Capítulo 2 : Vendida al mejor postor

Emilia tembló de miedo mientras. El hombre tomó su cabello con una mano, la chica trató de luchar, pero al tenerlo a horcajadas sobre usando su fuerza sobrenatural, Emilia no pudo hacer mucho. Las lágrimas comenzaron a inundar su mirada cuando aquel hombre colocó su mano sobre la ropa interior de la chica.

Los ojos brillantes y maliciosos solo hicieron que la respiración de Emilia fuera más sofocada que antes y la chica trató de pensar en cómo salir de aquella situación, ese hombre quería abusar de ella. Sabía que nadie vendría por ella o la tomaría en cuenta, así que solo ella podría salvarse de aquella situación, pero…

¡Cómo iba a hacerlo!

No tenía lobo, no podía defenderse de aquel hombre. La chica cerró los ojos cuando la boca desagradable del novio de su hermana besó la suya, trató de apartar sus labios, pero aquello solo hizo que aquel hombre lamiera su rostro dándole arcadas y entonces presa de pánico hizo lo único que pudo.

Lo mordió, lo mordió tan fuerte como sus dientes lo permitieron. El hombre aflojó su agarre, haciendo a Emilia conseguir liberarse, pero no llegó lejos, ya que aquel sujeto la tomó del cabello con violencia, haciéndola caer prácticamente de rodillas. Tomó su barbilla en sus manos.

«¿Cómo te atreves a morderme, m*****a?» La chica fue abofeteada «¡Estúpida, voy a enseñarte una lección!»

Emilia fue sujetada por aquel hombre una vez más, sus manos sujetas por una de las del tipo y gritó, lloró por ayuda sin realmente creer que alguien la rescataría, pero por algún motivo el sujeto que la tenía cautiva la empujó al suelo con violencia.

— ¡Qué es esto! — gritó Cintia mirando a su prometido — ¡Qué haces aquí fuera con esta mujer!, ¡Dímelo!

Emilia notó la presencia de su hermana, inmediatamente le pidió ayuda a su hermana, pero esta la empujó una vez más sobre el suelo, raspando la palma de sus manos en un intento de amortiguar la caída y entonces leyó los labios del prometido de su hermana.

— Ella trató de desnudarme, incluso me mordió cuando me negué, ¿por qué tu hermana es tan guarra? — Aquel hombre miró a Emilia.

— Mentira — Emilia negó — yo no…

— ¡No intentes engañarme, m*****a perra! — Cintia tomó a Emilia del rostro antes de abofetearla con fuerza —. Te vi mirarlo durante toda la fiesta, pero esto no va a quedarse así, definitivamente no voy a permitirlo.

Emilia tembló, cubrió el dolorido lugar de su mejilla donde había sido abofeteada y ni siquiera tuvo tiempo de hablar antes de que su hermana la obligase a seguirla dentro de la casa. La chica miró a su padre en busca de ayuda mientras Cintia repetía las mentiras que había dicho su prometido.

Emilia no habló porque sabía que nadie le escucharía y cuando vio a su padre dejar toda aquella situación en manos de su madrastra supo sin lugar a dudas que estaba perdida. La mujer caminó hasta ella, sus uñas se clavaron en el rostro de la chica cuando esta lo tomó entre sus dedos. Arrancó la cadena que habían colocado en su cuello con sorna.

«No mereces esto, como te atreves a seducir al novio de tu hermana en nuestras narices, eres una zorra»

La mujer se alejó, se disculpó con el prometido de su hija y le pidió dejarlas a las tres solas. La chica tembló cuando la puerta se cerró, la mujer hizo un gesto a su hija para que inmovilizara a Emilia. La chica jadeó cuando fue fuertemente golpeada, cayó de rodillas cuando el golpe en su vientre la debilitó dejándola completamente sin aire.

«Si quiere ser una zorra, lo serás» aquella mujer sonrió con maldad antes de golpear a Emilia una vez más en su rostro «Pero no aquí en esta casa, no, las perras como tú solo tienen un lugar donde trabajar»

— ¡No! — Emilia imploró al conocer el significado de aquellas palabras — ¡Por favor no me lleve a la subasta!, yo no hice nada, ese hombre me…

«¡Cierra la boca!»

Gritó la mujer, Emilia no pudo escucharlo, pero la bofetada después de sus palabras fue más que esclarecedora y lloró con fuerza mientras era dejada sola en aquella inmensa habitación. Si la llevan a la subasta estaría perdida, en aquella casa al menos los empleados la trataban bien.

Pero si era vendida a alguien más, ella no sería más que un objeto, una pertenencia de algún alfa que haría con ella cosas terribles, cosas que no podía ni imaginar. La chica jadeó cuando su cabeza dolió y ni siquiera pudo pensar en qué haría antes de que el mundo desapareciera ante ella.

— ¡Lamento tanto lo que ha sucedido! — la madre de Cintia se disculpó con el prometido de su hija — es la hija mayor de mi esposo, es una inútil y una descarada, una desgracia para todos en esta casa.

— No tiene que disculparse, señora — el chico habló —. Aunque creo que deberían deshacerse de ella, es una vergüenza sin lugar a dudas —. Tomó la mano de Cintia — cariño, no me malinterpretes, pero qué pensarán las personas si descubren que tu hermana es un poco…

— Ella no será un problema nunca más — interrumpió la madrastra de Emilia — voy a mandarla a donde pertenece.

— Yo podría enviársela a un amigo de mi manada — dijo el hombre junto a Cintia — conozco un par de alfas que podrían querer a una mujer como ella. Y no se preocupe, señora, un lobo de la manada Darknight no se rinde fácilmente.Este asunto no afectará mi matrimonio con su hija.

Emilia jadeó, el calor abrasador se extendía a su alrededor mientras las llamas se elevaban una vez más sobre su cabeza. Ella había soñado con esta escena innumerables veces, pero esta vez, un niño apareció en el sueño. El niño parecía querer protegerla. Le entregó a la niña una cosa brillante que parecía una gema. Pero no podía ver claramente cómo era esa cosa.

— Vamos a salir de aquí, nosotros vamos a…

La chica abrió sus ojos cuando agua fría la despertó, su confusión creció al darse cuenta de que ya no estaba en su casa e intentó alejarse del hombre tatuado y calvo que arrastró fuera de una cama que tampoco era la suya.

Había cinco mujeres más semidesnudas acurrucadas contra la pared. Emilia se preguntó en qué momento había llegado a aquel lugar, pero no tuvo respuesta alguna. El desconocido que lo tomó del brazo la desnudó, la chica trató de escapar, pero sus manos fueron atadas y la vergüenza quemó en ella cuando solo fue cubierta por una tela blanca transparente.

— ¡Camina!

Leyó los labios de aquel hombre antes de que la sacara de la habitación. Ella no podía escuchar nada, pero sabía perfectamente donde estaba, en especial cuando fue llevada alrededor de un montón de mesas repletas de hombres antes de ser lanzada a un pequeño escenario iluminado en medio de aquel lugar.

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