Capítulo 88

Cuando desperté después de esa noche tan fantástica, mágica y esplendorosa, romántica y febril, a la vez, mi marido, ya se había ido. Yo seguía sudorosa, mi corazón hecho una fiesta, estremecida y con deseos de volver a estar entre los brazos de él y que no dejara, nunca, de besarme y abrazarme. Me levanté pensando en lo de temer un bebé con Rudolph. No estaba del todo convencida de lo que me había dicho Alondra. Si no se pudiera almacenar el semen ¿qué sentido tendría crear bancos para su conservación? Eso martillaba mis sesos.

Después de ducharme, abrí mi laptop y empecé a buscar sobre los bancos de semen. Como les decía, dudada de lo que me había dicho Alondra, de que los espermatozoides tenían muy corta vida. Yo había leído en alguna oportunidad que ese tipo de almacenamiento aseguraba la vida humana por los siglos de los siglos, incluso.

Y en efecto, encontré lo que estaba buscando en menos de lo que canta un gallo. Habían muchísimas páginas científicas al respecto. " L
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