— ¡Aléjense de mí! — gritó asustada — todos aléjense de mí, monstruos, malditos.
— ¿Malditos? — Falcón se molestó ante aquella palabra — ¿Tienes idea de dónde estarías si no te hubiera encontrado? — El hombre la tomó de la mano, haciéndole a Emilia imposible huir de él. — cierra la boca y deja que el médico te cure o te ataré a la cama para que te quedes quieta.
La chica quiso decir algo, pero estaba débil, su mirada seguía fija en el hombre completamente en silencio a unos pasos de ella e intentó estar a la defensiva mientras aquel médico examinaba su cuerpo con cuidado.
Ella odió no poder saber nada de lo que aquellos hombres decían, no obstante, sintió la mirada terrorífica de aquel beta en ella, cerró sus ojos un minuto cuando el doctor frente a ella terminó de vendar la herida en su rodilla. La mujer pensó que si aquel hombre era amigo del que la había comprado en aquella subasta donde había parado por su culpa, no había forma de estar a salvo. La chica notó las tijeras dentro de la bolsa del médico.
Su respiración se agitó mientras tragaba mirando de un lado a otro, decidiendo si era aquello una buena idea o no; no obstante, lo único que realmente sabía era que solo había una oportunidad, ella no tenía nada que perder ya y prefería morir a que aquellos sujetos hicieran de ella algo con menos valor que un juguete sexual.
Emilia empujó al médico con sus piernas antes de tomar la tijera, corrió con ellas en la mano hasta los dos hombres, lista para atacar a cualquiera de los dos lobos de pie a un par de pasos de la cama. Recordándose que tenía que matarlos, tenía que correr; ella tenía que hacer lo que fuera para impedir su destino.
Falcón notó el movimiento por el rabillo del ojo, Se dio la vuelta cuando Ermes dio un paso hacia atrás y ni siquiera dijo una palabra o hizo un gesto cuando aquella menuda mujer clavó unas tijeras dolorosamente en su pecho. La chica que lo había empuñado con dichas tijeras tembló mientras trataba de escapar, Falcón no se lo permitió mientras sostenía la mano de la mujer que aún mantenía clavado en su pecho aquel objeto.
— ¿Qué significa esto? — Sus palabras fueron crudas —. Aún no te das cuenta de dónde estás y qué infiernos haces aquí, te ofrezco ayuda y tú me atacas por la espalda. ¿Cómo puedes hacer algo como eso?
Emilia no pudo escuchar la rabia en aquellas palabras, pero pudo verlo. Sus ojos captaron cada uno de los movimientos de aquella boca que no debía ansiar, pero de algún modo extraño le hacían temblar. Emilia forcejeó tratando de alejarse de aquel hombre que había apuñalado, no obstante, Falcón solo sonrió haciendo que Emilia perdiera aún más la cordura presa del miedo.
— ¡Te odio!, a ti y a estos malditos, míralo, ¡míralo! — gritó Emilia, odiando no poder escuchar su propia voz — ese hombre tiene la culpa de que me llevaran al burdel, él me trató… me trató de violar y mintió diciendo que yo tenía la culpa, tu seguro harás lo mismo, ¡Me compraste para esto verdad!, ¡Ese era el plan! — Emilia lloró aún más fuerte — él es el culpable de que esté aquí, pero seguro ya lo sabías.
Falcón sintió lástima de la mujer, sin duda alguna era evidente que no estaba mintiendo, podía ver su estado desequilibrado y presa del miedo más absoluto, pero no quería creer lo que decían sus palabras. No si quería seguir confiando en su mejor amigo porque solo esa acusación lo hacía arder en rabia. Sacó las tijeras de su carne, empujó delicadamente a la chica que lloraba ahora sentada sobre el suelo y miró directamente a Ermes.
La herida no era profunda, Emilia evidentemente no tenía entrenamiento de combate, Falcón solo sangraba un poco y ni siquiera pensó que necesitaba una venda. Pero todo sucedió tan repentinamente.
