— ¡Porque no contesta el teléfono, ¡Por qué! — Cintia golpeó la mesa en la terraza donde ella y su madre se encontraban — ¡Probablemente se enfadó por lo que esa perra trató de hacerle, ¡Por qué no nos deshicimos de ella antes, madre!, siempre fue un estorbo.
— No te hagas la inocente Cintia, sabes muy bien que la tonta de Emilia no le hizo nada ese… sujeto que trajiste aquí.
— ¿Acaso eso es lo que importa, madre? — gruñó la loba bebiendo de su refresco —. Te aprovechaste de esto para sacarla de aquí como queríamos, pero si ese no es el motivo porque demonios, Ermes no contesta. ¡Sabes lo que he hecho para conseguir esta relación!
— Lo sé, mi niña, y estoy orgullosa de ti, con esta relación vamos a subir sin duda a la cúspide de la jerarquía de los lobos — la madre de Cintia sonrió —. Un ayudante del alfa de los Darknight es … Lo que todos los alfas alrededor desean, ese hombre debe ser impresionante y probablemente está ocupado como tu prometido.
— Eso espero, madre, porque si Ermes no vuelve, voy a ir a ese maldito burdel y conseguiré la nueva dirección de Emilia solo para matarla con mis propias manos.
— Paciencia mi niña, las buenas cosas llegan con el tiempo, pero de forma muy, muy lenta.
Cintia asintió y la puerta de la terraza se abrió, la empleada corrió hacia la mesa de las dos lobas e intentó tomar varias respiraciones antes de hablarle con prisas.
— Señora, un auto se acerca, parece demasiado lujoso para ser de la ciudad y tampoco es un alfa o amigo del señor que conozcamos.
— ¡Ermes! — Cintia se puso en pie — ¡Quizás vino con su jefe!
Las dos mujeres corrieron junto con la empleada hacia el salón, la empleada abrió la puerta con prisas y ambas mujeres se quedaron completamente conmocionadas cuando la puerta de aquel auto se abrió. El hombre de aproximadamente un metro noventa las miró de forma despectiva antes de rodear el auto para abrir otra de las puertas.
— Baja del auto — pidió Falcón cuando abrió la puerta — ahora.
Recordó que aquella chica no podía escuchar y le hizo una señal para que bajara cuando ella lo miró. Esta negó, haciendo que el alfa se enfadara por un instante. Se inclinó sobre ella para sacarla a la fuerza del auto, cuidando de que no se golpeara la cabeza al salir del auto.
— ¿Emilia? — Falcón escuchó la voz de una mujer desde la entrada de aquella mención — ¡Qué hace esa perra aquí!
La mujer quiso bajar las escaleras, pero la mujer mayor a su lado no se lo permitió, Falcón notó el temor en el rostro de su luna antes de que esta escondiera su cabeza en su brazo mientras se aferraba a su brazo. Falcón odió aquella reacción, aunque realmente la chica no le interesaba más que por un instinto primitivo de su lobo que la reconocía como su compañera, su mate… su luna.
— ¡Quién es usted! — cuestionó la mujer mayor mientras bajaba las escaleras — ¡Porque trae a esta… esta perra de regreso!, ¿Ni siquiera en el burdel la querían?, ¿Verdad?
Emilia prefirió esconderse junto al hombre que le había obligado a ir a esa casa, no sabía qué estaba pasando, pero ni siquiera la curiosidad le ganaba a sus pocas ganas de ver el rostro de su madrastra o su hermana. Ella ni siquiera quería estar allí. Un toque en su hombro la hizo mirar directamente hacia aquel alfa al que se aferraba.
— No te escondas, estás bien a mi lado— dijo haciendo que de algún modo la chica se sintiera un poco más segura.
Emilia humedeció sus labios antes de mirar hacia el frente para encontrarse directamente con su madrastra. La mujer la miró con rabia, pero no se movió un centímetro. Sus ojos se abrieron como platos cuando miró hacia el hombre a su Lado y Emilia miró una vez más a Falcón.
