — Cuando nos referimos a ellos, nos referimos por el nombre del programa. Ya te lo dije, ellos no tienen nombres. Son números. — Esto es de bárbaros — dije con Ana Laura — . ¿Cómo pueden tener a personas así? Son casi como esclavos. — No lo son — respondió Ezequiel.Caminó hacia la licorera y sirvió tres enormes tragos de un licor
Xavier se había sentido bastante cansado los últimos días, pero esperaba que todo aquello cambiara.Después de lo que había sucedido con Máximo, entendía que el peligro que se cernía sobre ellos era tan real como el aire frío que le quemaba las mejillas esa noche.Ya era tarde; la medianoche había pasado hacía unos cuantos minutos, pero las luces de la casa de Raúl aún seguían encendidas. Sabía que el hombre había trabajado hasta tarde, seguramente quería dormir y descansar. Hacía menos de 24 horas que estaba secuestrado, pero él quería hablar. Necesitaba hacerlo.Un par de veces tocó la puerta antes de que Raúl se tardara un momento en abrirla. Cuando lo hizo, tenía un albornoz grande y unas rodajas de pepinillo cubriendo sus ojeras y los moretones en su cara. — Me estaba preparando para irme a la cama — dijo Raúl.Xavier sonrió con tristeza. — Lo siento de verdad, no era mi intención. Sé que estás cansado y necesitas descansar, pero necesito hablar con alguien. — Claro que puedes
Paloma caminó de un lado para otro. Alexander había movido las influencias suficientes para que los exámenes que se había realizado salieran lo antes posible, pero estaba tremendamente ansiosa y nerviosa.Una vez que había entrado a la habitación de Emilda, la mujer la había mirado a la cara, y cuando Paloma la observó, supo de inmediato que era su madre.Podía verlo en sus ojos, podía ver en su rostro, un poco envejecido, su propio reflejo. Eran tan parecidas que sintió un tremendo nudo en el pecho, una sensación agridulce y dolorosa, porque aún seguía amando a Azucena como su madre. Pero tal vez, como decía Alexander, la sangre llamaba, y había sentido un remordimiento enorme por Emilda al verla en esa camilla, por haberse negado tantas veces a ayudarla.Pero ahora estaba ahí, y esperaba que hubiese sido lo suficientemente pronto como para poder salvarla.Yeison seguía sentado en el mueble. Había estado demasiado callado ese día, y Paloma se acercó a él, se sentó a su lado y le apre
Pasamos casi toda la noche con papá. Nos explicó todo lo que teníamos que saber sobre los negocios del círculo bajo. Principalmente, el negocio más lucrativo era el transporte de armas y drogas.Ana Laura y yo escuchábamos a papá mientras comentaba todo esto, y fue extrañamente absurdo, como si estuviéramos en un sueño, escuchando todo aquello: drogas, armas, violencia. — Por eso necesitamos los barcos de la naviera — dijo papá después de habernos comentado prácticamente todo sobre los negocios — Hemos incursionado levemente en otros temas para ampliar un poco nuestro mercado. El círculo bajo principalmente se trata de eso: de comercializar y transportar. Somos quienes tenemos el poder máximo en cuanto a armas y drogas en el país. No hay nada que se mueva o pase por nuestras fronteras sin que lo sepamos. Pero con la presión de las autoridades sobre nosotros, los transportes se han hecho mucho más complicados. Aún no han sido capaces de secuestrar nada nuestro ni atrapar ninguna merca
Hubiera preferido evitarle ese dolor a Ana Laura, pero no tenía opción más que decírselo.Habíamos prometido en nuestra relación que ya no nos ocultaríamos nada, que no habría misterios ni mentiras entre nosotros. Pero tenía que saberlo, así como lo había sabido yo. Sin embargo, no me sentía con el valor para decírselo.Después de subirnos a la camioneta, aceleré despacio por la ciudad. Era tan entrada la noche que las carreteras estaban prácticamente vacías, y no me costó mucho dirigirnos hacia mi casa.No pude evitar notar cómo un par de camionetas del Círculo Bajo nos seguían. Seguramente era Tronte, o tal vez el grupo que papá había enviado para mí.El esquema de seguridad que papá había ordenado para nosotros era bastante más pequeño que el que teníamos cuando Máximo había estado vivo, pero al menos parecía suficiente para mantenernos a salvo.Aunque, como ya lo había pensado, nadie se atrevería a meterse con nosotros después de lo que le había pasado a ese joven mafioso.Recorda