Habiendo culminado con la tradición de emparejamiento, la loba blanca de Franchesca y el lobo negro de Alexander se adentraron nuevamente en la espesura del bosque, sus corazones latiendo al unísono con la adrenalina de la cacería. La luna llena brillaba sobre ellos, iluminando una vez más su camino hacia el templo de la diosa Selene.Al llegar al templo, un aura de magia los envolvió. La loba blanca y el lobo negro se miraron a los ojos, y una conexión profunda e inquebrantable fluyó nuevamente entre ellos. Con un aullido sincronizado, invocaron el poder de la diosa Selene, y una luz radiante los envolvió por completo.Cuando la luz se disipó, Franchesca y Alexander se encontraron frente a frente, sus cuerpos desnudos reflejándose en la superficie cristalina del lago de Selene. Sus ojos brillaban con la misma intensidad que la luna, y una sonrisa se dibujó en sus labios.El lago, alimentado por la fuente de Selene, era un espejo de su alma, un reflejo de la pureza y la conexión que c
—Soy tuya, Alex. Ahora nuestros destinos están unidos. Hasta el fin de nuestras vidas— respondió Franchesca, con voz suave y llena de emoción.El calor de la marca que se había formado en su cuello tras el ritual de unión y bendición de la diosa Selene la hacía sentirse no solo amada, sino también protegida, sobre todo al sentir alrededor de su cuerpo los fuertes brazos de Alexander.Ni siquiera el aire frío del bosque podía evitar que ella disfrutara de ese momento íntimo con su alfa, quedándose dormida entre sus brazos.Mientras la nueva pareja real era bendecida por la diosa Selene, en otro lugar del reino, Andrew convocó a Alexandra a su despacho.—Dime cómo es que Alexander pudo transformarse en un lobo negro— exigió Andrew, su voz cargada de incredulidad y tensión.Las palabras de Andrew llenaron de alivio a Alexandra. Desde la partida de su hijo con los reyes licántropos, se había sumido en una incertidumbre y ansiedad total.—¡Eso significa que Alex está vivo!— exclamó Alexand
—¿Por qué estás triste? —preguntó Alexander, mirándola fijamente antes de dejarse caer en el pasto y tumbarse observando las estrellas. Giró el rostro y le sonrió—. Hace mucho tiempo que no estábamos tú y yo a solas sin tanto alboroto alrededor. Es momento de que me cuentes cómo va tu vida de casada y qué tal te trata ese Markus.Teresa no pudo evitar sentir enfado al ver la forma relajada en la que se encontraba Alexander. Podía notar en su mirada cariño, pero ya no ese deseo y necesidad que siempre había percibido en él al verla.No pudo evitar soltar un bufido que disfrazó de suspiro al sentarse al lado de él.—Supongo que no puedo quejarme; me trata como una reina —mencionó ella, colocando su mano sobre la suya de manera descuidada, rozando sus dedos con el dorso de la mano de su amigo.Ese contacto fue extraño para él. Sintió algo indescriptible, no era dolor, no era repulsión, pero era algo que le hizo apartar la mano rápidamente cuando antes, sin duda, habría anhelado ese conta
Alexander se sintió relajado en el instante en que esos brazos lo rodearon. Era impresionante cómo su cuerpo reaccionaba al tacto de Francesca, diferente de cualquier otra, incluso de aquellas a quienes había creído amar.—Es muy pronto para que estés despierta —dijo Alexander, girando para tenerla de frente y rodeándola en un abrazo más apretado de lo normal, como si lo que acababa de ocurrir pudiera arrebatársela.—No puedo dormir si tú no estás a mi lado —respondió Francesca, haciendo un ligero puchero.Alexander deslizó la nariz por el rostro de su amada y buscó su boca para besarla, intentando calmar la ansiedad que sentía. Su intención era darle un beso suave y tierno, pero rápidamente se convirtió en algo hambriento y necesitado, invadiendo su boca con la lengua y haciéndole saber que era suya.Francesca respondió al beso enredando sus brazos alrededor de su cuello y metiendo los dedos en la sedosa cabellera de Alexander, manteniéndolo muy cerca, casi odiando la necesidad de re
