Capítulo 37

Ese sábado, en la mañana, me llamó Catalina. Yo ya me había duchado aunque aún estaba estremecida por la velada que pasé en los brazos de Rudolph, extasiada, con mi corazón hecho una fiesta, y me sentía súper sexy y sensual. Meneaba mis caderas, lanzaba mis pelos, bailaba con mucha cadencia y me sentía en mi máxima feminidad.

-Hola Patricia, soy Catalina-, me dijo ella sonriente. Eso lo noté.

-Hola, amiga, ¿qué ocurre?-, estaba yo hecha una fiesta batiendo huevos para hacerme una tortilla.

-Me ocurrió algo muy raro que me ha asustado, me siento aterrada. ¿Puedo ir a tu casa?-, me preguntó.

-Claro, te espero-, le dije sorprendida y le mandé mi dirección a su whatsapp. Me rasqué los pelos incrédula. Fui a comprar panes y tamales para que ella desayunase conmigo. Luego me cambié y me puse una camiseta, jean y zapatillas. Arreglé la casa, le di una rápida barrida y puse algunos peluches en los sillones.

Catalina llegó luego de un rato, en su carro. Lo estacionó frente a mi
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