— ¿Qué está diciendo esta mujer, Ermes? — cuestionó Falcón con furia —. Sabes que odio que abusen de las mujeres, es la única cosa que prohíbo en esta manada y de qué hermana está hablando ella. ¡Qué es lo que está suspendiendo aquí, Ermes!, ¡que no me estás contando, m*****a sea!
— Falcón, cálmate — dijo el beta tragando con miedo mirando al alfa nerviosamente — como puedes creerle a esa mujer, no la conoces, es mentira lo que está diciendo, no te había contado de mi chica porque estabas muy ocupado — el hombre habló desesperado — pero… pero esta mujer es sorda y una tonta su familia no la quiere, está mintiéndote — sus palabras solo enfadaba más a Falcón — solo me está acusando porque la rechacé, no quería dormir con ella cuando me propuso su cuerpo a cambio de sacarla de aquella casa, ¡Créeme!, soy tu amigo, tu beta, ella está mintiendo.
Falcón maldijo, al no saber qué hacer en aquella situación, no soltó a su amigo mientras miraba directamente a la mujer que temblaba sobre el suelo. Usó su mano para alzar su barbilla, haciendo así posible que leyera sus labios.
— ¿De verdad te hizo algo? — Falcón habló pausadamente — ¿Qué fue lo que te hizo?, si estás mintiendo…
— No estoy mintiendo, ese maldito me tocó, me empujó sobre el sofá del jardín en casa de mi padre y me dijo que me iba a hacer sentir lo que era un verdadero hombre, me resistí y no tengo por qué mentir, ¡Ni siquiera sé quién eras antes de que me compraras! — Emilia lloró más fuerte mirándolo a los ojos — estoy segura de que él es justo como tú, los dos son unos malditos, los odio a todos, bandidos, abusivos, ¡Quiero que se mueran!
— ¡Deja de hablar, perra idiota! — Falcón movió sus ojos ante la rabia de Ermes, vio el odio en sus ojos y supo al instante que era él quien estaba mintiendo.
Lo conocía demasiado bien, su amigo, no podía mentirle a él. Falcón le dio un fuerte puñetazo que hizo. Ermes se tambaleó hacia atrás mientras el alfa lo tomaba del cuello.
— No puedo creer que de verdad lo hicieras — gritó —, y a una mujer indefensa que no tiene lobo, ¡cómo pudiste!
Falcón arrastró consigo a la beta, lo golpeó una segunda vez antes de abrir la puerta de la habitación y lo empujó contra los dos lobos de pie en el pasillo que lucieron realmente confusos. Falcón ni siquiera lo miró a la cara cuando dio sus órdenes. Centró su atención en la mujer que lloraba y habló bajando la mirada.
— ¡Llévenlo al calabozo!, quiero que lo maten— dijo con respecto a Ermes.
— Pero señor, él es nuestro beta — dijo uno de los guardias —, porque tenemos que…
— ¡Mátenlo! —replicó Falcón —, y no me hagan tener que acabar con ustedes también.
Los hombres huyeron. Falcón regresó dentro de la habitación y dio una señal al doctor para que se marchara, lanzó a un lado las tijeras aún en el suelo, se arrodilló frente a la chica temblorosa que lloraba desconsolada y la abrazó contra su cuerpo, aunque ella trató de alejarlo.
