Capítulo 103

Tomé mi desayuno muy nerviosa, inquieta bastante eufórica en realidad pensando en cómo decírselo a Rudolph. Lo que yo quería era tener una faena muy romántica con mi marido y luego inseminarme, para de esta forma, coincidir la velada con el tratamiento que me haría George y quedar embarazada, como si en efecto, él, mi marido muerto, fuera el responsable de mi futura e inminente gestación. También debía decírselo a Alondra para que ella, paralelamente, tuviera su noche de amor intensa con Gaston y tratar, igualmente, de quedar embarazada. Pensé además en organizar la boda de ella, de mi amiga, apenas nos dieran la noticia de que estábamos en la dulce espera- Todo eso me tenía febril, entusiasmada, sumida en nervios, cuando, de pronto, Sebastián empezó a gritar frente a mi puerta, alterando a todos los vecinos.

-¡¡¡Patricia!!! ¡¡¡Abre la puerta!!!-, decía Sebas como un energúmeno.

Desorbité mis ojos, mis pelos se erizaron, mi corazón se alteró y quedé estupefacta y desconcertada
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