Capítulo 95

Fui a la clínica donde había trabajado en vida Rudolph como anestesiólogo. La recepcionista del nosocomio me reconoció. -¡¡Patricia!!, qué gusto volver a verla!!-, me dijo efusiva dándome un besote en la mejilla. Yo me había puesto un sastre rojo, con la falda corta, zapatos abiertos, llevaba una cadenita de oro con un dije de un búho, tenía aros de pendientes y llevaba mis pelos completamente revueltos. Estaba realmente regia y hermosa.

La clínica se encontraba, literalmente, repleta. Habían muchos pacientes esperando ser atendidos, se formaban largas colas en admisión y los consultorios, las enfermeras iban y venían y los parlantes retumbaban a cada momento anunciando atenciones inmediatas. El hormigueo era febril.

-Hola, Raquel, estás muy linda-, le devolví el beso.

-¿Necesitas algo?-, me preguntó solícita. Yo no sabía cómo decírselo, así es que acerqué mi naricita a su oído y le susurré muy bajito para que nadie me escuche. -Rudolph dejó aquí su semen-, me puse roja, i
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