Capítulo 127

Sebastián sabía que yo estaba en la casa, sola, a su entera merced. Era domingo en la tarde. No podía equivocarse en sus cálculos. Alondra estaría seguramente con su esposo y Sebas conocía mi vivienda incluso a ojos cerrados, hasta el último rincón de mi sencilla morada y tenía la certeza por donde entrar sin que yo me diera cuenta. Entonces se trepó a un árbol cercano, se columpió presto por sus ramales, y luego saltó al techo, cayendo en cuclillas, procurando no hacer ruido. Yo no escuché nada. En realidad estaba muy ocupada preparando el encarte de una casa de modas anunciando sus próximos lanzamientos de otoño. Había puesto salsa en los parlantes y me encontraba demasiada concentrada redactando los textos, cuidando los detalles de los diferentes modelos para la próxima estación. No esperaba a nadie, tampoco. Sabía que Rudolph recién llegaría por la noche, pensaba, también en la ecografía que me haría en la clínica para ver la evolución de mi bebé, porque mi panza se había inflad
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