Capítulo 94

Las horas se me hicieron demasiado lentas. El reloj avanzaba con pies de plomo, los minutos se estiraban como un elástico y no había cuándo llegase las cinco de la tarde para poder conversar con Julio Hauss. Ni sabía qué iba a decirle. En lo que sí estaba convencida es que él tenía clave para saber todo lo que me estaba pasado.

Lo que también quería es que Rudolph no se fuera nunca. En realidad ese era, aunque lo negase o intentara mentirme a mí misma, la razón principal de hablar con ese sujeto.

-Trata de ser coherente, no compliques las cosas, no pidas imposibles o cosas fuera de lugar, Rudolph podría desaparecer para siempre y entonces la pasarías muy mal y yo no quiero que sufras-, me advirtió Alondra.

Ella tenía razón. Eso me alteraba más, me ponía muy nerviosa y en un momento dado mi corazón era un tambor repicando muy fuerte, golpeando con vehemencia mi busto, a punto de reventar en un millón de pedazos.

Me puse muy linda. Quería impresionar a Hauss. Alondra me
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