39. ¿Qué es lo que ocurre?

Alexander en ese momento del cambio maldijo, y no por el hecho de que su esposa tomara el control, sino por el simple hecho de no poder verla. Aun así, seguía poseído por sus instintos, lo que lo llevó a llevar sus manos a las caderas de Franchesca, ayudándola a empujarse hacia arriba, disfrutando de esa nueva posición que lo hacía sentirse más adentro de ella.

Franchesca no pudo evitar gemir de placer al sentir toda la envergadura de su esposo en su interior.

—¡Oh Alex!— jadeó ella, llevando las manos de su esposo por su cuerpo hasta sus pechos, mientras seguía subiendo y bajando sobre su erección como una amazona salvaje, moviendo sus caderas. Se detenía justo antes de sacar por completo su polla, haciendo un círculo con sus caderas antes de dejarse caer una vez más.

Él disfrutaba del vaivén de las caderas de su esposa, de cómo se movía, de cómo lo montaba, haciéndolo desesperar y provocando que su cadera se moviera hacia arriba en busca d
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