Emilia sirvió una copa de zumo para la mujer de aspecto petulante sentada en la cabecera de la mesa. La chica de cabello negro perfectamente peinado a su derecha dijo algo que hizo a la mujer reír, pero Emilia no fue capaz de escuchar, cosa que agradeció porque nada de lo que dijeran aquellas mujeres podría ser bueno, en especial cuando era evidente que hablaban de ella.
La chica dejó caer la servilleta al suelo cuando Emilia sirvió la bebida para ella, Cintia, volteó los ojos indicando con un dedo para que Emilia tomara la servilleta del suelo. La chica dejó la jarra a un lado de la mesa dispuesta a obedecer, pero antes de que pudiera ponerse en pie, todo el contenido de la jarra fue vertido sobre ella.
«Es tan estúpida»
Intentó acostumbrarse, pero todavía le dolía el corazón. Aunque no sabía de qué hablaban estas mujeres, sabía que ella siempre sería la broma de la familia. Emilia odiaba aquella familia que había conseguido su padre después de la muerte de su madre. ¡Su padre la veía como un estorbo! Porque no sólo no puede oír, sino que no tiene lobo. Ella es un pedazo de basura inútil.
— Lo siento señorita…— Emilia habló a pesar de no poder escuchar su propia voz o saber que no tenía culpa de nada — limpiaré esto en un minuto.
«Eres una estúpida, una m*****a molesta, sal de mi vista ahora mismo y recuerda que esta noche es la cena con el prometido de mi hija»
— Sí señora…
Emilia se alejó del comedor después de aquellas palabras. El olor del zumo de frutas que habían lanzado sobre ella la hacía sentir desagradable, pero antes de que pudiera llegar a su habitación para cambiarse de ropa, se topó con su padre. El hombre la miró con desagrado. La chica comprendió que no le importaba en lo más mínimo el porqué estaba de aquella forma y tuvo que parpadear sus lágrimas cuando su padre habló.
«Eres un desastre Emilia, procura que nadie te vea así y limpia mi estudio, iré a trabajar cuando termine el desayuno con mi familia»
¿Su familia?
La chica bajó la mirada al darse cuenta de que ella no era más parte de aquella familia. La mujer llegó por fin al pequeño cuarto que le habían entregado en el área de empleados y se dejó caer sobre la cama pensando en lo triste que era todo aquello para ella. Su madre había muerto cuando la guerra entre los lobos y los humanos estalló. Su padre le culpaba de aquello, pero si su padre realmente amaba tanto a su madre, ¿por qué se casó poco después con una nueva esposa? Ella no entiende. En ese recuerdo perdido, todos le decían que era una pecadora. Porque dejó morir a su madre en el fuego.
¿Por qué no podía recordar nada de aquello?
La pregunta no obtuvo respuesta dentro de su mente, la mujer caminó hacia el espejo de la habitación y pudo ver su propio rostro en el reflejo. Había visto una fotografía de su madre años atrás en una caja secreta que ocultaba su padre en su oficina. La mujer apartó su mirada del espejo cuando sus rasgos le recordaron a aquella mujer.
Sus ojos grises, el cabello rubio brillante y la piel clara únicamente marcada por un lunar en su mejilla izquierda bajo el ojo formaban una perfecta armonía con los labios carnosos de un rosa natural.
Aquel rostro le había traído problemas, su madrastra odiaba que ella fuera tan parecida a su madre y su hija odiaba que todos en aquella casa la considerasen más bella. Emilia siempre había sido ocultada por su madrastra y hermana, por aquella razón, a su padre tampoco le importaba, así que ella había comprendido a muy corta edad que mientras siguiera bajo aquel techo no sería más que un estorbo.
¿Por qué no se iba?
¿Por qué no intentaba irse lejos de aquella casa?
Emilia se había cuestionado eso muchas veces, pero no había nadie ahí fuera que pudiera ayudarla. Le aterraba verse aún más sola de lo que ya se encontraba.
La noche llegó antes de que Emilia pudiera siquiera notarlo, se había encargado de organizar la comida, de servir la mesa y de limpiar con el resto de empleados toda la casa. No comprendía realmente el interés de su madrastra por agradarle al novio de su hermana, ya que de lo poco que sabía lo más importante era que aquel sujeto no era más que una simple beta de una manada recién formada.
