Capítulo 33

Sebastián Dougi era uno de los modelos contratados por Alondra y que nos esperaban en el mall. Estaba hermoso, ese día, con sus pelos revueltos, la barbita crecida y sus brazos grandes como troncos que me enervaban y desataban, de inmediato, mis cascadas. Me encantó, en realidad, verlo tan apetitoso, besable y acariciable. Me dio un besote que me estremeció por completo. Sus manos se deslizaron por mis brazos, disfrutando de la lozanía de mi piel.

-Qué bella estás, Patricia-, me dijo embriagándose, además, con mi perfume. Se encandiló con mis ojos brillando como luceros deseándolo con afán y vehemencia, mi sonrisa y mis pelos resbalando muy provocativos sobre mis hombros, haciendo de mí, una postal muy provocativa que debía terminar en la alcoba.

-Eres muy galante, Sebas-, le dije juntando los dientes, coqueta en extremo, con mi feminidad estallando como un volcán en erupción.

Con Sebastián, ya les conté, la pasamos de maravillas varias veces antes de casarme con Rudolph y
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