Capítulo 122

Entré a un restaurante para desayunar porque me moría de hambre pese a que estaba desconcertada y sumida en muchas dudas, tratando de adivinar quién podría ser el asesino de mi esposo, qué sujeto o mujer podría estar de tanto crímenes, y que obviamente estaba loco o loca, estaba fuera de quicio y que le gustaba matar, que disfrutaba acribillando a tipos que ni conocía y que no podían defenderse como mi marido. Pedí café con leche y pancitos con mantequilla, también se me antojó un pye de manzana y solicité además aceitunas. Hummm, qué delicia. Empezaba a gustarme el asunto de los antojos, podía darme mis gustitos más intrínsecos, mis pasiones ocultas y tragaba literalmente, todo lo que podía, sin importarme la mirada de los otros comensales, que incluso se empinaban para verme comer como una náufraga recién rescatada del medio del océano.

De pronto se apareció Julio Hauss frente a mis ojos, con una sonrisa larga dibujada en su cara. Ya no me asustaban los fantasmas. -Rudolph me d
Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o código para baixar o App

Capítulos relacionados

Último capítulo

Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto número de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que você gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o código para ler no App