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Capítulo 4 : Una luna que no deseaba

<Soy tu compañero.Esta frase hizo que Emilia siguiera a este hombre durante dos horas. y luego se desplomó exhausta al borde del camino. Aquello era una desventaja de no tener lobo, no era capaz de recorrer las distancias que para el resto de los lobos eran una simple caminata. El hombre que seguía andando frente a ella ni siquiera se dio cuenta de que ella se había quedado atrás.

La chica gimió cuando sus manos fueron lastimadas por las piedras y ramas en el camino adyacente por el que se habían alejado del burdel mientras la chica trataba de amortiguar la caída de su débil cuerpo.

¿Dónde iban?

¿Por qué aquel hombre no le había dicho una sola palabra desde que se alejaron del burdel?

Falcón se detuvo cuando no notó los pasos de la mujer que había comprado a sus espaldas, su nuevo estado le molestó tanto que ni siquiera quiso mirar realmente a su espalda. Aquella mujer no podía ser su luna, él ya tenía a alguien más en su corazón así que una luna era lo último que deseaba.

Falcón maldijo volviendo sobre sus pasos unos dos minutos atrás, encontró a la chica sin fuerzas, en el suelo, llorando mientras miraba las palmas lastimadas de sus manos. El lobo tragó mientras la observaba. Se acuclilló frente a ella y tomó su rostro entre sus manos.

— ¡Necesito que te apures!, estamos a dos horas más de llegar a mi territorio y no planeaba traer a nadie conmigo así que necesitas caminar, ¿Lo escuchaste?

Emilia no habló, el lobo se enfureció ante aquellas palabras y aquello solo hizo que Falcón se molestara más. No quería a una luna idiota que entorpeciera su vida. Quería dejarla ahí, pero no podía. Ella era su luna, incluso si no lo quería.

— ¿No me puedes oír? — Falcón pateó el suelo alrededor de aquella mujer.

—  Emilia habló cerrando sus ojos — no entiendo lo que dice usted señor, no puedo escuchar, quiero agradecerle por salvarme, yo quiero…

La lástima se apoderó del hombre, tomó a la chica de la mano para ponerla en pie y una vez más sus ojos se movieron por su menuda figura. Estaba herida en varios lugares, tenía cortes en sus piernas y un par de moratones que enfureció aún más a Falcón. Puede que no quisiera una luna, pero no podía permitir que la suya se viera así.

— Lo siento señor, estoy…

La suave voz era inaudible prácticamente, sin duda estaba más pálida de lo normal y temblaba tambaleándose ligeramente mientras intentaba mantenerse en pie. Falcón negó antes de inclinarse para tomar a su luna en brazos. La chica le miró algo sonrojada, pero Falcón alejó la vista de ella para comenzar andar el resto del camino hacia su manada.

Emilia no pudo dejar de mirar al hombre enfadado que la llevaba en sus brazos, se permitió oler la fragancia masculina e imponerte que venía de él. También notó la fuerza en sus brazos y sus ojos se enfocaron en la marca de tinta que salía de debajo de la camisa que llevaba en su cuello.

La chica se preguntó quién era aquel alfa, pero tenía demasiado miedo para preguntar, Emilia respiró hondo, cerró sus ojos cuando un mareo se apoderó de ella y de algún modo el mundo a su alrededor dejó de existir.

Falcón llegó a su manada frustrado, cuatro lobos se acercaron cuando le vieron acercarse desde los límites y dieron un pequeño gruñido al reconocerlo. El lobo miró a la mujer en sus brazos, seguía respirando y podía oír los lentos latidos de su corazón.

Podía cruzar varios escalones de un solo paso, llegó rápidamente al dormitorio y colocó a la niña en su cama. El ama de llaves se alegró mucho de ver que Alfa traía de regreso a una hermosa niña, pero cuando vio el ceño fruncido y la expresión irritable de Alfa, no lo pensó así.

— Trae al médico y dile a Reid que venga aquí, ahora.

— Si alfa, como usted diga.

La ama se marchó, Forest caminó de un lado a otro del salón sin saber realmente cómo actuar. 

Como hombre, no puede abandonar a su pareja. Como Alfa, debe encontrar una pareja y dar a luz un heredero.

Desde que se convirtió en Alfa, todos le habían dicho que buscara pareja. En la superficie, estuvo de acuerdo con todas ellas, pero siguió buscando a la chica que le salvó la vida. Incluso pensó que si la chica no era su compañera, la convertiría en la Luna de la manada de lobos. Sin embargo, su compañero apareció en un momento inoportuno, trastocando su plan.

El alfa masajeó su frente antes de salir de la habitación, molestó con las cosas que estaban sucediendo. Se prometió aclarar la situación con aquella mujer, apenas tuviera una oportunidad y decidió ir en contra de sus instintos para seguir a su corazón que no ansiaba a otra persona que la niña que le había salvado la vida cuando ni siquiera su madre pudo hacerlo, la mujer que había estado buscando durante años.

Emilia se despertó jadeando al recordar dónde estaba, miró alrededor con la respiración entrecortada y trató de pensar en una forma de salir de aquel lugar. ¿Qué socio? Ella sólo quiere vivir con dignidad, no como un juguete. La habitación donde se encontraba era inmensa. Emilia corrió hacia una de las ventanas con las fuerzas que le quedaban mientras tensaba la barbilla ante el dolor de sus pies heridos que escogían ante cada paso.

Su esperanza murió cuando vio los inmensos barrotes las ventanas, trató inútilmente de moverlos y solo se dio la vuelta cuando la puerta de aquella habitación se abrió. El miedo volvió a su cuerpo cuando vio a las tres personas que habían entrado en aquella habitación. La figura familiar hizo que le temblaran las manos.

— ¡Eres tú! 

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