Falcón estaba enfermo de aquella situación en la que se encontraba, había muchísimas actividades mucho más entretenidas que ver a todos aquellos bandidos vender mujeres. Las voces y murmullos alrededor hacían que la música fuera casi inaudible.
— Escuché que tenían una adquisición especial hoy, Falcón — el lobo sentado a la derecha en la misma mesa que el alfa sonrió —. Voy a regalártela si aceptas ser mi socio en mi nuevo proyecto.
— No necesito una esclava, soy perfectamente capaz de conseguirme las mujeres por mi cuenta.
Falcón había trabajado duro para llegar a donde estaba, había hecho absolutamente todo lo necesario para conseguir un nombre entre todos aquellos lobos y era justamente por eso por lo que estaba ahí soportando a aquellos cinco sujetos que le habían abordado llevándolo a aquel burdel de mala muerte a los límites entre tres manadas.
Falcón no entendía del todo cómo alguien podría disfrutar de aprovecharse de todas esas pobres mujeres que solo dios sabía de qué forma o por cuáles motivos estaban ahí. Sin embargo, aquello era lo que les gustaba a los más ricos. Falcón acomodó su máscara tratando de no mandar a todos aquellos sujetos al diablo.
— El show va a comenzar socio — dijo el lobo a su lado — estoy seguro de que te gustará, a todos nos gusta ver las cositas deliciosas que podemos encontrar aquí.
Emilia tragó con brusquedad cuando fue arrastrada sobre el pequeño estrado iluminado. El atronador silencio que para ella se movía por aquel lugar, le hizo tragar con pánico y movió sus ojos por todo aquel salón.
Las máscaras blancas, alegóricas y con formas animales reinaban en todas las mesas. La chica dejó caer un par de lágrimas sabiendo que cualquiera de aquellos hombres terminaría siendo su dueño. La chica ansió una ayuda, una señal divina para no perder la esperanza, pero nada de eso llegó y cuando sus ojos se encontraron directamente con unos entre la multitud, su respiración se detuvo.
La mirada de Hielo que se clavó en la suya era diferente, parecía ser mucho más imponente que las demás. La máscara púrpura brillante con delineados blancos en forma de lobo que cubría la parte superior de su rostro hizo a la chica temblar. Sin embargo, sus ojos tuvieron que dejar los de aquel extraño en el público cuando fue colocada abruptamente de rodillas.
— ¡Cómo todos esperaban, el evento de hoy ha comenzado!
Falcón frunció el señor ante la mujer que habían atado y arrodillado en aquel escenario, la chica no podía tener más de dieciocho años. Su cabello dorado estaba desaliñado, los ojos enrojecidos por el llanto brillaban mucho más grises de los que deberían. El hombre se sintió muy enojado, pero en ese momento, su loba de repente gritó: ¡Ella es nuestra luna! ¡Ella es la luna! Contrariamente a lo que se imagina, lo que sigue no es una loca posesividad. Cuando sus ojos se posaron en la chica, le dolía el pecho.
— Una chica de buena familia, criada en las mejores condiciones — el animador sonrió — así que es una perra con pedigree, ¿No todos queremos una perra de alta gama?
El público rió ante aquel chiste, Falcón tomó su copa con enfado y la bebió de un solo trago, aquello no era divertido. No para él que había crecido en las calles rodeado de mujeres como aquella pobre chica que no tenían más opción que subastarse para conseguir al menos un techo.
— Comenzaremos la puja con cinco mil dólares — anunció el animador — cabe aclarar que la mujer aquí es completamente virgen — el hombre tomó a la chica del cabello — es una loba, aunque no pueda cambiar así que puede soportar mucho más que una simple humana — las personas alrededor de Falcón vitorearon, gruñeron y comentaron emocionados — ¿Quién da más?
Emilia vio a las personas del público de aquel burdel comenzar a alzar cartones con números, la chica tembló mientras recordaba que cualquiera de aquellas personas podría ser su nuevo dueño. La mujer trató de cubrir con sus manos toda su desnudez.
Quiso leer los labios del hombre a su lado, pero no fue capaz de hacerlo porque sus ojos estaban clavados en la única persona del público que no había levantado un cartón, aquel hombre de ojos fríos que seguía con la vista clavada en ella.
Emilia quería gritar, quería pedirle ayuda mientras era humillada de aquella manera, pero ni siquiera era capaz de hablar. El hombre a su lado la tomó de un brazo. La chica lloró en pánico cuando aquel sujeto le obligó a mostrarle sus pechos a todas aquellas personas y la chica trató de alejarse cuando aquel mismo hombre quiso abrir sus piernas.
— Suélteme por favor… — Emilia lloró alejando o al menos intentando alejar la mano de aquel sujeto de su cuerpo — ¡Déjeme en paz!
Emilia se puso en pie e intentó correr lejos, sin embargo, no consiguió ni siquiera llegar fuera del estrado antes de que aquel sujeto calvo la llevara una vez más con brusquedad hacia el centro del escenario.
