No tienes escapatoria…
Las palabras sonaron una y otra vez en la mente de Emilia durante toda la noche. Aunque agradeció no tener que dormir con aquel extraño que había dicho que ella era su luna, seguía estando aterrada.
Estaba en un lugar extraño, con un sujeto que la había comprado como si fuera un simple saco de patatas. La mujer sintió que su corazón dolía al pensar en que nadie se había preocupado realmente por ella, su familia parecía no arrepentirse de haberla enviado al peor lugar en aquel territorio. La chica que pasó prácticamente toda la noche hecha un ovillo sobre aquella cama se cuestionó si podría salir sana y salva de aquel lugar.
Ella había soñado con que quizás su familia cambiara o que de algún modo aquel chico que había conocido cuando era pequeña cumplía la promesa de ir por ella y la sacaría de casa de su familia, sin embargo, parecía que nada de aquello iba a pasar.
La puerta de la habitación se abrió haciendo a Emilia salir de sus pensamientos cuando la luz del pasillo iluminó la cama. La mujer tembló al pensar en que podría ser aquel hombre o el prometido de su hermana que había ido a vengarse de ella.
— Buenos días, señorita — Leila, acechó sus ojos para leer los labios de aquella mujer — el alfa me envió a prepararla —, las cortinas fueron abiertas después de esas palabras.
Emilia no sabía exactamente qué quería decir prepararla, pero cuando la mujer la sacó de la cama para llevarla a un lujoso cuarto de baño, ella comprendió perfectamente a qué se refería. La mujer fue desnudada, obligada a meterse a la tina de baño antes de ser cuidadosamente bañada por aquella desconocida.
Emilia estaba en shock, había hecho aquello por su madrastra y su hermanastra durante años, pero jamás nadie le había tratado de aquella manera, así que fue por eso por lo que no dijo ninguna palabra hasta que estuvo una vez más completamente sola en aquella habitación. La chica notó la ropa que habían colocado sobre la cama, se aferró a la toalla que cubría su cuerpo mientras acariciaba la brillante tela de aquel vestido color crema.
Falcón entró en la habitación y se quedó en la puerta al ver a la mujer que era su luna observar el vestido que habían colocado sobre su cama. Sus ojos se movieron por el sensual cuerpo envuelto en aquella toalla de color azul que de algún modo lucía mucho más sexy que cualquier lencería alrededor del cuerpo de aquella mujer.
La chica no había notado su presencia, así que se permitió permanecer en completo silencio mientras ella dejaba a un lado el vestido para mirar hacia las ventanas con barrotes. El alfa se sintió mal cuando la chica empujó ligeramente aquellos barrotes. Falcón comprendía su tristeza y, aunque no quería sentir nada, no pudo hacer otra cosa que seguir sus instintos e intentar consolarla.
Emilia jadeó cuando su cuerpo fue rodeado por unos masculinos brazos. La chica tembló al ser girada sobre sus piernas para quedar directamente frente al dueño de aquellos brazos. La mujer jadeó cuando aquellos penetrantes ojos se clavaron en los suyos.
— Buenos días — dijo el hombre permitiéndole a Emilia leer sus labios — podríamos hablar, ¿Cuál es tu nombre? Y donde vives, voy a llevarte a tu casa por tus cosas.
— Suélteme por favor — dijo Emilia tratando de apartarse de aquel hombre — no quiero hablar con usted, de nada.
— Tienes que hablar conmigo — dijo el hombre —. Estoy siendo amable, así que trata de ser de la misma forma conmigo.
— No quiero nada de usted — repitió Emilia — déjeme ir si es tan amable como dice.
La chica deseó escuchar las palabras de aquel hombre, quizás por su tono de voz, sabría exactamente qué estaba pensando, ya que su rostro era simplemente inexpresivo. La mujer humedeció sus labios cuando aquel alfa la arrastró hacia la cama y la hizo sentarse sobre la cama.
— Dime tu nombre ahora — exigió —. Vamos a tu casa por tus cosas, dijiste que tu hermana era la novia de mí… de Ermes, quiero ver a esa mujer.
— Ermes…— susurró Emilia al saber el nombre del hombre que le había causado todos aquellos problemas — ese lobo fue…
— Él ya no es un problema — las palabras fueron dichas lentamente para que Emilia pudiera leerlas de los masculinos labios — ahora vístete y vayamos a tu casa, ahora eres la luna del alfa de Darknight.
Emilia quiso decir algo o negarse; sin embargo, no pudo hacer otra cosa que quedarse en completo silencio. Observó a aquel lobo alejarse de ella. La chica miró la ropa sobre la cama y cuestionó si realmente tenía otra salida que obedecer a aquel hombre.
No obstante, la respuesta era evidente. Si ella quería al menos conseguir una oportunidad de escapar de aquel sitio, necesitaba obedecer al alfa que la había comprado.