Markus vio desde lejos cómo Alexander y Francesca se marchaban y decidió buscar a su esposa para aclarar las cosas. Caminó con paso decidido hasta quedar frente a ella.—No te veo muy feliz en este momento —dijo Markus—. Me queda claro que hice bien en no marcarte; si lo hubiera hecho, te habría hecho infeliz toda la vida.Teresa se sorprendió, no solo por las palabras de su esposo, sino por la forma en la que la observaba. ¿Acaso había sido testigo del encuentro que había tenido con Alexander?Markus se giró para no decir nada más y volver al interior del castillo. Al fin y al cabo, era un lobo, un Alfa muy poderoso, aunque no tanto como un lobo negro. No podía evitar ser posesivo con su pareja, incluso sin haberla marcado.Gruesas lágrimas empezaron a derramarse de los bellos ojos azules de Teresa. La simple idea de quedarse sola y sin la protección de uno o del otro la hizo salir corriendo tras Markus.—Markus, por favor, detente. Explícame por qué me dices esas palabras, no puedo
Un escalofrío recorría las opulentas estancias del castillo Deveroux. La noticia se extendía como una neblina helada, sembrando el pánico entre los sirvientes y la nobleza. Nadie sabía si la víctima del vil atentado había sido la princesa o el príncipe.Todo ocurrió durante el desayuno en su honor, tras ser bendecidos por la diosa Selene. La celebración, llena de júbilo y opulencia, se tornó trágica tras el brindis. Solo un pequeño sorbo de una copa de cristal tallado provocó que, segundos después, uno de los príncipes se convulsionara y colapsara ante la horrorizada mirada de los asistentes.La voz atronadora del rey lycan, Antuan, resonó:—¡Llamen a los médicos reales y cierren todas las salidas del castillo! ¡Nadie saldrá ni entrará hasta que demos con el culpable de este horrible atentado!Teresa llevaba el bote escondido en su sujetador. El escozor que sentía por un par de gotas que lo habían manchado era indescriptible. Ciertamente, era una poción muy concentrada de Matalobos, p
Alexander logró alcanzar al lobo, ahora convertido en hombre. Por alguna extraña razón, no sentía miedo, pero sí una enorme curiosidad por sus palabras.—¿Dime quién eres?—No es el momento para que lo sepas, además ya no hay tiempo. Debes volver.Las sombras que se formaban por el resplandor dorado de la luna empezaron a desaparecer.—Toma mi mano, no tengas miedo, yo te llevaré al lugar donde debes estar, el lugar donde todos te están esperando.Alexander no pudo evitar estremecerse ante el tono de la voz de esa persona, y las frías sombras que trataban de envolverlo en un abrazo mortal. No lo pensó más y se aferró a la mano frente a él.Un sonido claro y suave comenzó a escucharse a su alrededor, llenándolo todo.—¿Qué es este peculiar ruido, que parece calmar mi alma?—Es el sonido de mi corazón. Es hermoso, ¿verdad? Es por ese sonido que debes volver. Ya elegí a un padre y una madre para esta vida que empre
Todos los guardias se acercaron con sus armas, listos para atacar.Sin embargo, Antuan, con una sola mano, los hizo apartarse.—Deténganse. Él tiene todo el derecho de hacer lo que hace. Como rey, es mi deber mantener a todos a salvo, y mi nieta estuvo en peligro no solo una vez, sino dos veces.El lobo de Alexander no estaba atacando al rey, pero sí le exigía respuestas sobre la seguridad de su luna y su nieta.Todos en el castillo eran sospechosos, por lo que serían tratados como tal.Los médicos reales llegaron hasta donde se encontraban los príncipes para llevarlos de regreso a una habitación.La loba de Franchesca guio a su pareja hasta el interior del castillo. Tras transformarse, se acercó hasta donde Alexander ya estaba siendo examinado por el doctor.—Haberse transformado de esa manera al despertar ha hecho que parte del acónito fuera desechado, pero eso también ha afectado una parte de sus nervios ópticos, lo q