— Shhh— susurró, aunque sabía que ella no podía oírlo — te prometo que eso no va a volver a pasarte— sostuvo con fuerza a la mujer en sus brazos — puede que no quiera una luna, pero no dejaré que le hagan a la mía — alzó la barbilla de Emilia — Vamos a la cama — dijo haciendo a la mujer realmente patalear — y deja de removerse, ríndete, no tienes escapatoria
No tienes escapatoria…Las palabras sonaron una y otra vez en la mente de Emilia durante toda la noche. Aunque agradeció no tener que dormir con aquel extraño que había dicho que ella era su luna, seguía estando aterrada.Estaba en un lugar extraño, con un sujeto que la había comprado como si fuera un simple saco de patatas. La mujer sintió que su corazón dolía al pensar en que nadie se había preocupado realmente por ella, su familia parecía no arrepentirse de haberla enviado al peor lugar en aquel territorio. La chica que pasó prácticamente toda la noche hecha un ovillo sobre aquella cama se cuestionó si podría salir sana y salva de aquel lugar.Ella había soñado con que quizás su familia cambiara o que de algún modo aquel chico que había conocido cuando era pequeña cumplía la promesa de ir por ella y la sacaría de casa de su familia, sin embargo, parecía que nada de aquello iba a pasar.La puerta de la habitación se abrió haciendo a Emilia salir de sus pensamientos cuando la luz del
— ¡Porque no contesta el teléfono, ¡Por qué! — Cintia golpeó la mesa en la terraza donde ella y su madre se encontraban — ¡Probablemente se enfadó por lo que esa perra trató de hacerle, ¡Por qué no nos deshicimos de ella antes, madre!, siempre fue un estorbo.— No te hagas la inocente Cintia, sabes muy bien que la tonta de Emilia no le hizo nada ese… sujeto que trajiste aquí.— ¿Acaso eso es lo que importa, madre? — gruñó la loba bebiendo de su refresco —. Te aprovechaste de esto para sacarla de aquí como queríamos, pero si ese no es el motivo porque demonios, Ermes no contesta. ¡Sabes lo que he hecho para conseguir esta relación!— Lo sé, mi niña, y estoy orgullosa de ti, con esta relación vamos a subir sin duda a la cúspide de la jerarquía de los lobos — la madre de Cintia sonrió —. Un ayudante del alfa de los Darknight es … Lo que todos los alfas alrededor desean, ese hombre debe ser impresionante y probablemente está ocupado como tu prometido.— Eso espero, madre, porque si Ermes
— ¿Qué haces aquí realmente? No sé cómo engañaste a Alfa, pero ¿cómo pudiste ser su luna? ¡Que broma!Emilia gimió por lo bajo cuando su madrastra la tomó del brazo y la hizo mirarla a los ojos. La chica notó el odio en sus ojos cuando leyó sus labios. Sin embargo, estaba demasiado conmocionada para hablar, ni siquiera había conseguido huir cuando estuvo sola en el jardín de la que alguna vez fue su casa.— ¡Habla hija de perra!— Déjeme en paz, por favor — Emilia jadeó las palabras antes de correr lejos de la cocina para volver al único lugar donde, al menos en ese momento, se sentía segura.Falcón dejó de mirar alrededor de aquella antigua y grandiosa casa donde se encontraba, sin lugar a dudas. Era el tipo de casas con las que había soñado cuando era un pobre niño sin hogar que había perdido incluso a su madre a causa de la guerra. La chica que practicante apareció corriendo desde la cocina, seguida por la mujer con una bandeja de vasos, parecía aún más agitada cuando se dejó caer
— No vuelva a traerme a esta casa — dijo Emilia aferrándose al álbum de foto entre sus manos —. Sé que usted puede hacer lo que quiera, pero no me traiga aquí otra vez.Emilia observó al hombre a su lado por si decidía decirle algo, pero el alfa ni siquiera alejó la vista de la carretera. Emilia bajó los ojos hacia el álbum de fotos, aislándose del mundo más allá de dicho álbum. Su corazón se emocionó al ver el rostro de su madre una vez más, la sonrisa radiante solo la hizo sentir mucho peor porque quizás… Quizás su padre sí que tenía razón.Ella era una niña cuando la guerra de los humanos estalló en aquella región. Fueron años difíciles para todos y en especial para la familia de su madre, que era una de las más reconocidas entre las manadas. Emilia no recordaba mucho de lo que realmente pasó cuando toda la casa de su familia fue incendiada junto con un montón más por aquellos humanos que odiaban a los lobos solo porque existían.Falcón detuvo el auto cuando no pudo soportar más to