Falcón terminó de hablar con un par de los miembros de su manada justo diez minutos antes de que la mujer que era su luna fuera llevada hasta él. La mujer era bonita, sin lugar a dudas, pero, aunque sus instintos dijeran otra cosa, él ya tenía a alguien más en su corazón, alguien que lo salvó cuando apenas era un niño.
Emilia miró al hombre frente a ella cuando la empleada que la sacó de la habitación, la dejó justo frente a él. Llevaba el cabello suelto, sus ojos parecían más azules ahora que la miraba y parecía haber olvidado afeitar su barba de un día. La mujer tragó cuando este extendió su mano hacia ella.
— Traje un auto para ti — dijo el lobo — odio conducir, pero lo haré por ti, vamos a casa de tu padre, es tu casa, ¿Verdad?
— No quiero ir a… a ese lugar — Emilia tembló al pensar en lo que le haría su madrastra si volvía a verla — no quiero ir a ningún lugar con usted o sin usted.
— No tienes de otra — fue lo único que dijo el alfa antes de tomarla de la mano para llevarla fuera de la inmensa mención donde se encontraban.
— ¡Porque no contesta el teléfono, ¡Por qué! — Cintia golpeó la mesa en la terraza donde ella y su madre se encontraban — ¡Probablemente se enfadó por lo que esa perra trató de hacerle, ¡Por qué no nos deshicimos de ella antes, madre!, siempre fue un estorbo.— No te hagas la inocente Cintia, sabes muy bien que la tonta de Emilia no le hizo nada ese… sujeto que trajiste aquí.— ¿Acaso eso es lo que importa, madre? — gruñó la loba bebiendo de su refresco —. Te aprovechaste de esto para sacarla de aquí como queríamos, pero si ese no es el motivo porque demonios, Ermes no contesta. ¡Sabes lo que he hecho para conseguir esta relación!— Lo sé, mi niña, y estoy orgullosa de ti, con esta relación vamos a subir sin duda a la cúspide de la jerarquía de los lobos — la madre de Cintia sonrió —. Un ayudante del alfa de los Darknight es … Lo que todos los alfas alrededor desean, ese hombre debe ser impresionante y probablemente está ocupado como tu prometido.— Eso espero, madre, porque si Ermes
— ¿Qué haces aquí realmente? No sé cómo engañaste a Alfa, pero ¿cómo pudiste ser su luna? ¡Que broma!Emilia gimió por lo bajo cuando su madrastra la tomó del brazo y la hizo mirarla a los ojos. La chica notó el odio en sus ojos cuando leyó sus labios. Sin embargo, estaba demasiado conmocionada para hablar, ni siquiera había conseguido huir cuando estuvo sola en el jardín de la que alguna vez fue su casa.— ¡Habla hija de perra!— Déjeme en paz, por favor — Emilia jadeó las palabras antes de correr lejos de la cocina para volver al único lugar donde, al menos en ese momento, se sentía segura.Falcón dejó de mirar alrededor de aquella antigua y grandiosa casa donde se encontraba, sin lugar a dudas. Era el tipo de casas con las que había soñado cuando era un pobre niño sin hogar que había perdido incluso a su madre a causa de la guerra. La chica que practicante apareció corriendo desde la cocina, seguida por la mujer con una bandeja de vasos, parecía aún más agitada cuando se dejó caer
— No vuelva a traerme a esta casa — dijo Emilia aferrándose al álbum de foto entre sus manos —. Sé que usted puede hacer lo que quiera, pero no me traiga aquí otra vez.Emilia observó al hombre a su lado por si decidía decirle algo, pero el alfa ni siquiera alejó la vista de la carretera. Emilia bajó los ojos hacia el álbum de fotos, aislándose del mundo más allá de dicho álbum. Su corazón se emocionó al ver el rostro de su madre una vez más, la sonrisa radiante solo la hizo sentir mucho peor porque quizás… Quizás su padre sí que tenía razón.Ella era una niña cuando la guerra de los humanos estalló en aquella región. Fueron años difíciles para todos y en especial para la familia de su madre, que era una de las más reconocidas entre las manadas. Emilia no recordaba mucho de lo que realmente pasó cuando toda la casa de su familia fue incendiada junto con un montón más por aquellos humanos que odiaban a los lobos solo porque existían.Falcón detuvo el auto cuando no pudo soportar más to
