Capítulo 80

En la noche le hice una exquisita cena a Rudolph, con los platillos que más le gustaban: sopa de fideos y huesitos y arroz con pollo. También, por supuesto, el café que tanto paladeaba con mucho gusto. Me puse muy hermosa para él, con un vestido crema, entallado y corto, solté mis pelos y me coloqué unos pendientes pequeños y coquetos, también una cadenita con un dije que se colaba en el canalillo de mis pechos.

-¿Qué celebramos?-, se apareció, entonces, Rudolph, como siempre, sonriente, tranquilo, distendido, contemplándome y mirando y admirando mis pechos que aparecían como deliciosas frutas en el escote de mi vestido. Me colgué de su cuello enamorada y rendida a él.

-Celebramos lo mucho que te quiero-, le dije, besándolo con encono y desenfreno, apasionada y emocionada a la vez, prendada completamente de mi marido.

-Pues tendrá que ser una celebración doble porque yo también te amo mucho, Patricia-, me dijo él, devolviéndome los besos con mucho encono y su maravilloso ímpetu
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