Falcón no pudo ver más de aquel espectáculo, la chica que había sido abofeteada y ahora estaba sangrando en medio del escenario. Pudo ver su pálida piel enrojecerse. También notó el temblor que la recorría una y otra vez mientras sus ojos llorosos pedían a gritos una salvación.
Él no era un buen hombre, de hecho, se consideraba capaz de todo para conseguir lo que deseaba, pero aquella pobre mujer tenía algo que le hacía doler. Algo que a Falcón le enfureció a la vez que le hizo imposible seguir escuchando los sucios comentarios de un par de hombres a sus espaldas mientras las cifras seguían subiendo desmesuradamente.
«50 mil»
«60 mil»
«10 mil»
La multitud parecía aún más furiosa, ahora que habían visto sangre y el intento de aquella mujer por escapar. Falcón maldijo para sus adentros antes de tomar su cartón de la mesa y hablar, aplacando de un solo golpe todo el bullicio de aquel bar.
— Tres millones de dólares — propuso — en efectivo, justo ahora.
— Tres…— el animador carraspeó — Tres millones a la una… tres millones a las dos, tres millones a las tres — nadie había aumentado la cifra — ¡Vendida al número treinta!
Falcón apartó la mesa donde estaba de un golpe, sus ojos fijos en la mujer que temblaba en aquel escenario. Se acercó al animador y le propinó una fuerte bofetada que lo hizo caer sobre su trasero antes de sacar su chaqueta y cubrir a la mujer conmocionada en el escenario.
— Odio que alguien más tome mis cosas, en especial si le hacen daño — miró a la chica — camina o tendré que llevarte cargada.
La chica no habló, se puso en pie apresuradamente para luego seguirlo. Emilia no sabía quién era aquel hombre y realmente tampoco le importaba si la había sacado de aquel desagradable lugar. Ella estaba agradecida, al menos por ese instante, aunque las comisuras fruncidas del labio de aquel lobo no daban a entender otra cosa que el hecho de que estaba furioso.
Esta frase hizo que Emilia siguiera a este hombre durante dos horas. y luego se desplomó exhausta al borde del camino. Aquello era una desventaja de no tener lobo, no era capaz de recorrer las distancias que para el resto de los lobos eran una simple caminata. El hombre que seguía andando frente a ella ni siquiera se dio cuenta de que ella se había quedado atrás.La chica gimió cuando sus manos fueron lastimadas por las piedras y ramas en el camino adyacente por el que se habían alejado del burdel mientras la chica trataba de amortiguar la caída de su débil cuerpo.¿Dónde iban?¿Por qué aquel hombre no le había dicho una sola palabra desde que se alejaron del burdel?Falcón se detuvo cuando no notó los pasos de la mujer que había comprado a sus espaldas, su nuevo estado le molestó tanto que ni siquiera quiso mirar realmente a su espalda. Aquella mujer no podía ser su luna, él ya tenía a alguien más en su corazón así que una luna era lo último que deseaba.Falcón ma
— ¡Aléjense de mí! — gritó asustada — todos aléjense de mí, monstruos, malditos.— ¿Malditos? — Falcón se molestó ante aquella palabra — ¿Tienes idea de dónde estarías si no te hubiera encontrado? — El hombre la tomó de la mano, haciéndole a Emilia imposible huir de él. — cierra la boca y deja que el médico te cure o te ataré a la cama para que te quedes quieta.La chica quiso decir algo, pero estaba débil, su mirada seguía fija en el hombre completamente en silencio a unos pasos de ella e intentó estar a la defensiva mientras aquel médico examinaba su cuerpo con cuidado.Ella odió no poder saber nada de lo que aquellos hombres decían, no obstante, sintió la mirada terrorífica de aquel beta en ella, cerró sus ojos un minuto cuando el doctor frente a ella terminó de vendar la herida en su rodilla. La mujer pensó que si aquel hombre era amigo del que la había comprado en aquella subasta donde había parado por su culpa, no había forma de estar a salvo. La chica notó las tijeras dentro de
No tienes escapatoria…Las palabras sonaron una y otra vez en la mente de Emilia durante toda la noche. Aunque agradeció no tener que dormir con aquel extraño que había dicho que ella era su luna, seguía estando aterrada.Estaba en un lugar extraño, con un sujeto que la había comprado como si fuera un simple saco de patatas. La mujer sintió que su corazón dolía al pensar en que nadie se había preocupado realmente por ella, su familia parecía no arrepentirse de haberla enviado al peor lugar en aquel territorio. La chica que pasó prácticamente toda la noche hecha un ovillo sobre aquella cama se cuestionó si podría salir sana y salva de aquel lugar.Ella había soñado con que quizás su familia cambiara o que de algún modo aquel chico que había conocido cuando era pequeña cumplía la promesa de ir por ella y la sacaría de casa de su familia, sin embargo, parecía que nada de aquello iba a pasar.La puerta de la habitación se abrió haciendo a Emilia salir de sus pensamientos cuando la luz del