«Procura hacer las cosas bien hoy, estúpida, no hables, no mires a ninguno de los invitados y trata de parecer un poco más feliz»
Aquello había dicho su madrastra mientras le entregaba la ropa que debía usar. La chica miró el vestido que ahora llevaba puesto sin realmente sentirse bien. Aquella prenda sin forma y de color gris no solo cubría todo desde su cuello hasta sus pies, sino que era de una tela demasiado gruesa para no sofocarla.
«Todos felices ahora»
Emilia unió sus manos frente a ella cuando leyó los labios de su madrastra, vio a una empleada caminar hacia la entrada y se colocó justo al lado de su hermana al final de una fila familiar. La chica tragó cuando un hombre de cabello rubio bastante alto entró en la casa, no podía escuchar, pero pudo ver la emoción en los ojos de su hermana cuando corrió a los brazos de su novio.
«Es un placer para mí estar aquí» el hombre tomó la mano del padre de Emilia «Moría de ganas de conocer a la familia de Cintia»
Emilia sintió un pellizco en su brazo que le hizo apartar la mirada del novio de su hermana. Su madrastra señaló el suelo, haciéndola clavar la vista justo en ese lugar, y el mundo dejó de existir, ya que solo podía escuchar sus propios pensamientos. Se dijo que saldría de aquel salón, apenas pudiera. Planeó tomar una agradable bebida refrescante cuando pudiera sacarse aquel agobiante vestido gris que…
De repente, la empujaron. Cuando levantó la cabeza, vio al prometido de su hermana parado frente a ella.
«Ella no puede oír»
Emilia leyó los labios de su madrastra cuando miró a su izquierda, volteó la vista cuando señaló al frente con sus ojos y su respiración se congeló cuando estuvo frente a frente con el novio de su hermana. Aquel hombre la miró de una forma extraña antes de tomar su mano para besarla.
«No sabía que Cintia tenía una hermana tan bonita, es un placer soy Aitor»
— Felicidades por su compromiso.
Fue lo único que Emilia dijo alejando su mano de aquel hombre, su madrastra le dio una mirada de desagrado antes de pedirle marcharse, sin embargo, aquel hombre la detuvo una vez más.
«Tengo algo para darle a mi futura suegra y mi hermosa cuñada»
La forma en que habló a Emilia no le agradó, pero se mantuvo en silencio mientras aquel hombre se alejaba de ella para tomar unas bolsas que había traído consigo. La madrastra de Emilia aprovechó ese momento para darle órdenes.
«Te largas a penas nos dé los regalos, encárgate de que todos los empleados hagan bien su trabajo».
— Sí señora.
La chica respondió una vez más, el hombre prometido de su hermana se acercó una vez más y Emilia observó en silencio como le entregaba una bonita pulsera a la madre de su hermana. Deseó que aquel hombre no se acercara a ella cuando abrió una caja de gamuza rosa y sacó un colgante.
«Este es para ti»
El hombre se acercó a Emilia sin darle tiempo a negarse, le desagradó sentir su aliento contra su garganta y el roce de sus dedos contra su piel le provocó escalofríos. La mujer se apartó con pisas cuando su hermana tomó la mano de su novio.
«Sirve la cena Emilia, ya no haces falta aquí»
— Claro que sí, Cintia.
La chica agradeció por primera vez poder alejarse de aquel lugar, se enfocó en lo que realmente necesitaba y todo pareció ir viento en popa cuando sorbió la comida para la familia de su padre.
— Me iré a mi cuarto ahora — anunció la chica a los empleados mientras tomaba un par de sodas de la nevera.
Las personas del personal se despidieron rápidamente y la chica decidió beber su refresco en la terraza. Sabía que su familia charlaría un buen rato en el salón de la casa, así que nadie la necesitaría. Emilia se sentó en el cómodo sillón de mimbre de aquella terraza, miró la inmensa luna que brillaba en el cielo y deseó como siempre que su vida cambiara. Ella quería ser feliz, ella quería ser una loba normal.
Una mano cubrió los ojos de Emilia. La chica jadeó cuando el aroma del alcohol se mezcló con la fragancia masculina que había olfateado antes del novio de su hermana y la chica tembló cuando aquel sujeto no solo la sujetó del cuello, sino que la acostó completamente sobre el sofá.
