Capítulo 126

Sebastián adivinó de inmediato que la policía venía a interrogarlo y a detenerlo. Escondido detrás de las cortinas vio dos patrulleros llegar frente a su casa y a Palacios descender de la unidad, dando órdenes a sus hombres para que acordonen todo el lugar. -¡Maldición!-, apretó los puños Sebas. Él, desde que mató a Rudolph, tenía lista una ruta de escape, una mochila con comida y agua, preparada y a la mano. Se la colgó al hombro y escapó por una salida secreta, oculta entre muebles y tablas, que daba hacia un callejón baldío que a su vez desembocaba a un paraje despejado, por donde pudo huir a toda prisa, sin que la policía se diera cuenta.

Palacios ordenó tumbar la puerta y luego, sus hombres rebuscaron por toda la casa buscando alguna información que implicara a Sebastián con los crímenes. Palacios inspeccionó detenidamente el dormitorio y encontró la pistola de Sebastián. -¡¡¡Bingo!!!-, gritó entusiasmado.

Fue cuando uno de sus agentes lo llamó a gritos.

El jefe de la
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