Capítulo 115

La recepción se hizo en un local muy grande y cómodo, muy elegante, además. Hubo mucha comida y trago. Rudolph y yo bailamos toda las noche, engolosinados y sin dejar de besarnos. Muchos hombres, admirados de mis curvas que apenas contenía el vestido, me invitaban a bailar pero yo les decía que no. Y quedaban boquiabiertos y estupefactos, viéndome bailar sola, como una muñeca de cuerda, encantada y contenta al lado de mi marido.

-No me gusta que te estén mirando-, me decía azorado Rudolph pero a mí no me importaba nada. ¡¡¡Era el día más importante de mi amiga!!! y era lo único que me interesaba. Y quería que todo sea inolvidable.

Gaston le sacó el liguero a Alondra entre muchas risas y luego costaron el pastel enorme, los dos juntos, besándose febriles y tomándose de las manos. Formaban una pareja muy linda, romántica y era obvio que se querían mucho.

Al fin, Alondra me buscó, en medio de la algarabía y la euforia que se desbordaba en la recepción. Me encontró, por supuesto
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