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28. La bendición de la diosa Selene
Antuan se encontraba en el balcón de la habitación del ala favorita del castillo ancestral de su familia. El balcón estaba iluminado por completo por la luz de la luna llena de esa noche. Tenía mucho por lo que agradecer y mucho por lo que pedir perdón, empezando por haber querido ir en contra de los designios de la diosa Selene al querer casar a su nieta con otro alfa.

Antuan se encontraba tan absorto en sus propios pensamientos que no se dio cuenta de la presencia del otro lycan hasta que este se encontraba a su lado.

—¿Te sientes mal por querer ir en contra de los designios de la diosa y en contra de la promesa que le hiciste a tu amigo ese día?

Antuan se volvió ante la voz del lycan intruso, mostrando sus colmillos dispuesto a desgarrarlo.

—No tiene por qué temer por mí, majestad—de entre las sombras apareció Markus Lamash.

—¿Qué hace usted aquí, Lamash?

Markus se acercó hasta el balcón sin temer a la amenaza implícita en el tono de la voz del rey lycan.

—Aún recuerdo
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