Capítulo 84

Le tendí un trampa a Waldo. Quería aclarar las cosas con él de una buena vez por todas. Yo no quería arriesgar mi relación con Rudolph y deseaba que el cantante desapareciera al fin de mi vida y no verlo nunca más. Yo era feliz al lado de mi marido muerto y era lo único que me interesaba. Así, ese domingo que descansaba, después de ducharme y desayunar, me saqué la blusa y el sostén y quedé con mis pechos al aire. Así le puse a barrer la casa, limpiar los muebles, ordenar los jarrones y mis peluches, mientras mi busto parecía flotar igual a inmensos globos, provocativos como relicarios que imploraban ser idolatrados.

-Uyyyy qué delicia-, mordió, entonces el anzuelo de mi busto, el tal Waldo, mirando y admirando mis pechos, completamente embelesado a esos enormes globos que palpitaban al mismo compás de mi corazón. De inmediato me puse una camiseta encima.

-Contigo quería hablar-, me molesté, cruzando los brazos.

Waldo jaló una silla y se sentó junto a la mesa. -Hablamos si vu
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