«Escuché que eras bonita, pero no pensé que lo fueras a este nivel». Emilia tembló cuando aquel sujeto tomó el borde de aquel feo vestido que llevaba. «Aunque me muero por descubrir qué hay bajo esta ropa, sé buena y quédate callada, ¿vale?»
Emilia tembló de miedo mientras. El hombre tomó su cabello con una mano, la chica trató de luchar, pero al tenerlo a horcajadas sobre usando su fuerza sobrenatural, Emilia no pudo hacer mucho. Las lágrimas comenzaron a inundar su mirada cuando aquel hombre colocó su mano sobre la ropa interior de la chica.Los ojos brillantes y maliciosos solo hicieron que la respiración de Emilia fuera más sofocada que antes y la chica trató de pensar en cómo salir de aquella situación, ese hombre quería abusar de ella. Sabía que nadie vendría por ella o la tomaría en cuenta, así que solo ella podría salvarse de aquella situación, pero…¡Cómo iba a hacerlo!No tenía lobo, no podía defenderse de aquel hombre. La chica cerró los ojos cuando la boca desagradable del novio de su hermana besó la suya, trató de apartar sus labios, pero aquello solo hizo que aquel hombre lamiera su rostro dándole arcadas y entonces presa de pánico hizo lo único que pudo.Lo mordió, lo mordió tan fuerte como sus dientes lo p
Falcón estaba enfermo de aquella situación en la que se encontraba, había muchísimas actividades mucho más entretenidas que ver a todos aquellos bandidos vender mujeres. Las voces y murmullos alrededor hacían que la música fuera casi inaudible.— Escuché que tenían una adquisición especial hoy, Falcón — el lobo sentado a la derecha en la misma mesa que el alfa sonrió —. Voy a regalártela si aceptas ser mi socio en mi nuevo proyecto.— No necesito una esclava, soy perfectamente capaz de conseguirme las mujeres por mi cuenta.Falcón había trabajado duro para llegar a donde estaba, había hecho absolutamente todo lo necesario para conseguir un nombre entre todos aquellos lobos y era justamente por eso por lo que estaba ahí soportando a aquellos cinco sujetos que le habían abordado llevándolo a aquel burdel de mala muerte a los límites entre tres manadas.Falcón no entendía del todo cómo alguien podría disfrutar de aprovecharse de todas esas pobres mujeres que solo dios sabía de qué forma
Esta frase hizo que Emilia siguiera a este hombre durante dos horas. y luego se desplomó exhausta al borde del camino. Aquello era una desventaja de no tener lobo, no era capaz de recorrer las distancias que para el resto de los lobos eran una simple caminata. El hombre que seguía andando frente a ella ni siquiera se dio cuenta de que ella se había quedado atrás.La chica gimió cuando sus manos fueron lastimadas por las piedras y ramas en el camino adyacente por el que se habían alejado del burdel mientras la chica trataba de amortiguar la caída de su débil cuerpo.¿Dónde iban?¿Por qué aquel hombre no le había dicho una sola palabra desde que se alejaron del burdel?Falcón se detuvo cuando no notó los pasos de la mujer que había comprado a sus espaldas, su nuevo estado le molestó tanto que ni siquiera quiso mirar realmente a su espalda. Aquella mujer no podía ser su luna, él ya tenía a alguien más en su corazón así que una luna era lo último que deseaba.Falcón ma
— ¡Aléjense de mí! — gritó asustada — todos aléjense de mí, monstruos, malditos.— ¿Malditos? — Falcón se molestó ante aquella palabra — ¿Tienes idea de dónde estarías si no te hubiera encontrado? — El hombre la tomó de la mano, haciéndole a Emilia imposible huir de él. — cierra la boca y deja que el médico te cure o te ataré a la cama para que te quedes quieta.La chica quiso decir algo, pero estaba débil, su mirada seguía fija en el hombre completamente en silencio a unos pasos de ella e intentó estar a la defensiva mientras aquel médico examinaba su cuerpo con cuidado.Ella odió no poder saber nada de lo que aquellos hombres decían, no obstante, sintió la mirada terrorífica de aquel beta en ella, cerró sus ojos un minuto cuando el doctor frente a ella terminó de vendar la herida en su rodilla. La mujer pensó que si aquel hombre era amigo del que la había comprado en aquella subasta donde había parado por su culpa, no había forma de estar a salvo. La chica notó las tijeras dentro de