«Todo lo que todas desean»Aquellas palabras se movieron en la mente de Emilia, mientras tanto ella como aquel hombre volvían al auto. La chica se dijo que aquello no lucía como todo lo que una loba querría. Ella no sentía a su alfa porque no tenía lobo, pero sin duda nadie querría que el sujeto que juraba ser su mate dijera que no podía quererla o que tenía a alguien más que amaba.La mujer miró furtivamente al lobo a su lado; la luz del sol solo hacía que su cabello tuviese unos bonitos destellos azulados. Ella no había visto su lobo antes, pero se preguntó si tendría el mismo destello en su pelaje o si sus ojos serían tan azules y cautivadores. Porque aquel hombre no solo parecía capaz de ver tu alma con aquellos ojos, sino que podía hechizarte, al menos eso pensó Emilia mientras recordaba lo que alguna vez deseó con cinco años.«Vas a casarte conmigo cuando termine la guerra, ¿Verdad?»«Solo si eres el lobo más fuerte de este país»Las voces infantiles que resonaban en su mente s
Emilia suspiró sentada en la pequeña sala de aquella casa para lobos sin familia con la poca valentía que tenía. Había tardado dos días en salir de la habitación donde Falcón le había llevado su primer día en aquella casa.Había tenido que acostumbrarse durante tres días más a su realidad y porque no decirlo, nueva vida, pero ninguno de esos días había visto a Falcón. Ni siquiera se lo había encontrado para cenar y aquello solo le daba más curiosidad a Emilia. La puerta de aquella pequeña sala se abrió, la loba mayor con un vestido a rayas se acercó a ella con una pequeña sonrisa.— Usted debe ser la nueva luna del alfa — la mujer tomó las manos de Emilia sin que ella supiera realmente qué decir o como actuar — estoy tan emocionada, todos quieren que la nueva luna se muestre ante ellos y usted ha venido a…Emilia detuvo a la mujer dando un pequeño toque a su mano, alzó un dedo para indicarle que esperara un segundo. Luego llevó las manos hacia sus oídos y explicó en silencio su condic
Emilia no podía respirar con normalidad, Falcón la tenía demasiado sujeta contra su cuerpo y la pared. La mujer trató de… de pensar en algo, pero fue simplemente imposible para ella porque aquel hombre estaba tocándola demasiado en lugares a la vez. Las sensaciones tampoco la dejaban pensar con claridad. Así que Emilia se sintió extraña porque, por primera vez, aquel contacto con un hombre no le resultó desagradable. No obstante, sabía que cualquier cosa que estuvieran haciendo no era más que un error.¡Era una locura!Falcón se sentía aturdido, su cabeza palpitaba repleta de un montón de imágenes que realmente no debía tener o al menos no con la mujer que tenía contra su cuerpo. Él amaba a alguien más, estaba esperando por la mujer a la que prometió de niña su corazón, pero Emilia había parecido, había hecho todo un lío y ahora estaba ahí sufriendo unos insoportables deseos de hacerla suya.Las masculinas manos se movieron por la suave tela de la ropa que llevaba. La piel cálida de
— Todo va a estar bien, todo va a estar bienSusurró Emilia mientras terminaba de limpiar el resto de la sangre en el suelo de la sala de estar. Falcón seguía inconsciente y la chica realmente no sabía cómo actuar. Estaba asustada, aterrada de que la culpasen de aquella situación.El hombre en el sofá gruñó Emilia alejó sus ojos del balde con agua sangrienta junto a la zona que limpiaba y corrió hacia falcón para encontrarse directamente con la mirada de Falcón, el lobo parecía perdido en sus emociones, la mujer quería apartarse, pero si lo dejaba solo y algo le sucedía ella sería la culpable, en especial cuando ya había mentido a uno de los betas que custodiaban la casa.— Falcón, necesito que vengas a la habitación, necesito que… que…El lobo miró a la mujer que trataba de decirle algo, no podía escuchar realmente nada de ella porque todo dolía y su cuerpo parecía estar ardiendo en llamas. La fría mano de la mujer tocó su rostro, el lobo tomó una de sus manos para tomar la suave y r