Capítulo 129

Esa semana no dormí nada de nada, ni siquiera una siestecita. No quería dormir tampoco. Pensaba que si el sueño me ganaba, al despertar, ya no vería, nunca más a Rudolph. Su crimen estaba resuelto, Sebastián lo había matado, enceguecido por la obsesión de poseerme y convertirme en su propiedad por siempre, y por ende, temía, él, mi marido, tendría que irse de éste mundo y desaparecer de mi vida para siempre. Le pedí a Alondra descansar toda esa semana, no ir a la agencia, porque "estaba muy afectada" y ella aceptó de mala gana porque teníamos mucho trabajo y contratos pendientes. Yo lo que hacía era ayudarla desde casa con los textos de los encartes, los slogans y los textos de la publicidad. La gestación de Alondra también estaba avanzada.

No dejaba que Rudolph se fuera a ver a sus amigos finados, tampoco, je. En realidad lo encadené a mi lado toda esa semana. Tal era la psicosis en que me encontraba de que él desapareciera ahora que su crimen estaba resuelto, que hacía las compr
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