No tienes escapatoria…Las palabras sonaron una y otra vez en la mente de Emilia durante toda la noche. Aunque agradeció no tener que dormir con aquel extraño que había dicho que ella era su luna, seguía estando aterrada.Estaba en un lugar extraño, con un sujeto que la había comprado como si fuera un simple saco de patatas. La mujer sintió que su corazón dolía al pensar en que nadie se había preocupado realmente por ella, su familia parecía no arrepentirse de haberla enviado al peor lugar en aquel territorio. La chica que pasó prácticamente toda la noche hecha un ovillo sobre aquella cama se cuestionó si podría salir sana y salva de aquel lugar.Ella había soñado con que quizás su familia cambiara o que de algún modo aquel chico que había conocido cuando era pequeña cumplía la promesa de ir por ella y la sacaría de casa de su familia, sin embargo, parecía que nada de aquello iba a pasar.La puerta de la habitación se abrió haciendo a Emilia salir de sus pensamientos cuando la luz del
— ¡Porque no contesta el teléfono, ¡Por qué! — Cintia golpeó la mesa en la terraza donde ella y su madre se encontraban — ¡Probablemente se enfadó por lo que esa perra trató de hacerle, ¡Por qué no nos deshicimos de ella antes, madre!, siempre fue un estorbo.— No te hagas la inocente Cintia, sabes muy bien que la tonta de Emilia no le hizo nada ese… sujeto que trajiste aquí.— ¿Acaso eso es lo que importa, madre? — gruñó la loba bebiendo de su refresco —. Te aprovechaste de esto para sacarla de aquí como queríamos, pero si ese no es el motivo porque demonios, Ermes no contesta. ¡Sabes lo que he hecho para conseguir esta relación!— Lo sé, mi niña, y estoy orgullosa de ti, con esta relación vamos a subir sin duda a la cúspide de la jerarquía de los lobos — la madre de Cintia sonrió —. Un ayudante del alfa de los Darknight es … Lo que todos los alfas alrededor desean, ese hombre debe ser impresionante y probablemente está ocupado como tu prometido.— Eso espero, madre, porque si Ermes
— ¿Qué haces aquí realmente? No sé cómo engañaste a Alfa, pero ¿cómo pudiste ser su luna? ¡Que broma!Emilia gimió por lo bajo cuando su madrastra la tomó del brazo y la hizo mirarla a los ojos. La chica notó el odio en sus ojos cuando leyó sus labios. Sin embargo, estaba demasiado conmocionada para hablar, ni siquiera había conseguido huir cuando estuvo sola en el jardín de la que alguna vez fue su casa.— ¡Habla hija de perra!— Déjeme en paz, por favor — Emilia jadeó las palabras antes de correr lejos de la cocina para volver al único lugar donde, al menos en ese momento, se sentía segura.Falcón dejó de mirar alrededor de aquella antigua y grandiosa casa donde se encontraba, sin lugar a dudas. Era el tipo de casas con las que había soñado cuando era un pobre niño sin hogar que había perdido incluso a su madre a causa de la guerra. La chica que practicante apareció corriendo desde la cocina, seguida por la mujer con una bandeja de vasos, parecía aún más agitada cuando se dejó caer
— No vuelva a traerme a esta casa — dijo Emilia aferrándose al álbum de foto entre sus manos —. Sé que usted puede hacer lo que quiera, pero no me traiga aquí otra vez.Emilia observó al hombre a su lado por si decidía decirle algo, pero el alfa ni siquiera alejó la vista de la carretera. Emilia bajó los ojos hacia el álbum de fotos, aislándose del mundo más allá de dicho álbum. Su corazón se emocionó al ver el rostro de su madre una vez más, la sonrisa radiante solo la hizo sentir mucho peor porque quizás… Quizás su padre sí que tenía razón.Ella era una niña cuando la guerra de los humanos estalló en aquella región. Fueron años difíciles para todos y en especial para la familia de su madre, que era una de las más reconocidas entre las manadas. Emilia no recordaba mucho de lo que realmente pasó cuando toda la casa de su familia fue incendiada junto con un montón más por aquellos humanos que odiaban a los lobos solo porque existían.Falcón detuvo el auto cuando no pudo soportar más to