Capítulo 85

Rudolph estaba aún más colérico con Waldo. Jamás imaginó ni se le cruzó por la cabeza que un hombre, vivo o muerto, podría afanar a su mujercita hermosas (yo, je je je), pese a que sabía que yo era una cotizada modelo, una publicista de éxito, que había aparecido en numerosos avisajes y carteles y que tenía muchísimos fans y que, obviamente, era codiciada por hombres de toda condición.

Rudolph pensaba que mi bellísimo rostro y exuberante y mi apetecible cuerpo "era solo parte de mi trabajo de publicista" que me permitía ganar buen dinero a través de los avisajes y que no se podía mezclar eso con que alguien intentara enamorarme, seducirme o hacerme la corte, sin embargo miles de hombres tenían mis posters, mis fotos, los carteles de mis avisos, coleccionaban videos de los portales donde aparecía yo en microscópicas tangas, luciendo toda mi encanto y belleza y almacenaban imágenes mías por doquier. Incluso, yo había sido considerado, en varias ocasiones, la mujer más hermosa del
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