«Todo lo que todas desean»Aquellas palabras se movieron en la mente de Emilia, mientras tanto ella como aquel hombre volvían al auto. La chica se dijo que aquello no lucía como todo lo que una loba querría. Ella no sentía a su alfa porque no tenía lobo, pero sin duda nadie querría que el sujeto que juraba ser su mate dijera que no podía quererla o que tenía a alguien más que amaba.La mujer miró furtivamente al lobo a su lado; la luz del sol solo hacía que su cabello tuviese unos bonitos destellos azulados. Ella no había visto su lobo antes, pero se preguntó si tendría el mismo destello en su pelaje o si sus ojos serían tan azules y cautivadores. Porque aquel hombre no solo parecía capaz de ver tu alma con aquellos ojos, sino que podía hechizarte, al menos eso pensó Emilia mientras recordaba lo que alguna vez deseó con cinco años.«Vas a casarte conmigo cuando termine la guerra, ¿Verdad?»«Solo si eres el lobo más fuerte de este país»Las voces infantiles que resonaban en su mente s
Emilia suspiró sentada en la pequeña sala de aquella casa para lobos sin familia con la poca valentía que tenía. Había tardado dos días en salir de la habitación donde Falcón le había llevado su primer día en aquella casa.Había tenido que acostumbrarse durante tres días más a su realidad y porque no decirlo, nueva vida, pero ninguno de esos días había visto a Falcón. Ni siquiera se lo había encontrado para cenar y aquello solo le daba más curiosidad a Emilia. La puerta de aquella pequeña sala se abrió, la loba mayor con un vestido a rayas se acercó a ella con una pequeña sonrisa.— Usted debe ser la nueva luna del alfa — la mujer tomó las manos de Emilia sin que ella supiera realmente qué decir o como actuar — estoy tan emocionada, todos quieren que la nueva luna se muestre ante ellos y usted ha venido a…Emilia detuvo a la mujer dando un pequeño toque a su mano, alzó un dedo para indicarle que esperara un segundo. Luego llevó las manos hacia sus oídos y explicó en silencio su condic
Emilia no podía respirar con normalidad, Falcón la tenía demasiado sujeta contra su cuerpo y la pared. La mujer trató de… de pensar en algo, pero fue simplemente imposible para ella porque aquel hombre estaba tocándola demasiado en lugares a la vez. Las sensaciones tampoco la dejaban pensar con claridad. Así que Emilia se sintió extraña porque, por primera vez, aquel contacto con un hombre no le resultó desagradable. No obstante, sabía que cualquier cosa que estuvieran haciendo no era más que un error.¡Era una locura!Falcón se sentía aturdido, su cabeza palpitaba repleta de un montón de imágenes que realmente no debía tener o al menos no con la mujer que tenía contra su cuerpo. Él amaba a alguien más, estaba esperando por la mujer a la que prometió de niña su corazón, pero Emilia había parecido, había hecho todo un lío y ahora estaba ahí sufriendo unos insoportables deseos de hacerla suya.Las masculinas manos se movieron por la suave tela de la ropa que llevaba. La piel cálida de
— Todo va a estar bien, todo va a estar bienSusurró Emilia mientras terminaba de limpiar el resto de la sangre en el suelo de la sala de estar. Falcón seguía inconsciente y la chica realmente no sabía cómo actuar. Estaba asustada, aterrada de que la culpasen de aquella situación.El hombre en el sofá gruñó Emilia alejó sus ojos del balde con agua sangrienta junto a la zona que limpiaba y corrió hacia falcón para encontrarse directamente con la mirada de Falcón, el lobo parecía perdido en sus emociones, la mujer quería apartarse, pero si lo dejaba solo y algo le sucedía ella sería la culpable, en especial cuando ya había mentido a uno de los betas que custodiaban la casa.— Falcón, necesito que vengas a la habitación, necesito que… que…El lobo miró a la mujer que trataba de decirle algo, no podía escuchar realmente nada de ella porque todo dolía y su cuerpo parecía estar ardiendo en llamas. La fría mano de la mujer tocó su rostro, el lobo tomó una de sus manos para tomar la suave y r
Emilia abrió sus ojos cuando sintió un jadeo contra su garganta. La mujer humedeció sus labios mientras su aún nublado cerebro no reconocía el techo del lugar donde estaba. Por un instante trató de despejar la bruma del suelo y jadeó cuando un pequeño mordisco en su pecho la hizo bajar la mirada hacia dicho lugar.La mujer no pudo hablar. Falcón estaba una vez más sobre su cuerpo, ya no sangraba, pero su cuerpo parecía moverse por su propia voluntad. La chica dejó que aquel alfa moviera sus labios hacia su zona íntima. Emilia notó también que su camisa había sido rasgada. Ella ni siquiera se habría dado cuenta si no hubiese sentido que la tocaban, pero aquello era algo tan abrumador que no podía pensar con claridad.— Falcón... — Emilia trató de llamar la atención del hombre — ¡Falcón! No hagas esto otra vez, por favor, ya… ya dijimos que esto es…—Mía, mi luna…Aquellas palabras fueron deletreadas por ella, aunque el hombre que las dijo no parecía estar siendo humano en aquel instant