Capítulo 114

La boda de Alondra fue muy bonita, sencilla y emotiva. Me puse un vestido violeta muy lindo, entallado, que marcaba todas mis redondeces y curvas y dejé revueltos mis pelos. Llevé zapatos oscuros y pendientes grandes. Rudolph se puso un terno muy elegante, llevaba nuestro anillo de bodas y los gemelos que le regalé en uno de sus cumpleaños. Estaba muy hermoso. -Qué lástima que nadie pueda verte para sentirme vanidosa y orgullosa-, le dije acaramelada a su boca, colgada a su cuello.

-A mí me basta que me veas tú-, me dijo él besando también mis labios, embriagándose con el vino de mis labios.

Alondra, como es obvio, estaba muy nerviosa cuando llegamos a su casa. Rudolph decidió esperarla en el hall. Yo subí las escaleras, de prisa, alzando mi falda. -Espero que ya estés lista-, alcé la voz mientras me apuraba por los peldaños. Mi amiga sin embargo se encontraba demasiado frenética.

-Ay, Patricia, ni siquiera me he peinado, me siento terrible-, me dijo. Su familia se apuraba
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