— No vinimos aquí a nada más que buscar las cosas de mí… compañera — Falcón miró más allá de la mujer que se había acercado — oh y a decirles que no tenía idea de que tuvieran una relación con mi beta, pero… lo siento esa relación ya no podrá continuar — Falcón negó — lo mandé a ejecutar por abusar de mi luna.
— ¡Qué! — la otra mujer gritó bajando las escaleras — ¡Cómo que lo ha ejecutado!, por esta perra sorda que no sirve para nada.
Emilia corrió tras la espalda de Falcón cuando vio venir a su hermanastra. Ella tembló mientras cerraba sus ojos, agradeciendo que el mundo una vez más se quedara en completo silencio. No sabía lo que había dicho aquel hombre y tampoco le interesaba, porque lo único que deseaba era correr lejos de aquella casa.
La chica miró hacia el jardín, humedeció sus labios antes de correr con prisas hacia aquel lugar y rodeo la casa tan rápido como pudo para terminar bajo el árbol de flores rosas que su madre había plantado cuando compraron el mismo día en que ella había nacido.
La respiración de Emilia era descompasada, sus nervios estaban a flor de piel y los escalofríos del miedo no hacían más que hacerla temblar. No sabía cuál era el plan de Falcón yendo a casa de su familia, pero ella debía hacer alguna cosa para escapar, aquello era lo que realmente importaba, no obstante…
¿Cómo lo haría?
Falcón miró a la mujer que corrió lejos hacia el jardín, suspiró, metiendo las manos en su bolsillo una vez más antes de mirar directamente a los ojos de las dos mujeres frente a él. Había visto desde el primer momento el tipo de personas que eran y aquello solo lo decepcionó más que Ermes. Su único amigo parecía ser alguien completamente diferente de lo que él había conocido por años.
— ¿Por qué la trajo aquí? ¿Por qué dice que mató a Ermes? — cuestionó aquella joven que debía ser la hermanastra de Emilia —, porque dice que esa sorda tonta es su luna, ¡Quién infiernos es usted!
— ¿Todavía no te queda claro? — Falcón sonrió —. Soy Falcón Greemes el alfa de Darknight y como dije Emilia, es mi luna, así que vine por sus cosas.
— Esa mujer no tiene cosas aquí — gruñó la otra mujer —. Esa perra no tiene derecho a entrar aquí, sé… señor.
— ¿Señor? — Falcón negó —. Para usted es alfa, no somos familia y, como usted dice que Emilia no tenía nada aquí, espero no tener que verlas otra vez.
— ¡No, no, señor… alfa! — dijo la mujer mayor — ¿De verdad Emilia es su Luna? — aquella mujer hizo a su hija a un lado — lo siento si hay algo que podamos hacer para disculparnos con usted…
— ¡Qué haces, madre! — gritó Cintia.
— Cierra la boca Cintia — la mujer miró una vez más a Falcón —. Traiga a Emilia, iré a preparar un… Un té.
— ¡Un té! — gritó Cintia otra vez — para esa perra sorda de mie…
— ¡Cintia! — la madre de la mujer la tomó del brazo — no hables así de tu hermana.
— ¿Hermana? — la mujer rechistó — ella no es…
— Lo es — interrumpió la mujer mirando a Falcón —, y este es tú, cuando, el alfa de Darknight así que compórtate.