— ¡Porque no contesta el teléfono, ¡Por qué! — Cintia golpeó la mesa en la terraza donde ella y su madre se encontraban — ¡Probablemente se enfadó por lo que esa perra trató de hacerle, ¡Por qué no nos deshicimos de ella antes, madre!, siempre fue un estorbo.— No te hagas la inocente Cintia, sabes muy bien que la tonta de Emilia no le hizo nada ese… sujeto que trajiste aquí.— ¿Acaso eso es lo que importa, madre? — gruñó la loba bebiendo de su refresco —. Te aprovechaste de esto para sacarla de aquí como queríamos, pero si ese no es el motivo porque demonios, Ermes no contesta. ¡Sabes lo que he hecho para conseguir esta relación!— Lo sé, mi niña, y estoy orgullosa de ti, con esta relación vamos a subir sin duda a la cúspide de la jerarquía de los lobos — la madre de Cintia sonrió —. Un ayudante del alfa de los Darknight es … Lo que todos los alfas alrededor desean, ese hombre debe ser impresionante y probablemente está ocupado como tu prometido.— Eso espero, madre, porque si Ermes
— ¿Qué haces aquí realmente? No sé cómo engañaste a Alfa, pero ¿cómo pudiste ser su luna? ¡Que broma!Emilia gimió por lo bajo cuando su madrastra la tomó del brazo y la hizo mirarla a los ojos. La chica notó el odio en sus ojos cuando leyó sus labios. Sin embargo, estaba demasiado conmocionada para hablar, ni siquiera había conseguido huir cuando estuvo sola en el jardín de la que alguna vez fue su casa.— ¡Habla hija de perra!— Déjeme en paz, por favor — Emilia jadeó las palabras antes de correr lejos de la cocina para volver al único lugar donde, al menos en ese momento, se sentía segura.Falcón dejó de mirar alrededor de aquella antigua y grandiosa casa donde se encontraba, sin lugar a dudas. Era el tipo de casas con las que había soñado cuando era un pobre niño sin hogar que había perdido incluso a su madre a causa de la guerra. La chica que practicante apareció corriendo desde la cocina, seguida por la mujer con una bandeja de vasos, parecía aún más agitada cuando se dejó caer
— No vuelva a traerme a esta casa — dijo Emilia aferrándose al álbum de foto entre sus manos —. Sé que usted puede hacer lo que quiera, pero no me traiga aquí otra vez.Emilia observó al hombre a su lado por si decidía decirle algo, pero el alfa ni siquiera alejó la vista de la carretera. Emilia bajó los ojos hacia el álbum de fotos, aislándose del mundo más allá de dicho álbum. Su corazón se emocionó al ver el rostro de su madre una vez más, la sonrisa radiante solo la hizo sentir mucho peor porque quizás… Quizás su padre sí que tenía razón.Ella era una niña cuando la guerra de los humanos estalló en aquella región. Fueron años difíciles para todos y en especial para la familia de su madre, que era una de las más reconocidas entre las manadas. Emilia no recordaba mucho de lo que realmente pasó cuando toda la casa de su familia fue incendiada junto con un montón más por aquellos humanos que odiaban a los lobos solo porque existían.Falcón detuvo el auto cuando no pudo soportar más to
«Todo lo que todas desean»Aquellas palabras se movieron en la mente de Emilia, mientras tanto ella como aquel hombre volvían al auto. La chica se dijo que aquello no lucía como todo lo que una loba querría. Ella no sentía a su alfa porque no tenía lobo, pero sin duda nadie querría que el sujeto que juraba ser su mate dijera que no podía quererla o que tenía a alguien más que amaba.La mujer miró furtivamente al lobo a su lado; la luz del sol solo hacía que su cabello tuviese unos bonitos destellos azulados. Ella no había visto su lobo antes, pero se preguntó si tendría el mismo destello en su pelaje o si sus ojos serían tan azules y cautivadores. Porque aquel hombre no solo parecía capaz de ver tu alma con aquellos ojos, sino que podía hechizarte, al menos eso pensó Emilia mientras recordaba lo que alguna vez deseó con cinco años.«Vas a casarte conmigo cuando termine la guerra, ¿Verdad?»«Solo si eres el lobo más fuerte de este país»Las voces infantiles que resonaban en su mente s
Emilia suspiró sentada en la pequeña sala de aquella casa para lobos sin familia con la poca valentía que tenía. Había tardado dos días en salir de la habitación donde Falcón le había llevado su primer día en aquella casa.Había tenido que acostumbrarse durante tres días más a su realidad y porque no decirlo, nueva vida, pero ninguno de esos días había visto a Falcón. Ni siquiera se lo había encontrado para cenar y aquello solo le daba más curiosidad a Emilia. La puerta de aquella pequeña sala se abrió, la loba mayor con un vestido a rayas se acercó a ella con una pequeña sonrisa.— Usted debe ser la nueva luna del alfa — la mujer tomó las manos de Emilia sin que ella supiera realmente qué decir o como actuar — estoy tan emocionada, todos quieren que la nueva luna se muestre ante ellos y usted ha venido a…Emilia detuvo a la mujer dando un pequeño toque a su mano, alzó un dedo para indicarle que esperara un segundo. Luego llevó las manos hacia sus oídos y explicó en silencio su condic