135| Alex.

Pasamos toda la noche haciendo el amor. No supe cuántas veces terminamos uno junto al otro. Pero cuando llegó la madrugada, el sueño irremediablemente nos invadió.

Yo ya no quería nada, ya no pensaba en nada; había tomado una decisión y, al despertar, enfrentaría aquellas consecuencias. Pero en ese momento no quería más que sentir el cuerpo de Ana Laura, aferrarme a tocarla y besarla.

Me dormí con su cálido rostro sobre mi hombro, y por primera vez en muchísimo tiempo, no tuve ninguna pesadilla.

Fue un sueño tranquilo y oscuro, un sueño profundo en el que sabía que todo estaba bien porque ella estaba a mi lado.

Cuando abrí los ojos en la mañana, miré despacio el reloj que estaba sobre el pequeño nochero, donde se veía claramente que era casi el mediodía. Pero no importaba. Ya nada importaba; lo único que importaba era cada segundo que pudiera pasar a su lado.

La cálida mano de Ana me acariciaba el torso mientras seguía recostada en mi hombro. Tenía los ojos cerrados, pero yo sabía que
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