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Capítulo 6 : No quiero nada de usted

No tienes escapatoria…

Las palabras sonaron una y otra vez en la mente de Emilia durante toda la noche. Aunque agradeció no tener que dormir con aquel extraño que había dicho que ella era su luna, seguía estando aterrada.

Estaba en un lugar extraño, con un sujeto que la había comprado como si fuera un simple saco de patatas. La mujer sintió que su corazón dolía al pensar en que nadie se había preocupado realmente por ella, su familia parecía no arrepentirse de haberla enviado al peor lugar en aquel territorio. La chica que pasó prácticamente toda la noche hecha un ovillo sobre aquella cama se cuestionó si podría salir sana y salva de aquel lugar.

Ella había soñado con que quizás su familia cambiara o que de algún modo aquel chico que había conocido cuando era pequeña cumplía la promesa de ir por ella y la sacaría de casa de su familia, sin embargo, parecía que nada de aquello iba a pasar.

La puerta de la habitación se abrió haciendo a Emilia salir de sus pensamientos cuando la luz del pasillo iluminó la cama. La mujer tembló al pensar en que podría ser aquel hombre o el prometido de su hermana que había ido a vengarse de ella.

— Buenos días, señorita — Leila, acechó sus ojos para leer los labios de aquella mujer — el alfa me envió a prepararla —, las cortinas fueron abiertas después de esas palabras.

Emilia no sabía exactamente qué quería decir prepararla, pero cuando la mujer la sacó de la cama para llevarla a un lujoso cuarto de baño, ella comprendió perfectamente a qué se refería. La mujer fue desnudada, obligada a meterse a la tina de baño antes de ser cuidadosamente bañada por aquella desconocida.

Emilia estaba en shock, había hecho aquello por su madrastra y su hermanastra durante años, pero jamás nadie le había tratado de aquella manera, así que fue por eso por lo que no dijo ninguna palabra hasta que estuvo una vez más completamente sola en aquella habitación. La chica notó la ropa que habían colocado sobre la cama, se aferró a la toalla que cubría su cuerpo mientras acariciaba la brillante tela de aquel vestido color crema.

Falcón entró en la habitación y se quedó en la puerta al ver a la mujer que era su luna observar el vestido que habían colocado sobre su cama. Sus ojos se movieron por el sensual cuerpo envuelto en aquella toalla de color azul que de algún modo lucía mucho más sexy que cualquier lencería alrededor del cuerpo de aquella mujer.

La chica no había notado su presencia, así que se permitió permanecer en completo silencio mientras ella dejaba a un lado el vestido para mirar hacia las ventanas con barrotes. El alfa se sintió mal cuando la chica empujó ligeramente aquellos barrotes. Falcón comprendía su tristeza y, aunque no quería sentir nada, no pudo hacer otra cosa que seguir sus instintos e intentar consolarla.

Emilia jadeó cuando su cuerpo fue rodeado por unos masculinos brazos. La chica tembló al ser girada sobre sus piernas para quedar directamente frente al dueño de aquellos brazos. La mujer jadeó cuando aquellos penetrantes ojos se clavaron en los suyos.

— Buenos días — dijo el hombre permitiéndole a Emilia leer sus labios — podríamos hablar, ¿Cuál es tu nombre? Y donde vives, voy a llevarte a tu casa por tus cosas.

— Suélteme por favor — dijo Emilia tratando de apartarse de aquel hombre — no quiero hablar con usted, de nada.

— Tienes que hablar conmigo — dijo el hombre —. Estoy siendo amable, así que trata de ser de la misma forma conmigo.

— No quiero nada de usted — repitió Emilia — déjeme ir si es tan amable como dice.

La chica deseó escuchar las palabras de aquel hombre, quizás por su tono de voz, sabría exactamente qué estaba pensando, ya que su rostro era simplemente inexpresivo. La mujer humedeció sus labios cuando aquel alfa la arrastró hacia la cama y la hizo sentarse sobre la cama.

— Dime tu nombre ahora — exigió —. Vamos a tu casa por tus cosas, dijiste que tu hermana era la novia de mí… de Ermes, quiero ver a esa mujer.

— Ermes…— susurró Emilia al saber el nombre del hombre que le había causado todos aquellos problemas — ese lobo fue…

— Él ya no es un problema — las palabras fueron dichas lentamente para que Emilia pudiera leerlas de los masculinos labios — ahora vístete y vayamos a tu casa, ahora eres la luna del alfa de Darknight.

Emilia quiso decir algo o negarse; sin embargo, no pudo hacer otra cosa que quedarse en completo silencio. Observó a aquel lobo alejarse de ella. La chica miró la ropa sobre la cama y cuestionó si realmente tenía otra salida que obedecer a aquel hombre.

No obstante, la respuesta era evidente. Si ella quería al menos conseguir una oportunidad de escapar de aquel sitio, necesitaba obedecer al alfa que la había comprado.

Falcón terminó de hablar con un par de los miembros de su manada justo diez minutos antes de que la mujer que era su luna fuera llevada hasta él. La mujer era bonita, sin lugar a dudas, pero, aunque sus instintos dijeran otra cosa, él ya tenía a alguien más en su corazón, alguien que lo salvó cuando apenas era un niño.

Emilia miró al hombre frente a ella cuando la empleada que la sacó de la habitación, la dejó justo frente a él. Llevaba el cabello suelto, sus ojos parecían más azules ahora que la miraba y parecía haber olvidado afeitar su barba de un día. La mujer tragó cuando este extendió su mano hacia ella.

— Traje un auto para ti — dijo el lobo — odio conducir, pero lo haré por ti, vamos a casa de tu padre, es tu casa, ¿Verdad?

— No quiero ir a… a ese lugar — Emilia tembló al pensar en lo que le haría su madrastra si volvía a verla — no quiero ir a ningún lugar con usted o sin usted.

— No tienes de otra — fue lo único que dijo el alfa antes de tomarla de la mano para llevarla fuera de la inmensa mención donde se encontraban.

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