110| Alex.

No podía marcharme de repente, así que llegué a la cocina, donde estaba el señor Bob con Ana Laura, y me aclaré la garganta, pero Ana no me miró. Siguió concentrada en los platos del lavabo, pero, a mi parecer, llevaba mucho rato lavando el mismo plato.

— Creo que debo irme — les dije.

Ana Laura, sin voltear a mirarme, murmuró:

— Pero los niños apenas están conociéndose.

— Tal vez traiga después a Esteban para que esté más con sus hermanos. Ahora tengo que irme. Xavier dice que debemos ir a encontrarnos con mi padre.

Entonces Ana Laura, por primera vez, volteó a mirarme.

— ¿De qué hablas? — me regañó — . No puedes hacer eso, es muy riesgoso. Es mejor que le digan a la policía.

Pero entonces yo negué.

— Mi hermano tiene razón. Si le avisamos a la policía, mi papá simplemente huirá. Necesitamos hablar directamente con él, enfrentarlo, preguntarle qué es lo que está pasando. Y la única forma de hacerlo es ir personalmente.

— ¿Solo irán ustedes dos? — me preguntó, y yo asentí.

Vi la
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