Alondra y Gaston iban de maravillas en su relación. Todas las noches salían, los fines de semana se iban a la playa, incluso partían de viaje y hasta hicieron un crucero por el Caribe. Disfrutaban a plenitud de su amor y ella estaba muy feliz. Ya había superado la horripilante experiencia de verse con los muertos. En realidad fue Brown, con su inmenso amor y cariño, la que hizo posible que Alondra lograra superar ese mal momento. A su lado, ella se sentía protegida, segura y comprometida a vencer cualquier inconveniente y seguir juntos frente a todo tipo de tormentas y marejadas. Hauss cumplió su parte y los fantasmas dejaron de aparecer frente a nosotras. Yo, como imaginarán, estaba espantada pero también temía que Rudolph dejara de aparecer en mi vida, sin embargo no ocurrió nada de eso, felizmente. Mi marido no dejaba de visitarme en las noches y dormía conmigo, aunque él, en realidad, se la pasaba besándome y acariciándome, embelesado y maravillado con la lozanía de mi piel
Volvimos, entonces, a planificar las cosas para quedar encinta al mismo tiempo je je je. -El miércoles es tu gran día, entonces, yo debo hacerlo el jueves-, me decía Alondra pícara, mordiendo sus labios, frotando sus rodillas, con sus pechos empinados y pétreos, muy excitada. Ciertamente le encantaba la idea, también, de quedar embarazada de Brown. -¿Qué te ha dicho él?-, me interesé. -Está de acuerdo. Le conté lo de tu inseminación, de que queremos quedar embarazadas al mismo tiempo, dar a luz y cerrar por medio año la agencia, para luego volver a lo nuestro, me dijo que contaba con su apoyo-, hizo brillar ella sus ojitos como luceros. -Será lo más loco que hayamos hecho juntas ja ja ja-, yo me reía muy contenta. -Brown quiere casarse conmigo-, me anunció, además, Alondra. No debía sorprenderme. Ellos estaban muy enamorados, la pasaban de maravillas, como les dije, ella quería embarazarse y él estaba deseoso, también, de formar una familia, por lo que formalizar su relaci
Ese martes en la noche, previo a la inseminación artificial, en la noche, me puse muy linda, con una lencería roja transparente muy sugerente que había comprado en una tienda de modas, con medias y liguero, solté mis pelos, para verme muy sexy y calcé zapatos taco catorce para estar enorme frente a él. Me envolví, además, en una bata sugerente y esperé a Rudolph. Él llegó muy orondo, como siempre. -¡¡¡Mi café, Patricia!!!.-, dijo jalando una silla, tamborileando la mesa. -¿No prefieres, mejor, este postre?-, le dije, entonces, insinuante, coqueta, poniendo un pie en la pared y alzando mis pelos con una mano, dejando caer la bata sugerente. Entreabrí la boca y mordí mi lengua muy sensual, como una femme fatale. Rudolph quedó estupefacto y pasmado viendo mi belleza bien pincelada en la lencería roja. Se maravilló con mis pechos inflados como globos, palpitando al mismo compás de mi corazón eufórico repicando en mi busto como una melodía dulce y romántica. Contempló mis piernas b
George me esperaba en su consultorio con una gran sonrisa. -Es muy sencillo y no vas a sentir nada, eso sí no hagas locuras je je je-, él también parecía cortado por la misma tijera que mi marido y Watson. Los tres se reían de todo, eran distendidos y me trataban siempre en forma muy paternal que me hacían sentir confiada y entusiasmada a la vez. -Yo me siento muy bien, como si hubiera el amor en forma intensa-, le confesé riendo coqueta. -Sí, lo veo en tu cara, Patricia, estás muy relajada, contenta, emocionada, tu carita está pintada de rosa-, me dio él la razón. Es que yo me sentía así, feliz. Mi entusiasmo se desbordaba no solo por mi sonrisa o mis ojos sino en todo mi ser. En efecto todo fue fácil, sencillo, entre muchas risas, bromas y ni siquiera me di cuenta en qué momento quedé inseminada, porque no dejaba de reírme por las bromas que hacían George y las enfermeras. Él les tenía mucha confianza a ellas porque les tomaba el pelo, les lanzaba insinuaciones y no dejab