— ¿Qué haces aquí realmente? No sé cómo engañaste a Alfa, pero ¿cómo pudiste ser su luna? ¡Que broma!Emilia gimió por lo bajo cuando su madrastra la tomó del brazo y la hizo mirarla a los ojos. La chica notó el odio en sus ojos cuando leyó sus labios. Sin embargo, estaba demasiado conmocionada para hablar, ni siquiera había conseguido huir cuando estuvo sola en el jardín de la que alguna vez fue su casa.— ¡Habla hija de perra!— Déjeme en paz, por favor — Emilia jadeó las palabras antes de correr lejos de la cocina para volver al único lugar donde, al menos en ese momento, se sentía segura.Falcón dejó de mirar alrededor de aquella antigua y grandiosa casa donde se encontraba, sin lugar a dudas. Era el tipo de casas con las que había soñado cuando era un pobre niño sin hogar que había perdido incluso a su madre a causa de la guerra. La chica que practicante apareció corriendo desde la cocina, seguida por la mujer con una bandeja de vasos, parecía aún más agitada cuando se dejó caer
— No vuelva a traerme a esta casa — dijo Emilia aferrándose al álbum de foto entre sus manos —. Sé que usted puede hacer lo que quiera, pero no me traiga aquí otra vez.Emilia observó al hombre a su lado por si decidía decirle algo, pero el alfa ni siquiera alejó la vista de la carretera. Emilia bajó los ojos hacia el álbum de fotos, aislándose del mundo más allá de dicho álbum. Su corazón se emocionó al ver el rostro de su madre una vez más, la sonrisa radiante solo la hizo sentir mucho peor porque quizás… Quizás su padre sí que tenía razón.Ella era una niña cuando la guerra de los humanos estalló en aquella región. Fueron años difíciles para todos y en especial para la familia de su madre, que era una de las más reconocidas entre las manadas. Emilia no recordaba mucho de lo que realmente pasó cuando toda la casa de su familia fue incendiada junto con un montón más por aquellos humanos que odiaban a los lobos solo porque existían.Falcón detuvo el auto cuando no pudo soportar más to
«Todo lo que todas desean»Aquellas palabras se movieron en la mente de Emilia, mientras tanto ella como aquel hombre volvían al auto. La chica se dijo que aquello no lucía como todo lo que una loba querría. Ella no sentía a su alfa porque no tenía lobo, pero sin duda nadie querría que el sujeto que juraba ser su mate dijera que no podía quererla o que tenía a alguien más que amaba.La mujer miró furtivamente al lobo a su lado; la luz del sol solo hacía que su cabello tuviese unos bonitos destellos azulados. Ella no había visto su lobo antes, pero se preguntó si tendría el mismo destello en su pelaje o si sus ojos serían tan azules y cautivadores. Porque aquel hombre no solo parecía capaz de ver tu alma con aquellos ojos, sino que podía hechizarte, al menos eso pensó Emilia mientras recordaba lo que alguna vez deseó con cinco años.«Vas a casarte conmigo cuando termine la guerra, ¿Verdad?»«Solo si eres el lobo más fuerte de este país»Las voces infantiles que resonaban en su mente s
Emilia suspiró sentada en la pequeña sala de aquella casa para lobos sin familia con la poca valentía que tenía. Había tardado dos días en salir de la habitación donde Falcón le había llevado su primer día en aquella casa.Había tenido que acostumbrarse durante tres días más a su realidad y porque no decirlo, nueva vida, pero ninguno de esos días había visto a Falcón. Ni siquiera se lo había encontrado para cenar y aquello solo le daba más curiosidad a Emilia. La puerta de aquella pequeña sala se abrió, la loba mayor con un vestido a rayas se acercó a ella con una pequeña sonrisa.— Usted debe ser la nueva luna del alfa — la mujer tomó las manos de Emilia sin que ella supiera realmente qué decir o como actuar — estoy tan emocionada, todos quieren que la nueva luna se muestre ante ellos y usted ha venido a…Emilia detuvo a la mujer dando un pequeño toque a su mano, alzó un dedo para indicarle que esperara un segundo. Luego llevó las manos hacia sus oídos y explicó en silencio su condic
