Capítulo 109

El cuerpo desnudo de Aleckey seguía caliente junto a su luna. Calia tenía la cabeza descansando sobre su amplio pecho, escuchando el ritmo poderoso y constante del corazón del rey. Sus dedos jugaban perezosamente sobre su piel curtida, mientras Aleckey dibujaba pequeños círculos en su espalda con las yemas de los dedos, reconfortándola.

La calma parecía absoluta. El mundo fuera de esa vieja cabaña de madera simplemente no existía.

—Podría quedarme así para siempre —murmuró Calia, su voz un susurro contra su piel.

—Y yo te tendría atada a mi pecho hasta el fin de los tiempos —respondió Aleckey, su voz ronca y profunda.

Ella sonrió, adormilada, pero un rugido lejano, seco y salvaje los sacó bruscamente de esa burbuja de paz. Aleckey alzó la cabeza, sus músculos tensándose de inmediato. Calia también se incorporó, sus sentidos de loba alertándose al instante.

—¿Qué fue eso? —preguntó ella, con el corazón disparado.

El alfa ya estaba de pie, colocándose sobre los hombros su enorme capa d
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