— ¿Ese es el nombre del guardaespaldas que me enviaste esta mañana? — pregunté, más bien asustado. — No es el nombre del guardaespaldas — me dijo Ezequiel, poniéndose de pie y caminando por la oficina.Era grande y ostentosa, con un enorme candelabro en forma de araña que reflejaba las luces cálidas que rebotaban por todo el lugar. Papá podría ser lo que sea, pero siempre había tenido un gusto impecable. — Tronte es el programa. Esos guardaespaldas, como tú los llamas, son soldados de élite. No tienen nombres, no tienen vidas. Solo viven para proteger a la persona que se les fue encomendada. Entonces, cuando nos referimos a ellos… — Tronte — Le corté. — Cuando nos referimos a ellos, nos referimos por el nombre del programa. Ya te lo dije, ellos no tienen nombres. Son números. — Esto es de bárbaros — dije con Ana Laura — . ¿Cómo pueden tener a personas así? Son casi como esclavos. — No lo son — respondió Ezequiel.Caminó hacia la licorera y sirvió tres enormes tragos de un licor
Xavier se había sentido bastante cansado los últimos días, pero esperaba que todo aquello cambiara.Después de lo que había sucedido con Máximo, entendía que el peligro que se cernía sobre ellos era tan real como el aire frío que le quemaba las mejillas esa noche.Ya era tarde; la medianoche había pasado hacía unos cuantos minutos, pero las luces de la casa de Raúl aún seguían encendidas. Sabía que el hombre había trabajado hasta tarde, seguramente quería dormir y descansar. Hacía menos de 24 horas que estaba secuestrado, pero él quería hablar. Necesitaba hacerlo.Un par de veces tocó la puerta antes de que Raúl se tardara un momento en abrirla. Cuando lo hizo, tenía un albornoz grande y unas rodajas de pepinillo cubriendo sus ojeras y los moretones en su cara. — Me estaba preparando para irme a la cama — dijo Raúl.Xavier sonrió con tristeza. — Lo siento de verdad, no era mi intención. Sé que estás cansado y necesitas descansar, pero necesito hablar con alguien. — Claro que puedes
Paloma caminó de un lado para otro. Alexander había movido las influencias suficientes para que los exámenes que se había realizado salieran lo antes posible, pero estaba tremendamente ansiosa y nerviosa.Una vez que había entrado a la habitación de Emilda, la mujer la había mirado a la cara, y cuando Paloma la observó, supo de inmediato que era su madre.Podía verlo en sus ojos, podía ver en su rostro, un poco envejecido, su propio reflejo. Eran tan parecidas que sintió un tremendo nudo en el pecho, una sensación agridulce y dolorosa, porque aún seguía amando a Azucena como su madre. Pero tal vez, como decía Alexander, la sangre llamaba, y había sentido un remordimiento enorme por Emilda al verla en esa camilla, por haberse negado tantas veces a ayudarla.Pero ahora estaba ahí, y esperaba que hubiese sido lo suficientemente pronto como para poder salvarla.Yeison seguía sentado en el mueble. Había estado demasiado callado ese día, y Paloma se acercó a él, se sentó a su lado y le apre
Pasamos casi toda la noche con papá. Nos explicó todo lo que teníamos que saber sobre los negocios del círculo bajo. Principalmente, el negocio más lucrativo era el transporte de armas y drogas.Ana Laura y yo escuchábamos a papá mientras comentaba todo esto, y fue extrañamente absurdo, como si estuviéramos en un sueño, escuchando todo aquello: drogas, armas, violencia. — Por eso necesitamos los barcos de la naviera — dijo papá después de habernos comentado prácticamente todo sobre los negocios — Hemos incursionado levemente en otros temas para ampliar un poco nuestro mercado. El círculo bajo principalmente se trata de eso: de comercializar y transportar. Somos quienes tenemos el poder máximo en cuanto a armas y drogas en el país. No hay nada que se mueva o pase por nuestras fronteras sin que lo sepamos. Pero con la presión de las autoridades sobre nosotros, los transportes se han hecho mucho más complicados. Aún no han sido capaces de secuestrar nada nuestro ni atrapar ninguna merca