Emilia no podía respirar con normalidad, Falcón la tenía demasiado sujeta contra su cuerpo y la pared. La mujer trató de… de pensar en algo, pero fue simplemente imposible para ella porque aquel hombre estaba tocándola demasiado en lugares a la vez. Las sensaciones tampoco la dejaban pensar con claridad. Así que Emilia se sintió extraña porque, por primera vez, aquel contacto con un hombre no le resultó desagradable. No obstante, sabía que cualquier cosa que estuvieran haciendo no era más que un error.¡Era una locura!Falcón se sentía aturdido, su cabeza palpitaba repleta de un montón de imágenes que realmente no debía tener o al menos no con la mujer que tenía contra su cuerpo. Él amaba a alguien más, estaba esperando por la mujer a la que prometió de niña su corazón, pero Emilia había parecido, había hecho todo un lío y ahora estaba ahí sufriendo unos insoportables deseos de hacerla suya.Las masculinas manos se movieron por la suave tela de la ropa que llevaba. La piel cálida de
— Todo va a estar bien, todo va a estar bienSusurró Emilia mientras terminaba de limpiar el resto de la sangre en el suelo de la sala de estar. Falcón seguía inconsciente y la chica realmente no sabía cómo actuar. Estaba asustada, aterrada de que la culpasen de aquella situación.El hombre en el sofá gruñó Emilia alejó sus ojos del balde con agua sangrienta junto a la zona que limpiaba y corrió hacia falcón para encontrarse directamente con la mirada de Falcón, el lobo parecía perdido en sus emociones, la mujer quería apartarse, pero si lo dejaba solo y algo le sucedía ella sería la culpable, en especial cuando ya había mentido a uno de los betas que custodiaban la casa.— Falcón, necesito que vengas a la habitación, necesito que… que…El lobo miró a la mujer que trataba de decirle algo, no podía escuchar realmente nada de ella porque todo dolía y su cuerpo parecía estar ardiendo en llamas. La fría mano de la mujer tocó su rostro, el lobo tomó una de sus manos para tomar la suave y r
Emilia abrió sus ojos cuando sintió un jadeo contra su garganta. La mujer humedeció sus labios mientras su aún nublado cerebro no reconocía el techo del lugar donde estaba. Por un instante trató de despejar la bruma del suelo y jadeó cuando un pequeño mordisco en su pecho la hizo bajar la mirada hacia dicho lugar.La mujer no pudo hablar. Falcón estaba una vez más sobre su cuerpo, ya no sangraba, pero su cuerpo parecía moverse por su propia voluntad. La chica dejó que aquel alfa moviera sus labios hacia su zona íntima. Emilia notó también que su camisa había sido rasgada. Ella ni siquiera se habría dado cuenta si no hubiese sentido que la tocaban, pero aquello era algo tan abrumador que no podía pensar con claridad.— Falcón... — Emilia trató de llamar la atención del hombre — ¡Falcón! No hagas esto otra vez, por favor, ya… ya dijimos que esto es…—Mía, mi luna…Aquellas palabras fueron deletreadas por ella, aunque el hombre que las dijo no parecía estar siendo humano en aquel instant
Falcón sintió que el mundo regresó a formar parte de su entorno después de que pareciera haberse estado quemando en el infierno. El alfa recordó ligeramente lo que había sucedido, los leves flashes que tenía de las cosas que había hecho con… con Emilia y sobre todo la forma en que se había herido.El alfa notó los rasguños en la puerta cerrada de aquella habitación, también podía sentir el aroma del sexo flotando alrededor y el lobo caminó hacia el cuarto de baño para lavar su rostro he intentar comprender por qué se sentía tan… diferente.El alfa miró su garganta, se había herido con fuerza para evitar tener la capacidad de lanzarse sobre su luna en los tres días que debía de durar su ciclo, pero de algún modo había conseguido no solo curarse, sino incluso en tan poco tiempo también sanar sin absolutamente ninguna señal en su piel. Las heridas de los alfas eran más difíciles de curar que el resto de las heridas de otros lobos, pero de algún modo él había conseguido curar las suyas.F