111°

Mientras Alexander aceleraba rápidamente por la calle, supe que había cometido un error.

Me había dejado llevar por el impulso del momento, pero ¿en serio podría hacer algo para ayudarlos? Tal vez simplemente iría a estorbar, pero el impulso me ganó.

Pensé que debía haber confiado en el criterio de mi abuelo y no haber venido con Alexander. Sin embargo, el miedo de que algo pudiera pasarle me llenó en ese momento; no porque aún siguiera enamorada de él, aunque en el fondo yo sabía que sí lo estaba, sino más bien porque solo quería que todo esto terminara cuanto antes.

Quería que Alexander no estuviera en riesgo y que pudiera tener una vida al lado de mis hijos. Yo podría ayudar en eso.

Escuché cuando salí de la cocina cómo Alexander hablaba con mi abuelo, y tenía razón: también lo hacía por mis hijos. Si aquel hombre, Máximo, quería matarlo, podría utilizar a nuestros hijos en su contra, y entre más rápido lo detuviéramos o aclaráramos aquella situación, menos riesgo correrían mis peq
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