Hubiera preferido evitarle ese dolor a Ana Laura, pero no tenía opción más que decírselo.Habíamos prometido en nuestra relación que ya no nos ocultaríamos nada, que no habría misterios ni mentiras entre nosotros. Pero tenía que saberlo, así como lo había sabido yo. Sin embargo, no me sentía con el valor para decírselo.Después de subirnos a la camioneta, aceleré despacio por la ciudad. Era tan entrada la noche que las carreteras estaban prácticamente vacías, y no me costó mucho dirigirnos hacia mi casa.No pude evitar notar cómo un par de camionetas del Círculo Bajo nos seguían. Seguramente era Tronte, o tal vez el grupo que papá había enviado para mí.El esquema de seguridad que papá había ordenado para nosotros era bastante más pequeño que el que teníamos cuando Máximo había estado vivo, pero al menos parecía suficiente para mantenernos a salvo.Aunque, como ya lo había pensado, nadie se atrevería a meterse con nosotros después de lo que le había pasado a ese joven mafioso.Recorda
No fui capaz de dormir claramente en toda la noche. En medio de mis pesadillas, regresaba una y otra vez el recuerdo de mi hermana ensangrentada frente a la entrada de la casa, con los orificios de las balas en su pecho, en su puerta.En mis recuerdos, escuchaba mi propio grito, que siempre se mezclaba con el grito de Máximo cuando Ezequiel le había disparado al pobre de Alfredo.Cuando me levanté en la mañana, sudorosa, con el cabello pegado a la cara, Alexander no estaba a mi lado, y aquello me asustó. Pero cuando vi la hora en el pequeño armario junto a la cama, entendí por qué: eran pasadas las diez de la mañana. Seguramente Alexander había ido a la empresa. Tal vez quiso dejarme descansar, aunque no debió hacerlo. Yo también tenía muchas cosas que hacer.El cansancio siempre seguía ahí, y ahora que entregaría el casino a la Orden del Círculo Bajo, tenía que prepararlo también.Me puse de pie y todo el cuerpo me dolió. Parecía que, a pesar de dormir, el cansancio nunca se iría. Me
Alexander respiró profundo ante la confesión de Carlota. La mujer se había sentado descaradamente en el mueble y había subido los pies sobre la mesita del centro. — Lo entiendo. Entiendo bien que tu información tiene un costo, pero ¿no te parece que entregarte el mandato del círculo bajo es un precio lo suficientemente alto como para que nos ayudes? — La mujer asintió. — Claro que sí. Pero aun así, sigue siendo un riesgo muy alto. Aun así, es probable que los Pilares que queden no me acepten y tenga que asesinarlos y buscar más Pilares. Solo que me ofrezcas el puesto del círculo bajo no significa que todos los problemas están solucionados, Alexander. En lo personal, yo consideraría que estaría bien derrotar a todos los Pilares antes de asesinar a tu padre.Alexander la miraba fijo. — ¿Hay que asesinarlo? — preguntó él.Todos los ojos se concentraron en la mujer, y ella asintió. — Claro que hay que asesinarlo. ¿Qué te pasa? Si tu padre está vivo, yo nunca podría hacer el reclamo. S
Yeison despertó prácticamente de un salto. Se había quedado dormido sin darse cuenta. El cansancio acumulado de tantos días y todo lo que había sucedido en la última semana lo habían tenido al límite, y estaba seguro de que no era el único.Podía ver en el rostro de Paloma y del resto de sus hermanos, incluso en el de Ana Laura, un sueño atrasado. Estaba seguro de que todos necesitarían por lo menos un mes de sueño entero para poder recuperar todo lo que habían perdido.Recostó la cabeza en la camilla y se había quedado dormido sin darse cuenta, y había despertado por las pesadillas que lo habían acometido.Cuando levantó la cabeza, somnoliento, observó a Paloma sobre la camilla. La máquina que separaba la médula ósea de su sangre estaba ahí, encendida, mientras ella reposaba cálidamente en la cama.Se veía tranquila, contenta, a pesar de que su gesto casi neutro le indicaba que estaba durmiendo. Apenas el día anterior había estado secuestrada, la habían golpeado y la habían ultrajado