Alondra ya había iniciado el operativo "embarazo". Yo me reí mucho cuando me lo dijo. -¿Y si no resulta mi inseminación? me sacarás demasiada ventaja. Esa no era la idea, las dos debemos quedar encinta al mismo tiempo-, le dije riéndome. -Ay, es que no pude con las ganas-, estalló en carcajadas mi amiga. -Eres terrible, Alondra-, estaba yo contagiada con sus risas. -Yo creo que vas a quedar embarazada, ya sabes que soy infalible con mi intuición-, estaba ella, sin embargo, muy confiada. -Rudolph y el doctor George dicen que posiblemente ocurra un embarazo múltiple-, le recordé. -Vas a tener cinco bebés al instante, je je je, te faltarán más pechos-, Alondra estaba muy festiva. -Creo que mejor nos damas un respiro de medio año con la agencia-, le sugerí. Alondra estuvo de acuerdo sin embargo reconoció que perderíamos muchos clientes. -Será difícil recuperar el nivel que teníamos-, me dijo, arrugando su boquita. -Podemos ir trabajando cosas pequeñas en esos meses, avi
Por la noche enfrenté a mi esposo. -A ti te mataron por andar coqueteando con otras mujeres-, le dije molesta. La palabrita esa, celos, seguía taladrando mi cráneo y me sentía muy incómoda y frustrada, decepcionada incluso. Rudolph se molestó conmigo. -No, Patricia, yo no te he traicionado ni con el pensamiento, lo único que te oculté fue lo de las apuestas en los casinos, pero no era gran cosa, solo gasté un poco de dinero para divertirme, eran unas deudas manejables-, me recordó. Eso me tranquilizó. Vi en los ojos de mi marido sinceridad y su voz segura, resoluta, convencida y firme, me convenció que no mentía. Le pedí que hablara con el sujeto que habían matado. -No lo conozco, pero lo voy a buscar, no será difícil que me cuente de su vida romántica, ja ja ja-, volvió él a recuperar su sonrisa. En la laptop de la casa, busqué información del tipo que mataron a balazos. Se llamaba Olaf Guard, era millonario, exitoso en los negocios, quería mucho a su mujer, tenía dos hi
La boda de Alondra fue muy bonita, sencilla y emotiva. Me puse un vestido violeta muy lindo, entallado, que marcaba todas mis redondeces y curvas y dejé revueltos mis pelos. Llevé zapatos oscuros y pendientes grandes. Rudolph se puso un terno muy elegante, llevaba nuestro anillo de bodas y los gemelos que le regalé en uno de sus cumpleaños. Estaba muy hermoso. -Qué lástima que nadie pueda verte para sentirme vanidosa y orgullosa-, le dije acaramelada a su boca, colgada a su cuello. -A mí me basta que me veas tú-, me dijo él besando también mis labios, embriagándose con el vino de mis labios. Alondra, como es obvio, estaba muy nerviosa cuando llegamos a su casa. Rudolph decidió esperarla en el hall. Yo subí las escaleras, de prisa, alzando mi falda. -Espero que ya estés lista-, alcé la voz mientras me apuraba por los peldaños. Mi amiga sin embargo se encontraba demasiado frenética. -Ay, Patricia, ni siquiera me he peinado, me siento terrible-, me dijo. Su familia se apuraba
La recepción se hizo en un local muy grande y cómodo, muy elegante, además. Hubo mucha comida y trago. Rudolph y yo bailamos toda las noche, engolosinados y sin dejar de besarnos. Muchos hombres, admirados de mis curvas que apenas contenía el vestido, me invitaban a bailar pero yo les decía que no. Y quedaban boquiabiertos y estupefactos, viéndome bailar sola, como una muñeca de cuerda, encantada y contenta al lado de mi marido. -No me gusta que te estén mirando-, me decía azorado Rudolph pero a mí no me importaba nada. ¡¡¡Era el día más importante de mi amiga!!! y era lo único que me interesaba. Y quería que todo sea inolvidable. Gaston le sacó el liguero a Alondra entre muchas risas y luego costaron el pastel enorme, los dos juntos, besándose febriles y tomándose de las manos. Formaban una pareja muy linda, romántica y era obvio que se querían mucho. Al fin, Alondra me buscó, en medio de la algarabía y la euforia que se desbordaba en la recepción. Me encontró, por supuesto